Ernesto Sanz: “La agenda del Gobierno la lidera Cristina Kirchner”

En diálogo con Infobae, el ex senador y socio fundador de Cambiemos explicó qué quiso decir hace unos días cuando se preguntó “¿cuánto tiempo demora esto en explotar?”. Sostuvo que no comparte la idea de que en el oficialismo conviven sectores duros y moderados. Y aseguró que la oposición tiene actualmente “no menos de seis o siete candidatos a la Presidencia”

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Entrevista a Ernesto Sanz sobre el rol de Cristina Kirchner en el Gobierno

-Hace unos días, durante un Zoom con Patricia Bullrich, usted se refirió a la situación actual y se preguntó “¿cuánto tiempo demora esto en explotar?”. ¿Cree realmente que estamos cerca de que estalle todo?

-Mi charla con Patricia Bullrich giró alrededor de la situación casi desesperante que están viviendo las pymes. Las pymes productivas, las pymes de servicios, las pymes de comercio, de turismo, de la industria; a lo largo y a lo ancho del país. Este es un tema que a mí me preocupa particularmente. Yo ejerzo mi profesión de abogado acá en Mendoza y atiendo muchas pymes. Y cuando uno advierte que el universo de las pymes en este país es de más de 600.000 y que generan cerca de 11 millones de puestos de trabajo y que no reciben hoy una respuesta sobre dónde está la luz al final del túnel, que no reciben alicientes y estímulos para poder bancar esta situación más que algunos parches, eso es lo que a mí me preocupa. Ese es el sentido de lo que dije los otros días.

-¿Es un cuestionamiento a la forma en que el Gobierno está administrando la cuarentena?

-Más allá de la cuestión sanitaria, que es opinable y es un terreno en el que no me gusta entrar porque hay que tener un conocimiento mucho más técnico del que puedo tener yo, lo que veo es que la agenda del Gobierno tiene mucho de pasado y muy poco de presente y futuro. Yo fui senador en la anterior etapa del kirchnerismo, estoy hablando de los años 2010, 2011, 2012, y en aquella época la agenda era medios y Justicia. La Ley de Medios y una democratización de la Justicia. Diez años después, la agenda del Gobierno sigue siendo la misma: medios, el famoso DNU 690, y Justicia con la reforma judicial que se votó la semana pasada en el Senado. Y a mí me parece que hoy la agenda no debería estar anclada al pasado ni debería estar al servicio de algún interés particular del Gobierno sino que la agenda real es la agenda del trabajo, de la generación de empleo, y ahora se agrega un problemón que es el tema de la inseguridad. Entonces yo creo que es un problema de agenda equivocada. El Gobierno está con una agenda equivocada. Es una agenda más atada al pasado. La agenda que hoy necesita la sociedad es una agenda de crecimiento económico, de vuelta a la normalidad económica, de sostenimiento del empleo que existe y la visión de crear nuevo empleo, y el tema de la inseguridad que en algunos lugares del país está asolando muy feo.

Para Ernesto Sanz, la impronta
Para Ernesto Sanz, la impronta del Gobierno tiene mucho más que ver con lo que tiene en la cabeza la vicepresidenta

-¿Y a qué atribuye que la agenda del Gobierno esté más vinculada al pasado?

-Bueno, el Gobierno tiene un problema respecto al modelo de construcción de poder. Ya le pasó al Gobierno, pensando en el sector más duro, más ideologizado, que es el kirchnerismo puro y duro, en los años en que gobernó anteriormente, del 2003 al 2015. Si uno quería definir en aquellos momentos qué era el Gobierno, era un modelo de acumulación de poder. Modelo de acumulación de poder político. Una herramienta, por ejemplo, era el unitarismo fiscal. La concentración de recursos fiscales para disciplinar a gobernadores, a intendentes... Y un modelo de acumulación económica que tiene que ver con la corrupción. Ese modelo de acumulación de poder no era para transformar o generar buenas políticas públicas en beneficio de la gente. Terminó siendo un modelo que acumuló tanto poder que se fagocitó a sí mismo. Yo advierto ahora que el modelo otra vez es el de acumulación de poder y por eso es que la agenda es una agenda vieja. Pareciera que tienen cuentas pendientes no resueltas hace 10 años y las quieren resolver ahora. Acumular poder en la Justicia. Acumular poder a través de los medios. Acumular poder a través de la concentración de recursos. Hoy el Gobierno tiene la maquinita de hacer dinero, que es prácticamente lo único que está generando recursos genuinos en las arcas del Estado. Y con eso distribuye, arbitrariamente en muchos casos, inequitativamente en otros, a las provincias. O sea que la maquinita le sirve para acumular poder político respecto de las provincias. Con la misma maquinita distribuye ATP en el mundo económico y es una fuente de poder en las empresas. Y con la misma maquinita distribuye el IFE entre las personas. Entonces, tenemos provincias, empresas y personas que están todas sometidas a este esquema centralista, unitario, único, que maneja el Gobierno nacional como fuente de poder. Y si a eso le agrega una cuarta fuente de poder que es la pauta publicitaria de la Nación, tiene ahí una concentración o una acumulación de poder muy fuerte. Ahora, la pregunta es: ¿todo ese poder que acumula el Gobierno le está sirviendo para modificar la realidad en beneficio de los argentinos? Yo creo que no. Por esto de que no tiene una agenda que tenga que ver con las necesidades de la sociedad.

-¿Usted percibe una tensión entre los sectores duros del Gobierno y los moderados?

-No, no, yo no creo en eso. La verdad que mucha gente cree eso. Yo no. Yo creo que desde el primer minuto hubo roles y hubo una definición. ¿Quién eligió al Presidente y quién eligió al gobernador de Buenos Aires, que son los dos cargos políticos de más poder en la Argentina? Fue la misma persona, la vicepresidenta de la Nación. Y el sello del Gobierno es el sello que impuso ella desde el primer minuto. Por lo tanto yo no creo que acá haya habido dos sectores y que uno se haya impuesto a otro. Siempre hubo un liderazgo y una orientación que es el de la vicepresidenta. Desde el primer minuto y se mantiene hasta hoy. Y es precisamente eso quizás lo que ata al Gobierno a una agenda más del pasado que del presente y del futuro. O sea, una agenda que lidera Cristina Kirchner tiene mucho más que ver con el pasado.

-Lo que dice es que la agenda la marca la vicepresidenta...

-A ver, me cuesta mucho hablar para los títulos periodísticos. Prefiero más desarrollar las ideas y que ustedes…

-Los títulos los ponemos nosotros...

-Claro, claro. Lo que estoy diciendo en esta línea de pensamiento es que la impronta del Gobierno, el ímpetu del gobierno, desde el primer minuto tuvo mucho más que ver con lo que tiene en la cabeza la vicepresidenta que cualquier otro miembro del Gobierno. De hecho si usted analiza desde que asumieron cuáles eran los dos planes que uno podía advertir uno era la reestructuración de la deuda, que por supuesto era una cuestión obligatoria, y el otro plan era el tema de la Justicia. No este proyecto de reforma sino la Justicia en general. Que obedece a una planificación de la vicepresidenta, de la gente de la vicepresidenta, e incluyo ahí al Procurador general del Tesoro, al viceministro de Justicia, a los miembros del Gobierno en el Consejo de la Magistratura. Fíjese: los tres miembros que el Gobierno tiene en el Consejo de la Magistratura, el representante del Poder Ejecutivo, el representante del Senado y el de Diputados, responden al sector de la vicepresidenta. Ahí hay toda una definición. Esos planes del comienzo del Gobierno tenían mucho más que ver con la vicepresidenta. Y ahora se agrega en el camino esta cuestión del DNU 690, el tema de los medios y demás. Evidentemente para que aparezca otra visión tendrían que surgir otros temas en la agenda y uno ahí podría distinguir si efectivamente hay alguien en el Gobierno que esté pensando diferente. Fíjese lo que pasó en la Secretaria de Energía, o la política energética de este Gobierno durante siete meses. Fue algo desconocido. Nadie sabía cuál era el plan del Gobierno en materia energética. La verdad es un área que era una vacancia total. Es más, creo que en las últimas semanas el secretario de Energía ya ni atendía en su despacho, era una cosa terrible. Bueno a ese hombre lo echaron y en su lugar vino alguien del corazón o del riñón de la vicepresidenta. Con lo cual ahí tenemos también una demostración de quién tiene la impronta más fuerte en el Gobierno.

Para el líder político, el
Para el líder político, el Gobierno tiene un problema respecto al modelo de construcción de poder.

-Según su mirada, ¿cree que Alberto Fernández hoy tendría margen para modificar esa situación y darle una impronta personal al Gobierno?

-Bueno, su pregunta sería para alguien que piense que hay dos sectores. Yo no se la puedo contestar porque recién le contesté que para mí nunca hubo dos sectores. El Presidente siempre forma parte de ese mundo en el que hay un liderazgo ideológico muy notorio de la vicepresidenta. Para mí forma parte de un todo, forma parte de decisiones colectivas y forma parte de roles que se han asumido desde un comienzo.

-¿Pero eso no quita que pueda haber tensión entre un Presidente y su vice, no?

-Mire, yo creo que los que se han detenido estos ocho meses a buscar diferencias dentro del Gobierno están errados. El Gobierno es uno solo y la impronta no hay que mirarla en las anécdotas o en si uno es más duro o más blando. La impronta del Gobierno yo la analizo en función de los hechos, de los hechos objetivos. A ver, busquemos un ejemplo reciente: la reforma de la Justicia. La reforma de la Justicia arrancó con un proyecto emanado de la Casa Rosada, si usted quiere de gente más allegada históricamente al Presidente como la ministra de Justicia, la secretaria Legal y Técnica, Gustavo Béliz... ¿Cuál fue el proyecto que finalmente votó el Senado? ¿Ese o uno totalmente diferente? Ese es el tema. O sea, hay que ver los hechos. El doctor Carlos Fayt, un extraordinario hombre de Derecho, siempre repetía una frase: “Las opiniones son libres, pero los hechos son sagrados”. Bueno, yo para hacer mi análisis en la política voy a ver los hechos. Y para mí los hechos son los que marcan la impronta de Gobierno, el liderazgo del Gobierno, la matriz ideológica del Gobierno, el rumbo del Gobierno. Con el ejemplo de la reforma judicial se advierte cuál es la matriz, el rumbo, la definición final... Y en qué lugar físico se lo dio.

-¿Y en la oposición? ¿Ahí sí observa una tensión entre duros y moderados?

-Bueno, es un tema interesante. Así como yo interpreto que el Gobierno no es una coalición, que puede tener dirigentes que han venido de distintos lugares pero termina siendo una cosa única, homogénea; en el caso de la oposición hay más heterogeneidad. ¿Por qué? Porque efectivamente es una coalición. Efectivamente es una conformación de sectores, de partidos, que vienen de distintos lugares, que tienen distintas tradiciones y que durante cuatro años convivieron en función de una responsabilidad mayor a todos que era la de gobernar la Argentina. Y de poder terminar los cuatro años de mandato porque las últimas dos experiencias de gobiernos no peronistas no habían terminado a tiempo. Pero hay una buena noticia: esa coalición se mantiene hasta el día de hoy incólume con los mismos partidos, las mismas personas y con algún agregado que fue el año pasado el peronismo de Pichetto. Eso sigue siendo una coalición y por lo tanto en ese mundo conviven distintas miradas, distintas metodologías, distintos temperamentos. Y ahí sí uno puede hablar de diferencias entre sectores más duros y más blandos, o sectores más y menos dialoguistas. A diferencia del Gobierno, donde se unifican en un solo liderazgo, en el mundo de la oposición es bueno que convivan distintas miradas y sectores. Y el secreto está en administrar inteligentemente esa diversidad. Entonces, en vez de halcones o palomas, es halcones y palomas. Cuando uno está en el Gobierno la diversidad es más difícil de administrar. Pero cuando uno está en la oposición la diversidad enriquece mucho y es muy buena para representar a una sociedad que también es heterogénea. Hay una sociedad a la que le puede gustar más el temperamento de X persona, que es más dura, y a otra parte de la sociedad le puede gustar más y adherir más al temperamento de alguien que no es tan duro. Ese es el modelo al que yo aspiro y pretendo que sea Juntos por el Cambio.

-¿Y cuál sería el objetivo? ¿Volver al poder en 2023?

-El objetivo de cualquier fuerza opositora es doble. Mientras se es oposición, es equilibrar las cargas. Sobre todo en la Argentina, teniendo el antecedente de lo que el kirchnerismo hizo en la etapa anterior, equilibrar el modelo político de todos los días es una enorme tarea. En el día a día una fuerza opositora tiene que esmerarse en lograr equilibrio democrático, equilibrio republicano. Que el que está gobernando no abuse del poder ni se pase de la raya, sobre todo en épocas de emergencia. Ahora, con el otro ojo la oposición tiene que hacerse cargo de construir una alternativa. Esas son las dos funciones: equilibrar y construir una alternativa. Porque mal podría ser una fuerza opositora importante como lo es hoy Juntos por el Cambio si no tuviera vocación de construir una alternativa. ¿Para cuándo? Para las próximas elecciones, para las legislativas de 2021 y las presidenciales de 2023. Esa es la misión de una oposición. Este es un momento excepcional para el sistema político en Argentina. Hacía muchos años que la Argentina no tenía un sistema político que tuviera equilibrio y potencialidad de alternancia. En las elecciones de 2011, cuando Cristina ganó con el 54% de los votos fue la antítesis de esto. Hubo una fuerza que ganó y se llevó todo. Y la oposición estaba dividida en seis o siete candidatos presidenciales. Ese sistema de hace menos de diez años era un sistema desequilibrado y no había capacidad de alternancia. La alternancia apareció recién en el 2015 cuando se creó Cambiemos. Hoy estamos viviendo un sistema extraordinariamente equilibrado y con capacidad de alternancia, así que no hay que desaprovecharlo. Me parece que hay que utilizarlo en el buen sentido para generar una mejor política.

-Usted fue muy crítico con la gestión de Mauricio Macri, ¿no se corre el riesgo de conseguir volver al Gobierno y cometer los mismos errores del pasado?

-Bueno, precisamente los errores que se cometen en todos los órdenes de la vida tienen que servir para corregirlos y no volver a cometerlos. Yo creo que en Juntos por el Cambio hay una dirigencia política que es suficientemente madura, inteligente, racional, y que además está aggiornada, es moderna, tiene peso territorial. Tiene todas las cualidades como para poder absorber los errores que se cometieron en el pasado y construir desde un lugar positivo. El problema de las organizaciones políticas, y de las personas, es que cuando pasa el tiempo y tienen una segunda oportunidad vuelven a cometer los mismos errores del pasado.

-¿No falta autocrítica sobre los errores del Gobierno de Cambiemos?

-Yo he escuchado en todo este tiempo a muchos dirigentes de Juntos por el Cambio que han hecho una profunda autocrítica. Y también se hace hacia adentro en las reuniones internas. Pasa que la autocrítica tiene que tener un espacio. Uno no puede vivir toda la vida haciendo autocrítica porque entonces estaríamos mirando para atrás siempre y nos perderíamos de mirar para adelante. Si yo le estoy criticando hoy al Gobierno que está con la vista demasiado puesta hacia atrás, eso también vale para la oposición. La oposición tiene que dedicarle un tiempo a hacer autocrítica, ver cuáles han sido los errores, pero inmediatamente tiene que empezar a mirar el presente. La gente está reclamando ideas, argumentos y propuestas en el presente. La gente que sale a la calle lo que está pidiendo es ver una luz al final del túnel. Esa es responsabilidad de la política. El Gobierno tiene sus herramientas, ojalá que las pueda mostrar. Y la oposición también tiene que mirar hacia adelante.

-En ese proceso de construcción de la oposición, ¿cree que hay dirigentes a los que ya les pasó el cuarto de hora y deberían quedar afuera?

Sanz cree que en Juntos
Sanz cree que en Juntos por el Cambio hay una dirigencia política que es suficientemente madura

-No, tienen que formar parte todos y la sociedad es la que tiene que ir marcando... Gracias a Dios hoy rige el sistema de las PASO y ojalá siga rigiendo. Ojalá a nadie se le ocurra utilizar la emergencia para eliminar las PASO porque es un muy buen sistema. El sistema de las PASO es un sistema extraordinario para que fuerzas opositoras como Juntos por el Cambio puedan dirimir esto. Y es en definitiva la sociedad la que determina quién sigue, quién se queda, quién gusta, quién no gusta. A mí no me gustan otros procedimientos, me parecen impropios.

-¿Usted ya tiene un candidato favorito?

-Mis favoritos son los radicales. Elemental. Mis favoritos son los radicales que están mejor posicionados, pero me parece innecesario hacer nombres hoy. La oposición tiene no menos de seis o siete candidatos a Presidente de la Nación. O sea, personas que tranquilamente pueden ser candidatas a Presidente de la Nación tranquilamente en el 2023. Eso es una cosa extraordinaria.

-¿Quiénes serían?

-No, yo trato de despersonalizar. Ustedes los conocen, no hace falta que me saquen a mí los nombres. Lo importante es que existan esas personas, que existan esos nombres. Que sean una realidad concreta. Eso es un salto de calidad impresionante para el sistema político argentino. Eso es muy bueno. Es muy bueno porque habla de la capacidad de alternancia.

-¿Lo incluiría a Macri en ese listado?

-Mire, las seis o siete personas son las que usted ve en las reuniones de la cúpula de Juntos por el Cambio, los que tienen responsabilidades. Insisto, no estoy para títulos.

-¿Horacio Rodríguez Larreta? ¿Martín Lousteau?

-¿Para qué quieren sacarme nombres si los saben de memoria? Son todas las personas que hoy tienen preponderancia y responsabilidades dentro de Juntos por el Cambio. En una de esas me quedé corto, en vez de seis o siete, son nueve o diez...

-Está bien, pero más allá de los nombres, ¿cree que en esta tensión entre moderados y duros debería imponerse algún sector en particular?

-No, no, no. Lo dije con todas las letras y lo vuelvo a repetir. La inteligencia de Juntos por el Cambio para poder crecer y construir una nueva mayoría en la Argentina que lo devuelva al poder está en administrar la diversidad interna. Significa hacer coexistir, que convivan y que se nutran mutuamente y que se alimenten los sectores o las personas que piensan de manera distinta. Eso, para mí, es una riqueza, es un activo. Y la inteligencia está en saber administrar ese activo.

-¿Cree que puede haber alguien interesado en profundizar esas divisiones?

-El que pretende generar divisiones en Juntos por el Cambio es el Gobierno. El Gobierno siempre tuvo esa intención. El kirchnerismo pasó por esto mismo hace muchos años cuando era gobierno en la época en que el radicalismo era la única fuerza en la oposición. El kirchnerismo provocó una herida muy fuerte cuando armó aquella famosa Convergencia K. Siempre el que está en el Gobierno, y sobre todo en un modelo de acumulación de poder como es el kirchnerismo, tiende a tratar de dividir a la oposición. Hasta ahora le ha ido muy mal, yo no advierto ningún tipo de división. Al contrario. Creo que muchos gestos y actos del gobierno, como lo que pasó el jueves pasado en el Senado, terminan por aglutinar más a la oposición. Son tan burdos, tan grotescos, tan groseros esos hechos, que terminan por aglutinar a la oposición. La oposición podrá tener diferencias, pero frente a esos ataques a la República, frente a esos ataques al sistema político, a la convivencia, termina amalgamándose.

-¿Cómo imagina la Argentina de los próximos meses? ¿Es optimista o pesimista?

-Yo aspiro a que el Gobierno cambie rápidamente la agenda y comience a hablar y a gestionar con buena praxis los problemas reales de la gente. Insisto: es urgente que el Gobierno tenga una agenda económica de sostenimiento del sector privado. Y cuando hablo del sector privado no estoy hablando de las grandes empresas sino del mundo pyme, del mundo emprendedor, de los que todos los días tratan de mantenerse en pie. Es urgente que el Gobierno salga con una agenda para dar esperanza de que puede crecer la economía. El Gobierno tiene que abordar el tema de la inseguridad y abordarlo con mucha fuerza, no puede haber ambigüedades. El que delinque, el que viola la ley, tiene que tener una sanción y un castigo. Y el Estado tiene que proteger a la ciudadanía de todas estas cosas. Si el Gobierno retoma esa agenda van a ocurrir varias cosas buenas. Y va a encontrar eco en la oposición, porque la oposición lo puede ayudar mucho. Y va a empezar a resolver problemas de la gente, algo que hasta acá no se ha visto eso.

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