La denuncia que presentó Sergio Massa por las amenazas de muerte que recibió luego de la extensa jornada en el Congreso, que comenzó al mediodía del martes y terminó en la madrugada del miércoles, cerró -al menos en este tema puntual- la grieta entre oficialismo y oposición, y dirigentes de todos los espacios políticos manifestaron su solidaridad con el presidente de la Cámara de Diputados.
“Las amenazas de muerte contra Sergio Massa y Malena Massa son inaceptables desde cualquier punto de vista e impropias de la convivencia democrática. Convoco a quienes agitan discursos de odio a reflexionar, porque sus acciones repercuten en forma negativa en toda la sociedad”, señaló el presidente Alberto Fernández a través de las redes sociales.
El jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, en tanto, afirmó: “El diálogo y el respeto deben ser los pilares de nuestra democracia. Me solidarizo con él y con toda su familia”. En la misma línea se manifestaron Cristian Ritondo, Graciela Ocaña y Mario Negri, del bloque Juntos por el Cambio en la Cámara Baja.
Sin una mención específica, la ex gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal señaló: “Repudio firmemente cualquier tipo de escrache o acto de violencia. Eso no soluciona nada. Así pensemos igual o distinto, el consenso está en el debate y en el respeto. Es más que política: se trata de nuestros valores”.
A las 2:47 de la madrugada de ayer, en plena sesión, la diputada Marina Uceda le agradeció la paciencia a Sergio Massa, luego de una jornada cargada de cruces entre oficialismo y oposición por la modalidad de las sesiones. En su respuesta, el funcionario aprovechó para expresar algo que lo aquejaba: “Además de paciencia, voy a tener que cambiar mi celular porque se ve que algunos de los que se fueron del recinto repartieron mi número y me están mandando mensajes”.
“La verdad –agregó–, qué nivel bajo el de algunos dirigentes”. Luego, durante la sesión en la que participaron solo los diputados del oficialismo y pequeñas bancadas de la oposición, el presidente de la Cámara baja sostuvo que durante la madruga recibió 460 mensajes “de gente que evidentemente consiguió el teléfono de algún dirigente de la oposición”.
Cientos de esos mensajes tenían un tono amenazante contra el presidente de la Cámara de Diputados, su mujer Malena, sus hijos y sus padres. A raíz de esto, presentó una denuncia en la Justicia que quedó asentada en la fiscalía de Tigre Rincón. Hoy, el titular de la Cámara tenía previsto ampliar la denuncia y aportará material tecnológico que están recabando sus colaboradores.
Ante esta situación exteriorizada por Sergio Massa durante la madrugada, algunos diputados interrumpieron la sesión legislativa para impulsar el repudio al hostigamiento virtual que recibiera el presidente de la cámara que incluyó también el rechazo a la distribución de fotos de sus hijos en las redes sociales. El repudio obtuvo unanimidad con el consentimiento de diputados de la izquierda, de los partidos provinciales y del oficialismo; el bloque de Juntos por el Cambio ya no estaba en el recinto cuando las diputadas Cecilia Moreau y Cristina Álvarez Rodríguez impulsaron esta iniciativa, por lo que varios de sus dirigentes se manifestaron más tarde, en las redes sociales.
El hecho sucedió en el marco de la polémica por el protocolo de sesiones, con la reforma judicial como telón de fondo del conflicto. Pese a las maniobras de la oposición, el oficialismo consiguió el quórum con los diputados presentes y los que participaron de manera virtual. En la sesión que se realizó de madrugada, se aprobaron dos leyes: Sostenimiento y Reactivación Productiva de la Actividad Turística Nacional (127 votos positivos y 2 abstenciones) y la modificación del régimen de infracciones contra la pesca ilegal (129 afirmativos). Juntos por el Cambio, de todos modos, seguramente pedirá que la sesión sea impugnada.
Afuera, un pequeño grupo de manifestantes arengados por Alfredo Casero criticó el desarrollo de la sesión bajo una tenue cortina de agua. Antes, los diputados del Frente de Todos hablaban del “show mediático” de los legisladores de la oposición. Buscaban también los dirigentes más importantes de ambos bloques encontrar una salida prolija de una jornada parlamentaria escandalosa. No hubo negociaciones fructíferas: ninguno estaba dispuesto a resignar capital político.
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