El ministro de Educación, Nicolás Trotta, rechazó la idea de retomar las clases presenciales en la ciudad de Buenos Aires, pero sí dio su aprobación para que los docentes y los equipos educativos trabajen de manera personalizada con los chicos que no tienen conectividad en sus hogares y no pudieron estudiar desde el inicio de la cuarentena.
“Cuando el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires nos propuso regresar a las aulas, le planteamos que no están dadas las condiciones epidemiológicas y le propusimos que la escuela vaya a las casas”, explicó Trotta.
Sus declaraciones se produjeron después de que el Jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, anunciara el viernes en conferencia de prensa la reapertura de algunas escuelas públicas para que los 5100 alumnos que abandonaron sus estudios en estos cinco meses puedan volver a las aulas.
“En este momento no se puede volver a la presencialidad y no vamos a exponer a ningún niño y docente en un distrito donde hay mayor circulación de COVID. Queremos que la escuela vaya a los chicos. No necesariamente su maestra sino alguien del equipo socioeducativo a acompañar y generar el vínculo con la familia”, explicó el Ministro al ser entrevistado en Radio 10.
Además, puso como ejemplo lo que sucede en distritos rurales donde son los maestros los que se encargan de llevar la tarea casa por casa y luego pasan a retirarla para hacer las correcciones correspondientes. “La conectividad ayuda pero no resuelve. En la ruralidad los maestros son los que recorren las fincas y los campos para llevar el material educativo y el módulo de alimentos”, señaló.
De acuerdo a la propuesta de Larreta, el retorno iba a ser el 7 de septiembre siguiendo un protocolo estricto: tapabocas obligatorio para chicos y adultos, distanciamiento de al menos 1,5 metros y medidas de higiene como alcohol en gel en los distintos espacios de los establecimientos. La idea inicial era “ir a tocarles la puerta para regresaran al colegio”.
En el último mes, el Ministerio de Educación porteño realizó un relevamiento en todas las escuelas de la Ciudad con el objetivo de conocer la frecuencia de los vínculos entre docentes y alumnos. Si bien los resultados fueron auspiciosos –el 88% de los alumnos tienen más de dos contactos por semana con la escuela– un porcentaje de los chicos se cayeron del sistema educativo desde la suspensión de las clases, el 16 de marzo.
En primaria encontraron que 1.609 estudiantes, es decir el 1,37% de la matrícula total, perdieron vínculo con la escuela. En secundaria, como se esperaba, el problema es mayor: alcanza al 3,81% de la matrícula, un total de 3.525 chicos. Son alumnos en el nivel socioeconómico más bajo, que no respondieron por medios virtuales porque no disponen de Internet o dispositivos ni les pudieron acercar los cuadernillos oficiales.
La estadística es alarmante si se la contrasta con un año lectivo normal en CABA. Los últimos datos oficiales dan cuenta de un abandono interanual de 0,09% en primaria y 1,2% en secundaria. De corroborarse las cifras actuales en 2021, en primaria el desgranamiento se multiplicaría por quince y en secundaria por tres.
El anuncio de la vuelta a las aulas de los alumnos que no pueden acceder a la educación virtual por falta de conectividad fue rechazado por los gremios docentes que apuntaron que esta decisión expone tanto a estudiantes como al personal docente y no docente a la posibilidad de contagio.
“Es de una altísima irresponsabilidad volver a las clases ya que no están garantizadas las condiciones epidemiológicas y sanitarias para el regreso a las escuelas”, aseguró
Eduardo López, secretario adjunto de la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE).
A través de un comunicado, la Asociación docente de la Ciudad de Buenos Aires también rechazó esa iniciativa: “Exponer a las familias más vulnerables y a les docentes y auxiliares al riesgo de contagio, lejos de ser una preocupación por su aprendizaje es un desprecio por su vida y su salud”
Por su parte, la Confederación de Trabajadores de la Educación (Ctera) se expresó en esa misma sintonía: “Con la vida no se juega. Esa medida arriesgará la vida de docentes, estudiantes y la comunidad educativa”.
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