Por lo menos una docena de proyectos que respalden las 60 medidas anunciadas por Alberto Fernández deberán pasar por el Congreso, además del Presupuesto, la reforma tributaria, la movilidad jubilatoria, la reforma judicial y el Aporte Solidario Extraordinario. El Presidente de la Nación tiene garantizado el aval para cada decreto que firme. Pero no para las leyes que quiere. Necesita un amplio acuerdo. Y terminar con el escándalo político de la semana pasada cuyo costo político suele ser más alto para los oficialismos.
Los DNU arrancan el camino parlamentario en la Bicameral de Trámite Legislativo que preside Marcos Cleri. De ahí, donde el Frente de Todos tiene mayoría, van al Senado. Con quórum y mayoría propia se votan y el oficialismo no sufre más sobresaltos que el reclamo opositor al que se impone con holgura a la hora de la votación. Una vez más quedó probado este jueves cuando como último orden del día los senadores del Frente de Todos validaron el decreto que declara como servicio esencial a internet, telefonía celular y televisión por cable, y el Estado quedó habilitado para poner precios y congelar tarifas. Sólo para el rechazo se requiere la intervención de ambas cámaras. Pero incluso en el Senado el Gobierno intenta a veces un punto de equilibrio y consenso político, al menos para algunos temas como fueron la Deuda, Malvinas y el auxilio al turismo. Con la Justicia no ocurrió lo mismo ni hubo acuerdo sobre la revisión de traslados de jueces. Y, además, la Ley de Economía del Conocimiento quedó en modo espera.
Ese consenso, legitimidad en tiempos de pandemia, acaba de perderlo en Diputados donde la falta de quórum y mayoría propia exige siempre una negociación con la segunda minoría o con los partidos más chicos. Juntos por el Cambio amenaza con ir a la Justicia contra la validez de la última sesión en la que se sancionó justamente una ley con beneficios al sector turístico y se votó el incremento de penas para la pesca ilegal. En forma remota o presencial se conectaron 132 diputados mientras que 125 no estuvieron porque no se conectaron aún estando presentes o no se conectaron tampoco a la distancia. Aunque hubo una mayoría que acordó, casi la mitad de la Cámara estuvo “ausente” y según cuentan en la intimidad ni Alberto Fernández ni Massa quieren sacar otras leyes de esa manera.
El viernes hubo Zoom del PRO. Y este sábado por la mañana, uno del bloque de la UCR. Ambos espacios coinciden en que el turismo necesita auxilio. Urgente. Y todos coincidieron en que deben llevar el reclamo judicial para declarar inválida la última sesión. Muchos se niegan a dar marcha atrás con ese planteo. Algunos propusieron que se debe volver a votar la ley que se votó en la madrugada del miércoles. Y hubo quien cuestionó a los senadores que el jueves participaron de la maratónica sesión y quien sintió que no hubo solidaridad institucional con de la cámara alta con la vecina. Sin embargo, diputados con voz de peso en la toma de decisiones dijeron a Infobae: “Nosotros no tenemos como estrategia la no sesión, queremos que el Congreso funcione”. Fue el mismo argumento de los senadores que dijeron el jueves que quieren mostrarse “responsables” y dar los debates. En el inicio de las sesiones remotas ocurría lo contrario: los senadores reprochaban a Cristina Fernández de Kirchner falta de consenso mientras los diputados de Juntos por el Cambio acordaban con su hijo, Máximo Kirchner, y con Sergio Massa. Dicen quienes más saben de secretos parlamentarios que no fue casual que la Vicepresidenta no haya tenido roces con la oposición en esta ocasión.
De todos modos estas cuitas son pasado reciente. La pregunta es: ¿este lío se arregla?
Varios legisladores señalaron que perciben voluntad de “arreglar” desde ambos lados de la grieta. Incluso en las sucesivas charlas del martes se designaron enlaces para conversar en la previa a una próxima reunión de Labor Parlamentaria. El Frente de Todos encomendó la tarea a dos mujeres: Cecilia Moreau, vice del bloque, y Cristina Álvarez Rodríguez, secretaria parlamentaria del FdT. La UCR eligió a Mario Negri y el tucumano José Cano; el PRO a Cristian Ritondo y Álvaro González y el Interbloque Federal a Eduardo ’Bali’ Bucca que infructuosamente intentó la semana pasada mediar.
Un rato antes de la medianoche del martes Massa convocó a los jefes de bloques a su despacho. Estuvieron a punto de acordar. Lo que se habló por la tarde y se reiteró en esa última charla sería la base de un posible entendimiento. El oficialismo no tiene urgencia para algunos temas (al menos hasta octubre), como reforma judicial. Pero tampoco está dispuesto a ceder y dejar por escrito una imposición opositora. “No nos veten temas”, repitieron los diputados del Frente de Todos durante toda aquella extensa jornada. Si acuerdan, Juntos por el Cambio ganaría la posibilidad de que las sesiones por temas conflictivos se realicen en forma presencial. Incluso ya lo conversaron el Presidente, Massa y Kirchner en Olivos. Esa fue la última oferta de Juntos por el Cambio el martes y que estuvieron a punto de firmar.
Juntos por el Cambio esperaba sentarse a charlar con Massa y los jefes de su bloque el mismo miércoles 2, día posterior a la sesión. Massa les avisó: “Hoy (por el martes) tenía que internarme, voy a tener que ir mañana a hacerme un importante estudio”. Finalmente lo pospuso para el jueves y durante el miércoles se ocupó de cambiar los números de celulares de toda la familia y de tranquilizar a sus hijos, suegros y padres después de varias amenazas que recibieron tanto él como Malena Galmarini. Todos están con consigna policial por orden de la Justicia que investiga los mensajes intimidatorios. Finalmente el jueves Massa se hizo una tomografía que confirmó una diverticulitis que lo obliga a una estricta dieta. En la madrugada de la sesión se lo vio tomar medicamentos.
Este sábado en otra charla virtual matutina los radicales, como sus demás aliados, acordaron avanzar en la redacción de un amparo por la legalidad de la sesión realizada en forma remota. En contraste el Frente de Todos difundió el acta con la firma de todos los jefes de bloques, excepto Juntos por el Cambio, donde renovaban la modalidad de sesión vía teleconferencia.
Por indicación de sus bloques, el radical Gustavo Menna, el macrista Pablo Tonelli y la ’lilita’ Mariana Stilman, trabajan desde mediados de la semana en el texto que presentarían el martes a la Justicia. Aunque hay mucho malestar, sólo podrían frenarlo si antes llega el llamado de la presidencia de Diputados para conversar.
En el oficialismo aseguran que apuestan al diálogo sobre la base de las últimas charlas y de lo que se dijo en Olivos. Si así ocurriera, primero deberán acordar la metodología de sesión para luego seguir con la agenda. Si hay presencialidad, la oposición pierde la posibilidad de condicionar los temas y todos se podría discutir y votar. Si se tienen los números, está claro.
A esta altura ya los unos y los otros coinciden en que las cuestiones más álgidas deberían tratarse en forma presencial, incluso “mudando” la sesión a un espacio más amplio para resguardar la seguridad sanitaria. El martes pasado hubo momentos en que no había más de 50 centímetros de distancia entre diputados y periodistas en Pasos Perdidos, por ejemplo.
Una solución posible, a la pregunta inicial, sería que se acuerde que los interbloques puedan solicitar sesión presencial para el tema que consideren lo amerita. Por ejemplo, Juntos por el Cambio lo pediría para reforma judicial. En tal caso, la presidencia de la Cámara debería buscar el lugar que garantice no sólo condiciones sanitaria sino de seguridad respecto a la votación.
Hay otro problema. De los 257 diputados, 94 integran los grupos de riesgo. Entonces estarían obligados a participar en forma presencial 163.
La duda, según un sondeo rápido que hizo Infobae, es qué ocurriría con aquellos diputados que aún sin ser grupo de riesgo (mayores de 60 años, embarazadas o personas con enfermedades preexistentes) prefieren no viajar o no estar físicamente presentes. O qué hacer en caso de que quien integre grupos de riesgo decida si asistir o no. Fue un tema de mucha discusión esta semana. Cuando Massa ofreció que participe en forma presencial quien quisiera y su bloque dejó las bancas para que las ocuparan los diputados de Juntos por el Cambio (hubo 94 presentes), Mario Negri se negó. Junto con los otros jefes de los bloques de la alianza se mostraron reticentes porque desconfían de la seguridad de la virtualidad para el caso de votaciones ajustadas o del posible cambio de identidades en forma remota.
No es una diferencia menor después de una semana agitada.
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