El Gobierno ligó a la oposición las masivas protestas en todo el país, con epicentro en la ciudad de Buenos Aires, y centró su discurso de este lunes en las eventuales consecuencias sanitarias de la movilización que aglutinó a un buen número de manifestantes en el Obelisco, en la quinta de Olivos y en los principales centros urbanos del interior.
Alberto Fernández encabezó al mediodía la ceremonia de aniversario por la muerte del general San Martín y se refugió en Olivos al momento en que empezaban a convocarse los primeros manifestantes. Siguió las protestas a solas: sus principales colaboradores aprovecharon el feriado para descansar. El ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, seguía por ejemplo las novedades desde Mercedes. Santiago Cafiero, el jefe de Gabinete, hacía lo propio desde su casa en San Isidro. Un encumbrado asesor presidencial atendió a este medio, pasadas las 5 y media, mientras se levantaba de la siesta. Todas señales de la necesidad del Gobierno de desacreditar la convocatoria.
Fue Cafiero, sin embargo, el primero en sentar posición mientras los manifestantes todavía protestaban de a miles con un variopinto menú de consignas contra el Gobierno. “Les pedimos perdón a los trabajadores de la salud por no haber podido evitar la marcha”, resaltó el jefe de ministros en declaraciones a la agencia oficial Télam. Después de casi cinco meses de cuarentena, en medio del tramo más inquietante de la pandemia, la Casa Rosada decidió atar sus dichos a la cuestión sanitaria.
“La preocupación por lo sanitario es real”, aseguró a este medio un estrecho colaborador presidencial. “Es una minoría muy intensa, que está muy exacerbada”, agregó en alusión a un sector de la sociedad y al ala más radicalizada de Juntos por el Cambio. En esa línea se explayó Cafiero: “La inmensa mayoría de nuestros compatriotas se están cuidando y no porque apoyen al Gobierno, si no porque saben que esta pandemia es grave”.
Por caso, Patricia Bullrich, que encabeza ese bando duro de la coalición opositora, se apareció en las inmediaciones del Obelisco con críticas al Presidente por la administración de la cuarentena, que gestiona desde hace casi cinco meses junto a Horacio Rodríguez Larreta, atravesado por las tensiones internas del PRO. El jefe de Gobierno, de hecho, intentó remarcar ayer que la convocatoria no era partidaria.
Más allá de lo sanitario, de la decisión de desacreditar las manifestaciones y de la intención de ligarla a la radicalización de la oposición, desde un sector del círculo presidencial se mostraron de todos modos atentos a la convocatoria.
“Esto tomó una dinámica política. No va a cambiar el escenario político que ya conocemos y no reniego de la importancia. La pregunta es si esa minoría que vimos hoy puede transformarse en una mayoría. Dependerá mucho de lo que hagamos nosotros de acá a las elecciones”, analizó un importante colaborador del jefe de Estado.
Para Miguel Cuberos, subsecretario de Asuntos Políticos de la Presidencia, “existe una bronca acumulada entre la frustración que generó el propio (Mauricio) Macri y la derrota electoral indigerible aún”. “Siempre a favor del derecho a manifestarse, en contra de dirigentes irresponsables (Bullrich, Elisa Carrió, etcétecera) que claramente especulan políticamente con cierto cansancio de la gente en esta circunstancia de pandemia”, subrayó el funcionario en diálogo con Infobae.
De las últimas manifestantes en contra de la Casa Rosada, en medio de la crisis por el coronavirus, la de este lunes fue la más contundente. Ya habían habido otras dos, el 20 de junio -azuzada por la fallida intervención de Vicentin- y el pasado 9 de julio.
De todos modos, la estrategia del oficialismo sigue centrada en machacar en la “minoría intensa” que, según el Gobierno, salió a reclamar durante el feriado.
“La sociedad nos sigue. Hay un número muy importante de gente que nos acompaña y nos sigue. Hay una minoría intensa, que son esta suerte de terraplanistas, que son muy poca gente. Esa marcha (por la de hoy) es una invitación al contagio”, subrayó el propio Alberto Fernández el sábado en declaraciones a radio La Red. Veinticuatro horas después de extender, de nuevo, el aislamiento social y preventivo cuyo cumplimiento fue puesto en duda por el mismo mandatario.
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