Cristina Fernández impuso su estrategia política a Alberto Fernández y Sergio Massa que proponían sellar un pacto institucional con Juntos por el Cambio para ejecutar una agenda económica y social que permitiera atenuar las consecuencias estructurales causadas por la pandemia del COVID-19.
La Vicepresidenta considera que el Frente de Todos puede gobernar sin acuerdos con la oposición, y esa mirada agonal de la democracia se consolidó ayer cuando Massa no logró consensuar con Juntos por el Cambio una mecanismo parlamentario que permitiera sesionar en Diputados sin picardías y con un temario común.
La respuesta de Juntos por el Cambio implicará una denuncia en los tribunales porteños y la ausencia de la principal bancada de la oposición en todas las sesiones ordinarias del Senado y la Cámara Baja durante 2020.
La impugnación de la sesión de ayer será considerada una cuestión política no justiciable y llegará al archivo judicial sin escalas, pero la falta de la oposición en el recinto significará un hecho inédito en la historia moderna de la democracia argentina. El 40 por ciento del electorado no tendrá representación en las próximas sesiones de la Cámara baja y el Senado.
Diputados y la Cámara Alta deben tratar la Reforma Judicial, el Presupuesto Nacional, el DNU que permitió la intervención del Gobierno en las compañías que prestan servicios de Internet, cable y telefonía, y la ley Máximo que impone un impuesto extraordinario a las grandes fortunas. Son proyectos complejos y estructurales que pueden transformarse en ley con la vieja artimaña del palo y la zanahoria.
Cristina Fernández ya no lee a los clásicos -Perón, Gramsci, Sartori, Hobbes, Maquiavelo-, ahora la Vicepresidenta comparte la mirada ideológica de Chantal Mouffe -viuda de Ernesto Laclau- que sostiene que el sistema se consolida evitando los acuerdos políticos y derrotando sin atenuantes al adversario.
CFK exhumó la teoría de Mouffe que se publicó en su colección de ensayos La paradoja democrática: el peligro del consenso en la política contemporánea, adonde plantea que la consolidación del poder se hace a través de una estrategia agonal que no da respiro a la oposición.
Cuando aún no se había enfriado la escaramuza parlamentaria entre Massa y los líderes de la oposición, la Vicepresidenta convocó a sesión en el Senado para potenciar el conflicto con Juntos por el Cambio. Una interpretación kirchnerista de la teoría escrita por Mouffe.
Cristina podría haber protegido la mirada estratégica de Alberto Fernández respecto a la necesidad de acordar una agenda común con la oposición a través de Rodríguez Larreta, y suspender la sesión por una semana para encontrar un camino alternativo a las pretensiones institucionales del Presidente.
Pero la Vicepresidenta tiene su propia agenda política y avanzó en simultáneo: retuiteó un hilo de una legisladora de la Cámpora que cuestionaba al jefe de Gobierno porteño y comunicó que habrá sesión mañana en la Cámara Alta. Dos golpes a la vez, cuando Alberto Fernández pensaba en Olivos cómo recuperar el diálogo político con la oposición.
El Presidente ahora se encuentra en una encrucijada. No estuvo de acuerdo en la táctica que utilizó Massa para negociar las sesiones virtuales-presenciales con Juntos por el Cambio, y no acepta la estrategia de CFK sobre la oposición política. Considera necesario un pacto institucional y aún apuesta a Rodríguez Larreta.
En este contexto, Alberto Fernández respetará las reglas del juego y cumplirá su parte. Conversará a solas con Massa y Máximo Kirchner para abrir una diagonal con la oposición y en su primer acto público cuestionará a Juntos por el Cambio y sus planteos en Diputados.
Será una jugada presidencial que intentará compensar las acusaciones de Elisa Carrió contra su amigo Massa y la futura denuncia de la oposición en los tribunales. Alberto Fernández detesta a la líder de la Coalición Cívica y cree que la política debe ejecutarse afuera de la justicia federal.
Ese guion político se complementará con los posibles posteos de Mauricio Macri -que piensa regresar de Europa esta semana- y la ofensiva que desplegará la bancada kirchnerista del Senado contra los camaristas federales que -en su momento- ratificaron una prisión preventiva contra Cristina.
La ruptura política en Diputados empoderó a CFK y puso en un dilema a Alberto Fernández. El Presidente desea un acuerdo político, pero asume que ahora deberá esperar hasta que se enfríe el conflicto institucional. Está en juego el Presupuesto, las medidas económicas post COVID-19 y la administración institucional de la pandemia. Demasiado para una sociedad cansada por la cuarentena y el enfrentamiento de la clase política.
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