Mauricio Macri se conectará mañana vía Zoom con el resto de los integrantes de la Mesa Nacional de Juntos por el Cambio, como hizo todos los lunes aun durante su estadía de un mes en Francia y Suiza. Pero este encuentro tiene un sabor distinto: el Gobierno lo subió al centro del ring y radicalizó su postura contra la oposición, con lo cual fortaleció la postura de quienes, como él, lideran dentro de JxC el ala más combativa contra el oficialismo.
Hoy, en el escenario político perdieron posiciones los moderados, tanto en la Casa Rosada como en la coalición opositora. La dinámica volvió a ser impuesta por Cristina Kirchner, de un lado, y Macri, por el otro. Los mismos grandes contendientes de los últimos diez años. Los mejores exponentes de la grieta. La “ancha avenida del medio” terminó siendo la misma calle sin salida que transita la dirigencia argentina desde hace mucho.
Cerca de Patricia Bullrich, la presidenta del PRO, otra exponente del ala dura de JxC, creen que el regreso de Macri no cambia nada porque siempre estuvo en contacto con sus colegas opositores. Y están seguros de que el propio ex presidente es consciente de que no le resultará sencillo consolidar un liderazgo indiscutible.
El ex Presidente siente de un lado el pressing de la UCR, que no resignará lugares de decisión en Juntos por el Cambio, y por otro el del principal representante de los “dialoguistas” en Juntos por el Cambio, Horacio Rodríguez Larreta, que sueña con un liderazgo interno que lo catapulte a la Presidencia de la Nación en 2023.
Pero el jefe de gobierno porteño quedó descolocado en el escenario político de los últimos quince días: pasó de ser el “amigo” opositor de Alberto Fernández a convertirse en objeto de bullying por parte de casi todo el oficialismo. Lo que sucedió fue que su imagen creció en las encuestas, simétricamente a la caída que registra la del Presidente. Y, sobre todo, que el primer mandatario cedió el timón de su gobierno a la Vicepresidenta.
En el entorno de Rodríguez Larreta piensan que Macri debe definir qué papel quiere jugar. Insisten en que no se entiende por qué se fue a Europa en plena pandemia si busca consolidar un liderazgo interno. Y que su imagen descascarada y su actitud irreductible no le hacen bien al afianzamiento de una opción opositora.
Para la Coalición Cívica, lo importante no es el rol que jugará el ex presidente, sino seguir institucionalizando el espacio opositor con sus distintos liderazgos a nivel partidario y parlamentario. Sus dirigentes creen que Macri sintoniza hoy con más precisión la frecuencia de Elisa Carrió: mantener una oposición implacable, pero postergar cualquier definición de jefaturas y candidaturas porque el Gobierno juega a la ruptura de JxC.
La lógica cristinista de la confrontación permanente, de la búsqueda eterna de enemigos, también dejó desfasado al Presidente, que al principio de la cuarentena, con la Vicepresidente replegada, parecía haber priorizado el diálogo y el discurso contemporizador como una forma de que la sociedad asimilara el mensaje de que lo importante en medio de una pandemia era unirse contra un adversario común, el COVID-19.
Pero la ofensiva oficialista por la reforma judicial trastocó todo. Las necesidades procesales de Cristina Kirchner se instalaron en el centro de la escena y Alberto Fernández parece por momentos un espectador incómodo de su propio gobierno. ¿Había necesidad de impulsar esos cambios durante un estado de emergencia y alterar la tregua política?
Esa embestida de la Casa Rosada fue replicada por un banderazo que surgió casi espontáneamente y que llenó las calles de todo el país, como una señal de los límites del “vamos por todo”, una marca registrada del kirchnerismo. Macri sintió que esa postal lo reivindicaba: después de todo, remitía en forma directa a ese 41% de votantes que lo eligió en 2019, aun con una política económica que les empeoró la vida y que aumentó la pobreza. Por eso no pudo (ni quiso) ceder a la tentación de expresar desde Twitter su “orgullo” por la protesta e intentar obtener un rédito político del 17A.
Quienes conocen mejor a Macri están seguros de que vino “recargado” de Europa. Activo y con ganas de levantar su perfil opositor. Pero afirman que no buscará extremar las diferencias con Rodríguez Larreta y con otros dirigentes “moderados” de JxC como María Eugenia Vidal y Cristian Ritondo. “Es hora de sumar”, aseguran que dijo apenas bajó del avión y se recluyó en la quinta Los Abrojos para pasar los 14 días de cuarentena preventiva.
Desde que volvió, el ex presidente se dedicó a hablar con casi todos. Con algunos de sus habituales interlocutores, como Bullrich, Carrió y Alfredo Cornejo, e incluso con Rodríguez Larreta, a quien antes criticaba en privado por haberse pegado incondicionalmente a la estrategia de la “cuarentena eterna” del Gobierno.
Hoy todo es distinto al momento en que Macri se fue a Europa hace un mes. Manda con nitidez Cristina Kirchner, Alberto Fernández administra con más resignación que inventiva y los moderados de Juntos por el Cambio son vapuleados por el mismo gobierno que los ensalzaba. Es el escenario que el ex Presidente imaginaba y que le otorga más fuerza interna a sus posiciones combativas contra la Casa Rosada, pero no es el que exactamente puede afianzar su liderazgo opositor.
Sin nadie de viaje, Juntos por el Cambio ahora deberá decidir de qué manera se constituirá en una alternativa válida para las cruciales elecciones legislativas de 2021 o se quedará encerrado en la trampa de un duelo de personalismos que sólo podrá celebrar el Gobierno.
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