El Gobierno nacional anunció este miércoles por la tarde que en la Argentina se producirá una vacuna contra el coronavirus. Será la del laboratorio AstraZeneca, investigada por equipos científicos de la Universidad de Oxford y cuyo ciclo –aún en fase 3– no está terminado.
En conferencia de prensa, el presidente Alberto Fernández adelantó que estará lista para ser utilizada en el primer semestre de 2021 y que su costo será de entre 3 y 4 dólares. Además, dijo que el objetivo es fabricar, en conjunto con México, entre 150 y 250 millones de dosis para ser distribuidas en toda América Latina pero con una salvedad: Brasil.
El jefe de Estado comunicó que “AstraZeneca eligió al laboratorio mAbxience, que será el productor del reactivo de la vacuna”, lo cual consideró “un reconocimiento a la calidad de los laboratorios argentinos”.
“México será el encargado de envasar la vacuna y completar el proceso de producción”, explicó el Presidente. Y agregó: “Nos han anunciado que esperan poder llevar adelante una producción con un piso de 150 y un techo de 250 millones de dosis, calculando que América Latina va a necesitar cerca de 230 millones de dosis, sin contar a Brasil, que tiene un acuerdo con otro desarrollo”.
El motivo de la excepción de Brasil radica justamente en que el país vecino es otro de los que también producirá la vacuna de Oxford contra el COVID-19. Así lo anunció el sábado pasado, cuando comunicó que espera comenzar la producción masiva en diciembre.
Según se informó, BioManguinhos, el instituto de producción de inmunobiológicos de la Fundación Oswaldo Cruz, principal centro de investigación médica de Latinoamérica, envasará, rotulará y empacará las primeras dosis. Luego, en una segunda etapa, elaborará el concentrado vírico.
“Estamos trabajando en dos frentes y el primero es el del procesamiento final, que es a partir del recibimiento del ingrediente farmacéutico activo, que es el concentrado de la vacuna y llegará congelado. Aquí realizaremos el proceso final”, señaló a EFE Mauricio Zuma, director de BioManguinhos.
Por su parte, el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, anunció la liberación de 1.900 millones de reales (unos 365,3 millones de dólares) para todo el proceso de finalización de la vacuna importada del Reino Unido y para la producción inicial propia, en 2021.
De las cien millones de dosis adquiridas por Brasil, se tiene previsto que en diciembre lleguen 15,2 millones en enero y otra cantidad igual en enero. Para las casi 70 millones de dosis restantes “estamos definiendo el cronograma” con el laboratorio AstraZeneca, resaltó Zuma, para quien las primeras vacunas solo estarán disponibles para las personas a partir de enero.
“Tenemos toda una fase de control de calidad, que lleva tiempo y es un proceso complejo, por eso hasta ser liberada la vacuna solo estará disponible en algún momento de enero”, subrayó el responsable del laboratorio, quien espera también la autorización de la Anvisa, la agencia reguladora de vigilancia sanitaria brasileña.
La vacuna contra el coronavirus que desarrolla la universidad británica de Oxford resultó “segura” y “entrena” el sistema inmunológico, según revelaron los hallazgos de las primeras fases del estudio, divulgados en los últimos días de julio.
La fórmula no presentó ningún efecto colateral grave en los 1.077 voluntarios, adultos sanos de entre 18 y 55 años, que produjeron respuestas inmunes de anticuerpos y células T que pueden combatir el virus, según los resultados del ensayo publicados en la revista médica The Lancet.
AstraZeneca es una de las farmacéuticas líderes en la carrera por encontrar una vacuna contra la enfermedad que ya causó miles de muertes en el mundo, junto con otras compañías que prueban candidatas en ensayos clínicos de etapas media y final. La firma dijo que una fase III de los ensayos de su vacuna potencial se está llevando a cabo actualmente en Reino Unido, Brasil y Sudáfrica, y que empezará pronto en Estados Unidos.
Los investigadores dijeron que la vacuna causó efectos colaterales leves más frecuentes respecto a un grupo de control, pero que muchos de éstos pudieron reducirse con paracetamol, sin que se detectaran efectos adversos graves.
La fórmula, que está siendo desarrollada a una velocidad sin precedentes, está hecha con un virus genéticamente fabricado que ocasiona el resfriado común en chimpancés. Los científicos lo modificaron en gran manera de forma que no pueda ocasionar infecciones en personas y para que se asemeje más al coronavirus.
Lo hicieron transfiriendo las instrucciones genéticas para la llamada “proteína del pico” del coronavirus –la herramienta clave que este emplea para invadir las células de humanos– a la vacuna que están desarrollando. De esta manera, esta vacuna se parece al nuevo coronavirus y el sistema inmune puede aprender la manera de luchar contra él. Al estar basada en un adenovirus modificado, que no se replica, es más segura en especial para los pacientes más frágiles.
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