Roberto Lavagna continúa sumando críticas. Esta vez, quien se pronunció en duros términos sobre su postura política fue una ex aliada, Margarita Stolbizer. La ex diputada nacional apoyó el año pasado la candidatura presidencial del ex ministro de Economía de Néstor Kirchner porque promovía un nuevo espacio alejado de los extremos de la grieta. Sin embargo, esas ideas quedaron sólo en un eslogan de campaña y en los primeros 10 meses de gestión de Alberto Fernández el líder de Consenso Federal se ha transformado en un actor funcional a la estrategia parlamentaria del Frente de Todos.
“Lavagna fue para mí la decepción política más grande de toda mi vida, de toda mi trayectoria política. Ya no me llama la atención”, introdujo la fundadora del GEN en diálogo con el periodista Ari Paluch en Radio Colonia.
Y fundamentó: “Mi visión no tiene solamente que ver con que vaya arreglando algunas cosas con el gobierno, nombrando personas en el Gobierno, mi decepción tiene que ver con que yo creí que era la persona indicada para hacer una gran convocatoria, construir algo horizontal, más amplio, no caer en la grieta, y evidentemente terminó siendo funcional a eso”.
Efectivamente, durante 2019 Lavagna presentó su postulación presidencial como la de una figura de consenso que reuniría a representantes del peronismo, el socialismo y el radicalismo que no se sentían identificados con Cristina Kirchner ni Mauricio Macri. Esa idea se fue desdibujando a medida que llegaron las definiciones políticas y muchos de los que habían prometido acompañarlo terminaron integrando las listas del kirchnerismo y de Juntos por el Cambio.
Pese a ello, Lavagna mantuvo su candidatura con una apuesta independiente, participó en las primarias y reivindicó sus ideas en las elecciones generales. Pero esa tercera posición, lejos de los polos, le duró poco y rápidamente viró hacia el gobierno nacional, convirtiéndose hoy en un aliado estratégico en el Congreso.
No hubo que esperar. El primer síntoma de alineamiento se conoció en noviembre de 2019 cuando el presidente Alberto Fernández designó para conducir al siempre polémico Indec al hijo del ex ministro kirchnerista, Marco Lavagna. La jugada se presentó como una apuesta a la institucionalidad, pero la idea quedó descartada cuando empezaron a sucederse otros nombramientos en oficinas estatales. Rodolfo Gil (embajador en Portugal), Matías Tombolini (Banco Nación) y Zenón Biagosch (Banco Central) son testigos de ello.
La alianza de Lavagna con el kirchnerismo se consumó públicamente en febrero de 2020. Cuando el mundo empezaba a mirar con preocupación lo que sucedía en Wuhan con el coronavirus, Fernández llevó a su flamante ¿socio? político a Escobar y lo posicionó como un actor importante en la renegociación de la deuda que recién comenzaba. Esa función fue rubricada hace pocas semanas, cuando el jefe de Estado confirmó que fue Lavagna quien lo convenció de ablandarse en los diálogos con los holdouts que arrojaron un canje de títulos con una adhesión casi total.
La amistad se trasladó al Congreso y es fundamental para los próximos pasos que pretende dar allí el gobierno nacional. Públicamente, el lavagnismo había dicho que no acompañaría la reforma judicial, pero en los canales secretos de la política se empezaron a pergeñar estrategias y trapisondas que probablemente le permitirán al oficialismo tener su ley. Infobae reveló parte de las conversaciones en marcha en esta nota.
Hay otro tema prioritario en la agenda K. Es el impuesto a las grandes fortunas. Dicen en los pasillos del Congreso que el lavagnista Jorge Sarghini ya tuvo contactos con Máximo Kirchner y Carlos Heller e incluso promovió cambios en el texto de la iniciativa. Alejandro “Topo” Rodríguez, hombre de confianza del ex ministro de Economía, habló públicamente de una idea “correcta”. La tercera integrante de ese bloque es Graciela Camaño, quien por ahora aparece más difícil de convencer.