Antes del COVID-19, Alberto Fernández y Horacio Rodríguez Larreta se recelaban y jugaban sus proyectos personales adentro de sus propios espacios de pertenencia política: el Frente de Todos y Juntos por el Cambio. Pero la pandemia enterró sus prejuicios ideológicos, y el Presidente y el jefe de Gobierno porteño crearon un tándem institucional que intenta sellar un acuerdo de gobernabilidad que es resistido por las figuras más representativas de sus coaliciones partidarias: Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri.
La iniciativa fue de Alberto Fernández y Rodríguez Larreta escuchó con atención en la soledad de la quinta de Olivos. El Presidente planteó que estaban ocupando el centro de sus formaciones políticas, que ambos tenían un alto nivel de imagen positiva y que la crisis económica post pandemia sólo podía enfrentarse con un agenda común apoyada por el Frente de Todos y Juntos por el Cambio.
En ese entonces, Alberto Fernández propuso un acuerdo que incluía la administración del COVID-19, la futura Reforma Judicial y un programa económico de consenso con el apoyo extra de los gobernadores. Rodríguez Larreta estuvo de acuerdo y se comprometió a llevar la propuesta presidencial al interior de Juntos por el Cambio.
El jefe de Gobierno porteño cree que Macri ya cumplió su ciclo, que Patricia Bullrich propone una táctica agonal para sucederlo en la Ciudad de Buenos Aires, que Elisa Carrió no conoce la aplicación de la racionalidad en la estrategia de largo plazo y que Alfredo Cornejo se endurece para emerger como candidato a Presidente en 2023.
A su turno, el Presidente acepta que comparte el poder con Cristina Fernández de Kirchner, que Sergio Massa es una aliado firme, que Máximo Kirchner y Wado de Pedro juegan en el centro del Frente de Todos, y que los gobernadores Omar Perotti, Juan Manzur y Juan Schiaretti son leales y están conscientes de la coyuntura institucional.
A partir de la interacción de estos personajes políticos, y en un escenario social y económico harto complicado, desde hace meses que Alberto Fernández y Rodríguez Larreta piensan a solas cómo construir un acuerdo que beneficie al país y a su vez preserve las identidades ideológicas de cada coalición partidaria.
La intervención a Vicentín y el Banderazo del 17 de agosto conspiraron contra la posibilidad de avanzar en un pacto de gobernabilidad. Y una vez que esos hechos políticos salieron de la agenda pública, Alberto Fernández planteó de nuevo a Rodríguez Larreta que la Reforma Judicial podía actuar como la base de sustentación del acuerdo entre el oficialismo y la oposición.
Pero el Presidente y el jefe de Gobierno no controlan todas las fuerzas que interactúan en el Frente de Todos y Juntos por el Cambio. Cristina Fernández de Kirchner facilitó la inclusión de la “Enmienda Parrilli” en la Reforma Judicial y Mauricio Macri embistió a Alberto Fernández mientras cumplía su agenda protocolar en la FIFA.
CFK y Macri ya sabían que Alberto Fernández y Rodríguez Larreta conversaban acerca de la posibilidad de cerrar un acuerdo de gobernabilidad post COVID-19.
Con todo, el Presidente no enterró sus pretensiones políticas y volvió a la carga en las últimas horas. Alberto Fernández ya descartó un acuerdo sobre la Reforma Judicial y ahora busca una revancha con la futura discusión parlamentaria del Presupuesto 2021. Rodríguez Larreta reiteró su respaldo a las intenciones presidenciales, por eso no fue ociosa la visita que Martín Lousteau hizo a Olivos.
El debate presupuestario tiene muchas condiciones para favorecer la posibilidad de un acuerdo político entre el oficialismo y la oposición. La discusión del Presupuesto Nacional comienza en Diputados, adonde no hay fuerzas hegemónicas, y está como hábil negociador Sergio Massa. El titular de la Cámara Baja es socio político de Alberto Fernández, amigo personal de Rodríguez Larreta y cree que es necesario un pacto que fortalezca el centro de las coaliciones partidarias.
Asimismo, CFK no tiene poder de veto en Diputados y los gobernadores -oficialistas y opositores- pueden influir en la redacción de los artículos que se vinculan con las economía regionales y la Coparticipación Federal. Un proyecto presupuestario con más de 200 votos a favor, entre el oficialismo y la oposición, sería una señal de madurez y un mensaje explícito a los senadores que miran más Barrio Norte que a la residencia de Olivos.
Rodríguez Larreta tiene la difícil tarea de convencer a Macri, que debe alinear a Bullrich y Carrió, y evitar que Cornejo juegue sus propias cartas. A su turno, el jefe de Gobierno porteño cuenta con María Eugenia Vidal, Rogelio Frigerio y Emilio Monzó, los tres referentes del PRO que consideran que el exPresidente sería un excelente consejero cuando llegue la hora de diseñar la campaña electoral.
Si la misión de Rodríguez Larreta es compleja en Juntos por el Cambio, Alberto Fernández tendrá que hacer un milagro político en el Frente de Todos. Cristina Fernández exhibe su propia agenda, se diferencia cuando desea del jefe de Estado, y no avalará ningún acuerdo institucional que ponga en jaque su proyecto personal y sus espacios de poder.
El Presidente puede contar con la mayoría de su Gabinete, un número importante de gobernadores, muchísimos diputados y la sonrisa fría de los senadores kirchneristas. Alberto Fernández tiene suficiente volumen político para acercar posiciones con Rodríguez Larreta, pero antes deberá derrotar a sus propios fantasmas: en estos casos, Barack Obama siempre recomendó leer el Elogio de la Traición.
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