Patricia Bullrich: “En los momentos de combate, siempre estuve en la primera línea”

La Presidenta del PRO dice que no fomenta "el caos" pero que no comulga con la "política light". La influencia de los '70. ¿Por qué cree preside el PRO? ¿A qué le teme? "Cuando uno está muchas veces al borde, todo lo relativiza", asegura

Patricia Bullrich (Adrián Escandar)

-¿Qué crítica le duele?

-Mi marido no puede creer que a mí me resbalen las cosas.

-¿Nada la afecta?

-No me afecta porque creo que ya aprendí que la construcción de una imagen no depende de lo que los demás digan de vos sino de lo que sembrás en la gente. Tengo a los que me quieren y a los que no me quieren nada. Tengo a mi público dividido. Amor y odio.

-¿Y le tiene miedo a algo en política?

-Lo único que siempre cuido, desde el día que asumí como ministra de Seguridad, borré todo lo que tenía de mis nietos en las redes. Me parece que era fundamental que cualquier circunstancia fuese mía. Pero no le tengo miedo a nada. Cuando uno está muchas veces al borde, todo lo relativiza.

-¿Estuvo muchas veces al borde?

-Y, ’75, ’76 y ’77, hasta que me fui del país, sí. Te rozaban las balas todos los días. Después afuera del país desapareció mucha gente. Menos en México o en algunos lugares donde había mucha solidaridad, desapareció mucha gente. Y cuando volví inconscientemente a la Argentina, después de la guerra de Malvinas, me agarraron, y vino un tipo que me dijo: “Voy a hacer público que usted está acá porque sino es una desaparecida más”. Año 1982, después de la guerra de Malvinas. Así que la verdad que todo eso me hizo perder por ahí el miedo, ¿no?

Patricia Bullrich dice que no fomenta el caos. Jura que tampoco lo aprovecha, a pesar de que algunos de su entorno y un buen número de dirigentes de la coalición opositora asegure lo contrario: “Ella funciona mejor así, con el caos”, resaltan. Aluden a la vieja teoría revolucionaria que dice que “cuanto peor, mejor”.

La presidenta del PRO, que en los últimas semanas volvió a estar en el centro del ring y que, como ella misma resalta, despierta amores y odios -hacia afuera, pero también hacia adentro de la propia coalición-, insiste en que no está de acuerdo.

“Yo tuve cargos ejecutivos y mi característica no fue el caos. Al revés, fue la construcción de una estrategia paso a paso. Cuando fui diputada siempre tuve la posibilidad de hacerme oír. Y sí, cuando ha habido momentos de combate, siempre he estado en la primera línea. Eso sí. En el conflicto del campo, en las estatizaciones de Aerolíneas Argentinas o de YPF. Ahí sí, siempre estuve en la primera línea”, subraya.

-¿Y cree que algunos de su espacio le escapan a eso?

-Hay personalidades, hay formas de ser. Hay gente que tiene otra forma de entender las cosas, o de mirarlas, o de comportarse. No es que me han tocado muchos momentos de tranquilidad como para saber qué hubiera hecho en momentos de tranquilidad. Ojalá.

La última reunión presencial del PRO, durante la verano, antes de que estallara la pandemia

Es que mucho antes de acompañar al menemismo, de formar parte del gobierno de la Alianza, de su vínculo con Elisa Carrió, de su paso por el Congreso, de encabezar el Ministerio de Seguridad por pedido de Mauricio Macri, un lugar que en teoría no estaba reservado para ella, y de su nuevo rol como presidenta del PRO y exponente del sector más combativo de Juntos por el Cambio, Bullrich militó en los ’70. Y coqueteó con la muerte. A algún amigo le pidió alguna vez no sentarse a tomar café en una confitería de la avenida Santa Fe, en la Ciudad, porque ese lugar le traía “malos recuerdos”.

“Patricia es eso. Un producto neto de los ’70″, explican a su lado. Miembro de la agrupación Montoneros, tuvo que exiliarse. Primero en Río de Janeiro, después en México y al final en París, hasta que volvió a la Argentina.

Carrió, con quien se quiso mucho, suele valorar su capacidad su trabajo. Pero siempre resaltó que le costaba conducir. Que se desbordaba. Cuando se enteraron de su designación como cabeza del partido que fundó Macri, en la Coalición Cívica, que integra la coalición opositora junto al PRO y la UCR, se decía puertas adentro que era cuestión de tiempo de que aparecieran los primeros chispazos internos. Efectivamente, fue cuestión de tiempo.

Bullrich, sin embargo, va para adelante: “Yo soy así como medio de origen prusiano, medio de combate, de trinchera”.

La ex ministra nunca creyó que el ex Presidente podía dar vuelta el resultado de las PASO. “Ellos tenían que bajar mucho, y nosotros subir mucho. Pero a mi no me importó. No me incidió psicológicamente. Yo seguí como si fuéramos a ganar y levantar puntos era el objetivo fundamental, porque si quedábamos en nueve puntos menos desaparecíamos del planeta”, abunda ahora.

Pero sí fue la primera en empezar a instalar que podían volver. Al menos, la noche de la derrota, en un búnker de Costa Salguero que por primera vez en más de una década no tuvo globos de colores, impulsó detrás del escenario el cántico “vamos a volver”, que el kirchnerismo había popularizado desde el llano.

La marcha del lunes feriado en el Obelisco, que generó fricciones internas en el PRO (Franco Fafasuli)

En las elecciones legislativas del 2005 que Macri ganó con comodidad, Bullrich, que no había querido asociarse al entonces líder del PRO, quedó sexta, en el pelotón junto a Luis Zamora, Facundo Suárez Lastra y Moria Casán. El lunes a la mañana llamó a sus asesores: “Empecemos a trabajar para el 2007”.

El lunes, la presidenta del PRO se apareció por la marcha que se congregó en las inmediaciones del Obelisco con múltiples consignas contra la Casa Rosada y Cristina Kirchner. Se bajó del auto y le recitó un poema de críticas a Alberto Fernández. Después se viralizó la imagen de un policía que hacía la venia mientras pasaba con su auto. La ex funcionaria lo sintió casi como una reivindicación histórica.

La convocatoria había sido desestimada por el sector moderado de la oposición, en el que Horacio Rodríguez Larreta tiene preponderancia. Bullrich y Rodríguez Larreta se respetan intelectualmente y tienen una alianza electoral en la Ciudad. Pero la pandemia alteró el vínculo. El jefe de Gobierno administra la cuarentena junto a la Casa Rosada y Axel Kicillof desde hace cinco meses. La ex funcionaria, que no tiene responsabilidad de gobierno, cree la gestión del aislamiento fue desacertada. Aún se respetan. Pero se miden a cada rato. Cada vez más.

El día después de la marcha, la ex ministra, que suele tener un papel activo en los encuentros virtuales de Juntos por el Cambio, celebró las protestas. Macri hizo lo propio, desde su gira europea. El ex Presidente fue el que la impulsó a liderar el partido. Hoy están embarcados en el mismo proyecto. En la misma vereda: la de la exaltación de la grieta. Aunque con estilos visiblemente distintos. Bullrich se enteró del viaje del ex mandatario una vez que aterrizó en París.

“A Patricia le dolió. Se enteró cuando ya estaba en Francia. ¿Qué va a decir? Ya está. La imagen de trabajo y de austeridad es muy importante. Que uno esté blindado ahí es muy importante. Eso solo ratifica una imagen que los demás dicen de él. Y eso a ella le da lástima”, dicen en el entorno de la ex ministra.

Patricia Bullrich y Mauricio Macri

-¿Cómo vive este presente en el centro del ring?

-Yo tuve cuatro años de mucho protagonismo en el Ministerio de Seguridad, y me parece que eso me dejó un piso alto. Esas cosas siempre tienen un valor. Es como que el periodismo te toma desde el piso donde estás, después si desapareces mucho tiempo por ahí bajas. El partido siempre había tenido una construcción más compartida con el gobierno en la medida en que éramos gobierno. De golpe el partido se convierte, y esa fue la decisión creo por la que me pusieron ahí, que toma una dinámica y una velocidad que no tenía.

-¿Y por qué usted presidenta del PRO? ¿Fue una señal interna?

-Una de las cosas que siempre se discutió es “tenemos política, no tenemos política”. Bueno, démosle velocidad política e impulso. Me parece que esa fue la decisión. Es un poco las razones que a mi me dio Mauricio y Humberto (Schiavoni) cuando me plantearon el tema de asumir ese rol. Lo que pasa es que bueno, después eso viene con beneficio de inventario (ríe).

-¿Y cuál sería acá el beneficio de inventario?

-Y, es que yo soy una persona con acción política, con ideas, con una convicción y entonces, bueno, por ahí la idea de un partido que tuviera impulso pero donde la política estuviera como más diluida, ¿no? Y yo no entiendo una conducción partidaria sin política.

-¿Y usted cree que antes no había política en el PRO cuando eran gobierno?

-Sí, ¿pero qué podía hacer el presidente del partido distinto a lo que podía llegar a hacer el ministro del Interior o la Jefatura de Gabinete? Cuando vos sos gobierno la presidencia partidaria comparte o divide con aquellos que conducen la política general.

-Pero había una puja interna en ese sentido, la llamada “ala política” versus Marcos Peña o el propio Presidente.

-Bueno, quizá ese es el gran cambio. El hecho de que yo le haya introducido un componente de acción política clara hizo que otros que antes por ahí solo hacían gestión hoy también hacen política. Entonces el reclamo de la acción política está presente, ya está.

-¿Y cuánto influye la ausencia de Peña?

-(Piensa) Yo creo que Marcos tiene una mirada donde él nunca fue un gran armador político. Él fue más bien un organizador del partido en cuanto al sistema electoral, no en cuanto construcción política. Tuvo otro rol. Cuando el otro día alguien me dijo que había salido en un portal que Marcos iba a armar el interior para Horacio, mucha gente dijo “no lo veo en ese rol”, porque no es el rol de él. Su rol es más de comunicación, de estrategia, y no tanto un rol de armador. Los que dicen “queremos hacer política”, bueno, hacé política. Los que dicen “queremos hacer una autocrítica”, bueno, hacé una autocrítica. En los lugares donde había gobiernos peronistas, a nuestro partido le costaba más crecer. Ahora es como rienda suelta.

-En su entorno dicen que su militancia durante los ’70 incidieron mucho en lo que es hoy.

-Te dan una impronta. El hecho de haber estado en cana, el hecho de haber vuelto, el exilio, el haber vivido persecuciones, el haber estado en todos lugares que uno puede caracterizar como duros, la Secretaría de Política Criminal, el Ministerio de Trabajo, el Ministerio de Seguridad, te van moldeando de alguna manera. Y esta cosa así de militancia, como diría, creo que fue Juliana Di Tullio, “aguanten los trapos”, esa idea.

-¿Está convencida de que otra vez son alternativa de gobierno?

-Totalmente, estoy convencida. Siempre las cosas dependen un poco de vos y un poco del contexto. Pero yo creo que tenemos un contexto favorable, hemos logrado avanzar en algo que no existía desde 1983, que es una fuerza social, popular movilizada, republicana. Tenemos un resguardo de valor en la unidad muy importante. Tenemos una ubicación política que ineludiblemente todos sabemos que estamos ahí. Y también se está dando un fenómeno, que para mi es muy importante, que es que Alberto y Cristina parecían que tenían una distancia simbólica grande y cada vez están juntándose más.

-¿Usted cree que eso era distinto?

-No, yo no me lo creí. Pero cuando en el electorado Cristina juega a esto, y decide bajarse, ella misma lo construye.

-¿Pero eso no era una necesidad electoral?

-Yo siento que Alberto ha tratado de tomar alguna distancia, pero creo que cada vez esa distancia se achica más, entonces el espacio político se va como consolidando en dos grandes identidades. Y eso para nosotros es muy importante, el hecho de que esas dos grandes identidades puedan subsistir. De alguna manera había algunos nuestros preparados a cumplir el rol de (Diego) Bossio en el gobierno nuestro, ser como los que se separaban para dar gobernabilidad. Nosotros damos gobernabilidad si el gobierno nos pide diálogo real. No es una gobernabilidad de uno, si no de un espacio.

Alberto Fernández, Axel Kicillof y Horacio Rodríguez Larreta (Presidencia)

-¿Pero no hay una contradicción en eso? Ustedes siempre dijeron que pudieron hacer algunas reformas porque hubo una oposición responsable. ¿No cree que deben tener ese rol responsable como oposición?

-Por supuesto, siempre y cuando del otro lado tengas un gobierno como el nuestro, que cambiaba las leyes, que acomodaba, que tenía que construir acuerdos. Si el Presidente hubiera planteado políticas de acuerdos, nosotros en vez de tener un Bossio hubiéramos hecho una política de acuerdos todo Juntos por el Cambio. Ahí está la diferencia. Y también, si no se hubiera sentido esta idea atrás de que en definitiva habían ciertos objetivos escondidos, como el de la impunidad.

-¿Usted está convencida cien por cien de eso, de lo que menciona por ejemplo como el “objetivo de la impunidad”, o es un relato?

-Totalmente.

-¿Es genuino? ¿O es parte de una construcción política y de un relato?

-Para mí no, se sintió mucho tiempo antes. No es un relato, es una realidad. Y realmente creo que cuando vos querés hacer una reforma judicial y en definitiva estás planteando que querés ampliar la cantidad de jueces, y de golpe metés una clausula como la cláusula de que podés denunciar al poder mediático, es evidente que vuelve a salir una concepción política que es dominante en esa coalición política que es la kirchnerista. El Presidente siempre fue amigo de los medios, ¿no?

-¿No sigue siendo amigo?

-No tengo idea. Pero este tipo de cosas ponen en duda su capacidad de ser amigo.

-Le preguntaba antes por el caos, y esta frase que usted misma recordaba de Di Tullio, porque también hay quienes dicen que usted tiene un estilo kirchnerista a la hora de confrontar. ¿Reconoce algún rasgo kirchnerista en la manera de concebir la política? Hay una vieja versión de que cuando se concibió hubo ofrecimientos del kirchnerismo para que forme parte de ese proyecto.

-La verdad es que lo que sí siento que no va conmigo es la política muy light, ¿no?

-¿Eso le cabe a Rodríguez Larreta, por ejemplo?

-No, creo que Larreta es otra cosa. Larreta es un tipo de gestión. Pero la cosa light no me cabe, porque enfrente vos tenés gente que sabe lo que quiere, a dónde va y es capaz, como los japoneses, de resistir años a la espera. Y yo creo que nosotros también tenemos que ser así.

-¿Y eso le genera algún tipo de admiración política?

-Mira, el otro día escuché una frase de (Agustín) Rossi que me pareció interesante. Rossi dijo algo que a nosotros hoy nos está pasando: “El kirchnerismo estuvo más en la gente en los años de gobierno de Macri que en los dirigentes”. Y yo creo que hoy a nosotros nos pasa lo mismo. Ese es un debate muy interesante para nosotros. Hoy nuestra gente está pidiéndonos a nosotros que nos pongamos a la cabeza. Y podés verlo en cualquier reunión del PRO en cualquier parte del país, que te dicen “vayan al frente, no nos dejen solos”. Esa frase de Rossi yo la siento. Yo quiero estar con la gente. Yo quiero esa representación porque creo que es lo que nos va a mantener una base social, que sea después quien sea el que la corone, va a ser estratégico que no se nos vaya un 10 o 15% de votos por un personaje o una ideología.

-¿Y usted está para ponerse el traje, llegado el caso?

-No quiero hablar de eso porque me parece que dentro del PRO y de Juntos por el Cambio es como que se adelantaron mucho los tiempos.

-¿Y por qué se adelantaron?

-Por el tema de que están muy puestas sobre la mesa candidaturas y objetivos personales, y nosotros ahora tenemos que tirar de un carro.

-¿Le genera alguna inquietud el kirchnerismo?

-No, no. Cuando alguna vez me pasó algo, siempre reaccioné. Me acuerdo cuando fue lo de Santiago Maldonado, que me tocó ir a hacer campaña a Esteban Echeverría, y todo bien, una caminata bárbara. Y de golpe, me dicen “se están juntando los kirchneristas para venir a putear”. Entonces empezaban de lejos. Y yo seguía. Me decían “vámonos, vámonos”. Yo decía “no, nos quedamos hasta último momento y los enfrentamos”. Y yo cada tanto les mandaba una puteada, y decía “no me van a sacar de mi objetivo de venir a ver a los vecinos”.

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