Alberto Fernández terminó su discurso y fue a saludar uno por uno a los gobernadores presentes -17- que desde antes de las 4 de la tarde esperaron en un costado del enorme Museo del Bicentenario, debajo de la Casa Rosada, preparado para la ocasión. “No tengo mucho más para decir, ya dije todo, ¡gracias por venir!”, contestó a los periodistas acreditados en Gobierno mientras daba toda la vuelta a la mesa dispuesta en U y los invitados empezaban a desconcentrar, un rato después de anunciar la reestructuración del 99% de la deuda en dólares emitida bajo legislación extranjera, la bisagra con la que el Gobierno pretende empezar a dejar atrás la agenda sanitaria y enfocarse en la gestión de la recuperación económica, en momentos de alta tensión con la oposición.
Cristina Kirchner ya había abandonado el lugar por la derecha de la pantalla gigante ubicada detrás de la primera línea de funcionarios -el Presidente, ella, Martín Guzmán, Sergio Massa y Santiago Cafiero-, sin despedirse de nadie, mientras el Presidente terminaba de darse codazos con los mandatarios. A Horacio Rodríguez Larreta, ubicado por el protocolo entre Gustavo Valdés y Juan Manzur, muy cerca de Máximo Kirchner y de su amigo Massa, lo palmeó en sus hombros. Minutos antes, Fernández había aclarado que su referencia del viernes a la “opulencia” de la ciudad de Buenos Aires, en vísperas de la prolongación de la cuarentena por primera vez a solas en Olivos, sin el jefe de gobierno ni Axel Kicillof, no tenía que ver “con el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta”.
Una buena para el jefe de Gobierno, que, como el Presidente hacia adentro del Frente de Todos, hace equilibrio entre las distintas posiciones internas del PRO y de Juntos por el Cambio y que en buena parte del anuncio presidencial saboreó con amargura las alusiones al endeudamiento planeado por Mauricio Macri y su gabinete económico, a la inflación “más alta en 30 años” de la anterior administración, a las “tres devaluaciones entre mayo del 2018 y diciembre del 2019″, y al cierre del ministerio de Salud y de 25 mil pymes, entre otras críticas a la administración de Cambiemos.
“No escriban que despotriqué contra la herencia”, pidió Fernández ante la obviedad. Cuando Guzmán resaltó al principio del acto la adhesión al canje por parte de los acreedores -93,5% sin la activación de las cláusulas de acción colectiva-, y la comparación de la posición del país respecto a diciembre del 2019, los gobernadores y los invitados presentes aplaudieron con ganas. Rodríguez Larreta miró para los costados y también aplaudió, con menos emoción que el resto.
El Presidente dejó la quinta de Olivos, asociada a la administración de la pandemia, volvió a la Casa Rosada para relanzar su gestión -su último anuncio oficial había sido un mes atrás, en la presentación de la reforma judicial- y cambiar la agenda pública, atravesada hasta ahora casi íntegramente por el coronavirus. Los especialistas de la Unidad Médica le habían aconsejado permanecer la mayor parte del tiempo en la residencia, para evitar contratiempos. Con Fernández, la ex presidente entró también de nuevo a Balcarce 50 por la explanada de la calle Rivadavia: no lo hacía desde la asunción del nuevo Gobierno, en diciembre pasado. Había evitado pisar Casa Rosada todo este tiempo, e incluso ordenó desmantelar la oficina que le corresponde al vicepresidente.
En estos meses, Cristina Kirchner sugirió, ordenó, aconsejó y tensionó hacia adentro de la alianza de gobierno desde su despacho del Senado y el Instituto Patria. Ayer, almorzó a solas en Olivos con el jefe de Estado, una instancia que se reservan cada tanto y de la que suelen trascender apenas algunos detalles. La vicepresidenta sabe de su influencia. Del poder de sus presencias, y también de sus ausencias. Y de la inquietud en torno a sus silencios.
El proceso de negociación de la deuda, que llevó meses, es el único programa de gestión de gobierno que se desarrolló armónicamente puertas adentro.
Antes del evento, Fernández, la ex Presidenta, Massa, Máximo Kirchner, Kicillof y Guzmán conversaron un rato en la oficina de la planta baja del ministro Eduardo “Wado” de Pedro. La cúpula del Frente de Todos. Volvieron a reunirse después del acto, sin Massa ni Guzmán, y con la presencia del Presidente solo por unos instantes.
El Gobierno busca retomar la iniciativa. El exitoso acuerdo por la deuda, que ahora deja paso a las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional, y el envío del Presupuesto 2021, el próximo 15 de septiembre, son los primeros pasos con los que el Frente de Todos pretende dar vuelta la página, salir del libreto atravesado casi con exclusividad por la pandemia y tratar de buscar puntos de acuerdo con un sector de la oposición, a pesar de que parte del discurso estuvo dedicado a zamarrear a Cambiemos por su paso por el gobierno de los últimos cuatro años.
Al mediodía, Fernández recibió en Olivos a los tres gobernadores de la UCR: Gerardo Morales, Rodolfo Suárez y Valdés. Se discute, en el medio, el tratamiento en Diputados de la reforma judicial que ya tiene media sanción del Senado, y que volvió a enfrentar posiciones entre el Frente de Todos y Juntos por le Cambio. No hubo, en el evento del Museo del Bicentenario, presencia de legisladores de la oposición. Solo José Luis Ramón y Eduardo “Bali” Bucca, jefes de los bloques aliados de manera coyuntural con el oficialismo.
El programa de “reconstrucción” argentina -fue el slogan elegido por la Casa Rosada para la presentación del acuerdo y la nueva etapa de gobierno- tiene su puntapié inicial en un escenario con la oposición de constantes cortocircuitos políticos. El Gobierno empieza a pensar en la negociación por el presupuesto pero todavía no tiene los votos para darle sanción definitiva a la reforma judicial.
En esta nueva etapa, Alberto Fernández pasará más tiempo en la Casa Rosada y se propondrá viajar una vez por semana al interior del país. Su encierro en Olivos, vinculado a la pandemia, desgastó, según los propios funcionarios, la figura presidencial.
El miércoles, en la agenda figura una reunión virtual con Miguel Acevedo, el titular de la Unión Industrial Argentina (UIA), por el Día de la Industria. También un encuentro con la cúpula de una automotriz por la fabricación de un automóvil en la Argentina. El jueves, el Gobierno dedicará además la agenda a la inseguridad, con el lanzamiento de un plan de equipamiento para los municipios del Gran Buenos Aires que tendrá al jefe de Estado en un distrito con transmisión simultánea con otros municipios del conurbano.
A cuenta gotas, el Gobierno irá además apuntalando las famosas “60 medidas” de recuperación de la actividad económica con las que busca incentivar el mercado interno, en línea con el envío del Presupuesto 2021 al Congreso, que otra vez pondrá a prueba el vínculo entre el oficialismo y la oposición y la negociación política en el Parlamento.
En diálogo con los periodistas acreditados en Casa Rosada, el ministro Guzmán aseguró después del acto que el Ejecutivo destinará “más del 2%” del PBI para obras de infraestructura para el año próximo. Unos $800.000 millones de pesos para obra pública en todas sus variantes con los que el Frente de Todos se ilusiona con recuperar la economía. Y lo más relevante: ganar las elecciones de medio término.
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