La Confederación General del Trabajo (CGT) se acercó a los movimientos sociales para una foto conjunta y el compromiso de elaborar un plan postpandemia, en otro contacto que mantienen sus dirigentes, luego de las reuniones con sectores empresariales, con el fin de diseñar propuestas para la reactivación económica.
De todas formas, la central obrera mantiene bloqueada por ahora la incorporación a sus filas de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP), el sindicato creado por esos mismos movimientos sociales.
A esta situación se le atribuye la ausencia del dirigente social Juan Grabois en el encuentro que ambos sectores mantuvieron esta tarde durante tres horas en la sede de la UOCRA, en avenida Belgrano al 1800. Oficialmente, la explicación que se brindó es que el amigo el papa Francisco y líder del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) no estuvo presente en el encuentro por “un tema familiar”.
El reclamo desoído de la UTEP fue comentado al final de la reunión por Juan Carlos Schmid, titular del Sindicato de Dragado y Balizamiento y que fue el miembro del triunvirato de conducción de la CGT que en 2016 proponía casi en soledad acercarse a los movimientos sociales. “Aunque hay problemas estatutarios, quizá sea momento de analizarlo”, propuso ante el silencio de sus colegas.
Es que la mesa chica que conduce la CGT resolvió el martes pasado avanzar en el contacto con los movimientos sociales, pero decidió mantener bloqueado por ahora su ingreso a la central obrera.
De todas formas, decidieron sostener este encuentro como otro de los contactos que viene manteniendo con sectores empresariales (como la UIA y AEA) y que buscan compensar la falta de convocatoria del Gobierno para consensuar medidas destinadas a la reactivación económica.
En la cúpula cegetista hay diferencias sobre cómo debe ser el vínculo con los movimientos sociales y la iniciativa de reunirse para hablar de un plan postpandemia parece una reacción a los contactos que cinco sindicatos mantienen con ellos para llevar adelante el Plan de Desarrollo Humano Integral, que propone crear 4 millones de puestos de trabajo y “repoblar la Argentina”, entre otras medidas.
El encuentro de la UOCRA fue considerado “un primer paso” para alcanzar acuerdos más firmes. En las deliberaciones se sucedieron los discursos plagados de coincidencias y elogios hacia el otro sector, pero aún no hay ninguna medida concreta del plan postpandemia que se anunció.
Estuvieron presentes los dirigentes cegetistas Héctor Daer (Sanidad), Carlos Acuña (estaciones de servicio), Gerardo Martínez (UOCRA), Andrés Rodríguez (UPCN), José Luis Lingeri (Obras Sanitarias), Oscar Nieva (Comercio), Antonio Caló (UOM), Julio Piumato (judiciales) y Omar Maturano (La Fraternidad), mientras que por los movimientos sociales concurrieron Esteban Castro (Movimiento Evita), Lito Borello (UTEP), Dina Sánchez (Frente Darío Santillán), Freddy Mariño (Corriente Clasista y Combativa) y Gildo Onorato (Movimiento Evita). Además de Grabois, también estuvo ausente Daniel Menéndez (Barrios de Pie y subsecretario del Ministerio de Desarrollo Social).
El documento conjunto, que comienza con una cita del Papa, afirma que “la salida (de la crisis) no puede ser sólo planes sociales y subsidios: debe ser un modelo sostenible laboral y de inclusión social, que encuentre en el trabajo con derechos el eje de la dignidad de nuestro pueblo”.
Propone, para al alcanzar ese objetivo, “el impulso de políticas económicas, laborales y sociales que promuevan y activen la capacidad instalada de nuestro aparato productivo con el objeto de recuperar la senda del crecimiento económico, la generación de empleo genuino, formal y decente y el fortalecimiento de los sistemas de seguridad social, inclusivos y universales”.
Luego de criticar al gobierno de Mauricio Macri, la declaración señala que “la unidad de los trabajadores fue el principal freno que tuvo el proyecto neoliberal para no consolidarse” y que el aporte de la CGT y los movimientos sociales es “sustancial para proponer soluciones”.
También se reconoce “el esfuerzo responsable del Gobierno para lograr un entendimiento con los acreedores privados como un primer paso para poner a la Argentina de pie” y considera que “el inminente proceso de renegociación de la deuda con el FMI se constituye en un punto de inflexión para el gobierno nacional y para los trabajadores ya que, del éxito en las condiciones y plazos de pago que se puedan obtener dependerán en gran medida las posibilidades del país para poner en marcha políticas que fomenten la recuperación del aparato productivo, la generación de empleo genuino y las necesarias mejoras en las condiciones sociales de los sectores más postergados en nuestro país”.
Luego el texto sostiene: “Apoyamos la voluntad y la estrategia del gobierno nacional respecto de honrar sus compromisos de deuda externa. Pero subrayamos nuestra convicción de que no debe hacerse con las necesidades y derechos de los trabajadores argentinos como variable de ajuste”. Y advierte: “El primer compromiso de deuda que se debe cumplir es la deuda interna, traducida en desempleo y exclusión social, que hoy padecen millones de argentinos”.
El último antecedente de un acercamiento entre la CGT y los movimientos sociales fue a fines de 2016, cuando la central obrera, en particular por el empuje de Juan Carlos Schmid, se unió a los movimientos sociales para organizar la marcha del 18 de noviembre al Congreso en favor de la sanción de la ley de emergencia social, que incluía un adicional de $30.000 millones durante tres años para partidas presupuestarias dedicadas a políticas sociales.
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