El gobierno de la provincia de Buenos Aires se quedará en la misma fase de la cuarentena en la que está actualmente. Fase 3. Lo tiene decidido Axel Kicillof. En la Ciudad de Buenos Aires analizan la posibilidad de avanzar en la apertura de alguna actividad que genere baja movilidad, pero advierten que no habrá grandes cambios.
Las posiciones de ambos gobiernos son compatibles. A priori, en el horizonte no aparece una negociación demasiado compleja o tensa. Ambos comprenden que no pueden avanzar demasiado cuando la curva de contagios se mantiene muy alta. Lo que resta es pulir las posiciones de cada uno y sellar el acuerdo. Allí entrará en juego la palabra de Alberto Fernández y su rol de mediador.
Para Kicillof la conclusión es simple. La elevada cantidad de contagios que tiene el territorio bonaerense -ayer fueron 5.402 casos- le impide avanzar en la flexibilización de la cuarentena. No hay margen. El motivo es siempre el mismo. El que el ministro de Salud, Daniel Gollan, suele repetir con frecuencia. El sistema sanitario puede desbordarse de un momento a otro.
Los últimos datos indican que están ocupadas el 66% de las camas de Terapia Intensiva del conurbano. El sistema todavía tolera, pero el crecimiento de casos avanza con firmeza y se expande en un conglomerado urbano en donde viven 13 millones de personas. Por eso la decisión de Kicillof es mantener a los municipios del AMBA en la fase que están hasta que la curva empiece a descender lentamente.
“Estamos estabilizados en un número alto. Quedarnos en donde estamos ya es una gran victoria”, sostienen en La Plata y, al mismo tiempo, afirman: “Tenemos el 100% de la industria en marcha y el 90% de los comercios abiertos. Quedarnos en la Fase 3 frente a este contexto de contagios es lo mejor que podemos hacer en este momento”.
A este nivel de contagios, y con la cantidad de camas disponibles, el gobierno bonaerense considera que puede tolerar el embate de la pandemia parado en el mismo lugar. Si los casos crecen exponencialmente y rompen la barrera de los 5.000, entonces entrará en juego la posibilidad de dar marcha atrás y restringir la circulación.
El primero en anticiparlo públicamente fue Gollan, que no descartó la posibilidad de dar marcha atrás con la flexibilización del aislamiento si los contagios se multiplican y el crecimiento se acelera. “Si esto sigue así, hay que pensar en hacer un cierre más estricto, pero también hay que ver si la sociedad luego lo acompaña”, aseguró.
Después de 150 días de cuarentena en el gobierno provincial son conscientes de que ir hacia atrás es la última opción y que, en el caso de hacerlo, debería ser una decisión tomada por el gobierno nacional. No puede ser un movimiento unitaleral de Kicillof, ni alcanza que sea coordinado con el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larrreta.
Si hay un escenario peor que el actual, tanto en el AMBA como en el interior del país, donde comenzaron a producirse una serie de rebrotes, sobre todo en los grandes centros urbanos, la decisión de cerrar estrictamente la circulación debe ser tomada por Alberto Fernández en un contexto nacional. “Si se tiene que volver atrás, tiene que ser un cierre duro, estricto. Volver a la fase en la que solo estaban abiertos los supermercados y las farmacias”, reflexionan en La Plata.
Kicillof asume que la gente está harta de la cuarentena pero no tiene más remedio que mantener las restricciones y pedir, cada vez que puede, que no hagan reuniones sociales, ni se junten a jugar deportes de grupo. Parece una obviedad, pero la campaña bonaerense de concientización está apuntada hacia esas actividades porque saben que suceden y que son focos de contagios permanentes.
Esta semana el gobernador seguirá el mismo plan de acción de siempre. Probablemente el miércoles se reúna con el equipo de expertos que lo asesoran y escuche cuál es el análisis que hacen frente al panorama actual. El jueves haría un Zoom con los intendentes para escuchar sus posiciones y comentarles cuál es la del gobierno y, finalmente, se reuniría con Rodríguez Larreta y el Presidente para terminar de cerrar el acuerdo y ponerle día y hora al anuncio de la extensión de la cuarentena.
En el gobierno porteño no están tan lejos de la postura que hoy tiene Kicillof. No irán para atrás y podrían avanzar con pocas aperturas. De no haber cambios, la próxima semana se habilitarán más deportes individuales. Además, autorizarán el funcionamiento de comercios de Once, Retiro y Constitución luego de la polémica generada con los manteros y los vendedores ambulantes.
El ministro de Salud porteño, Fernán Quirós, aseguró este lunes que la curva de contagios de coronavirus “está madura” y que en base a diferentes elementos técnicos esperan que empiece a bajar en las próximas semanas. “Es una cuestión de pocas semanas que empiece a descender”, precisó.
“Todas las curvas en las ciudades del mundo han tenido un formato exponencial, de ascenso permanente, hasta que en un momento se ponen horizontales y bajan. En la Ciudad la curva no sube exponencialmente hace varias semanas”, dijo el funcionario porteño. Ese dato se complementa con la tasa de duplicación de casos, con un R0 que fluctúa en torno a 1 y con un mapa empidemiológico que demuestra que la curva de contagios ya tuvo su pico y descendió en un tercio de los barrios de la Capital Federal.
En el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires anticipan que serán “cautos y conservadores” y que esperarán los próximos dos días para analizar los números de las últimas dos semanas. “En base al análisis de esos datos veremos si podemos sumar o no alguna actividad de bajo impacto en la movilidad”, advirtieron.
En la Ciudad piensan en que pueden sumar alguna actividad de la Fase 2, que tenga bajo riesgo de contagio y que no genere traslado de gente que vive en el conurbano hacia la Capital Federal. De esa forma podrían lograr un acuerdo con el gobierno bonaerense pero, al mismo tiempo, dar un pequeño paso hacia adelante y generar una muestra simbólica de que la intención es avanzar en un plan de flexibilización.
Lo que está claro es que Rodríguez Larreta no correrá riesgos innecesarios. No abrirá demasiado el grifo en un momento donde los contagios se mantienen elevados y, según los datos epidemiológicos que manejan, podrían haber llegado al pico. Quizás, en 15 días, la realidad sea mucho mejor que la que hoy tienen. Al menos, así lo esperan. Además, sabe que debe llegar a un acuerdo con Kicillof y Alberto Fernández, en el marco de un plan conjunto, y que la moderación es la única carta igual que tienen los tres en sus manos.
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