A 150 días de la implementación de la cuarentena y en medio de un inquietante aumento en la cantidad de muertes y contagios, el 60% de los argentinos todavía aprueba la gestión del gobierno nacional en relación a la pandemia de coronavirus. Sin embargo, también se puede observar una fuerte caída respecto al pico de popularidad registrado en abril.
Según una encuesta nacional de la consultora Poliarquía, que fue actualizada semanalmente desde el inicio de la pandemia, en abril el 80% de los argentinos estaba de acuerdo con las medidas implementadas por el gobierno nacional para frenar el avance del coronavirus y apenas un 12% se manifestó en contra. Sin embargo, con el correr de los meses la aprobación fue cayendo hasta el 60% en agosto, mientras que el rechazo subió al 32%.
Al ser consultados específicamente sobre la cuarentena, en marzo un 60% dijo estar “muy de acuerdo” y un 29%, “de acuerdo”. Para agosto, ambas categorías cayeron al 28% y al 27%, respectivamente.
El estudio de opinión pública, realizado en base a una muestra telefónica de 1500 casos, fue dividido en tres partes: el impacto político, económico y en el estado anímico de la cuarentena. Uno de los datos más salientes del primer apartado es que la imagen de los tres principales políticos que ejercen funciones ejecutivas mejoró en relación a la etapa pre pandemia.
Tal es el caso del presidente Alberto Fernández, quien tenía una imagen positiva del 57% en marzo -antes de la llegada del COVID-19 a la Argentina- y ahora goza de una popularidad del 63%.
No obstante, a pesar de estar 6 puntos arriba, uno de los datos más significativos es que en abril, durante las primeras semanas de aislamiento obligatorio, su imagen positiva alcanzó un pico del 71% que luego comenzó a descender progresivamente a la par del cansancio social con las medidas restrictivas.
En cambio, el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, empezó desde más abajo (47% de imagen positiva en marzo) y registró un incremento de 13 puntos: en julio tuvo un 60% de aprobación. Si bien permanece tres puntos por debajo de Alberto Fernández, la imagen del principal referente de la oposición no se desgastó, sino que mantuvo una mejora sin retrocesos a pesar de haber acompañado la mayoría de las medidas dispuestas por el gobierno nacional.
Para Alejandro Catterberg, director de Poliarquía, esto se debe a que la imagen de los dirigentes no sólo está formada por su accionar frente al coronavirus, sino por muchos otros elementos, algunos de los cuales tienen que ver con lo gestual y otros, con la gestión.
“Gran parte de lo que Alberto Fernández creció y después perdió, fue apoyo entre votantes de Cambiemos. Estos pudieron haberse desilusionado no solo por el manejo de la crisis sanitaria, sino por la situación económica, medidas en materia institucional, declaraciones o la vinculación exhibida con Cristina Kirchner”, explicó Catterberg a Infobae.
Por su parte, el gobernador bonaerense Axel Kicillof también tuvo una mejora de seis puntos en imagen positiva, pasó de 37% en marzo a 43% en julio. Pero la evolución de su popularidad fue más constante: apenas registró un pico de 45 puntos en mayo y sólo retrocedió un 2%.
Por el contrario, tanto la imagen de la vicepresidenta Cristina Kirchner como la del ex mandatario Mauricio Macri se vieron afectadas negativamente por la pandemia. CFK empezó la emergencia sanitaria con 39% de aprobación y en julio marcó un 33%. Bastante más abajo, Macri cayó de un 23% a un 19%.
Según explicó Catterberg, el dato político más interesante que “se consolidó la imagen de los líderes moderados de ambas coaliciones, mientras que la imagen de Macri y CFK retrocedió con respecto al inicio”.
Al analizar los datos según las simpatías políticas de los consultados, el apoyo a las políticas sanitarias se mantuvo casi constante entre los votantes del Frente de Todos, de 93% en abril a 92% en agosto, mientras que tuvo un marcado descenso del 67% al 22% entre quienes se identifican con Juntos por el Cambio.
Desde el punto de vista económico, durante el último mes el 59% de los entrevistados se manifestó de acuerdo con mantener la cuarentena “aunque esto genere dificultades económicas” y el 29% planteó que no hay que frenar la economía “aunque esto genere más contagios y fallecidos”. El contraste con el mes de marzo, al inicio de la pandemia, es notorio: por entonces el 84% defendía la cuarentena y apenas el 7% decía que no hay que parar la economía.
En cuanto al impacto económico de la pandemia, los datos mostraron mayor estabilidad. En marzo, un 43% dijo verse “muy” afectado en su situación personal, un 34% aseguró estar “bastante” afectado y un 20% contestó entre “poco” y “nada”. Seis meses después, el 38% se sentía “muy” afectado y el 31%, “bastante”. Curiosamente, el 22% respondió estar “poco” afectado y el 6% dijo “nada”, un incremento de ocho puntos respecto al inicio de la pandemia (de 20% a 28%).
Los empleados estatales son los que menos sintieron el impacto económico. En agosto el 31% dijo que la pandemia afectó mucho su situación económica, y el 23% respondió que “bastante” (54% en total).
El 43% de quienes trabajan en el sector privado aseguraron que sintieron “mucho” el golpe económico y el 25%, “bastante” (68% en total). Los independientes contestaron 32% y 40%, respectivamente (72% en total) y los jubilados 32% y 36% (68%).
Finalmente, a comienzos de la pandemia el 66% de los entrevistados se manifestó “muy” preocupado y el 26% “bastante” preocupado por el avance del virus. Cinco meses después, el nivel de preocupación registró una baja considerable: 44% “muy” y 34% “bastante” preocupado. Quienes se sentían “poco” preocupados pasaron del 4% al 14%.
Entre las consecuencias psicofísicas de la pandemia y la cuarentena, el 56% dijo experimentar tensión o nervios; el 46%, problemas para dormir; el 44%, aseguró estar cansado y tener menos paciencia; y el 27% experimentó más dolores de cabeza y estomacales.
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