Thomas Shannon es una leyenda en la diplomacia de los Estados Unidos y fue contratado por la Cancillería para lograr un acercamiento profundo al establishment norteamericano que aún desconfía del Gobierno peronista. Shannon abre las puertas de los despachos más poderos de Washington, conoce como piensa Cristina Fernández de Kirchner y siempre tuvo buena relación con Alberto Fernández.
El lobby es una actividad legal y reglamentada en DC, y Shannon trabaja para la Argentina desde las oficinas de la firma global de abogados Arnold&Porter. Su contratación fue idea del embajador Jorge Arguello, y tras una compulsa con otros lobistas, el canciller Felipe Solá se inclinó por el experto diplomático que en sus momentos libres hace trekking y pinta cuadros.
-¿Qué espera y cómo supone que será el nuevo gobierno de Alberto Fernández?-, le preguntó Paula Lugones, corresponsal de Clarín en Estados Unidos.
-Tengo la esperanza de que va a ser un gobierno exitoso. Llega en un momento clave para la Argentina, cuando se han recuperado de la gran crisis económica que llevó a los Kirchner al poder. También han llegado a la presidencia por la crisis política producida por el intento de reconectar a Argentina al mercado mundial de capitales y todo lo que el presidente Mauricio Macri hizo, algo que era necesario e importante. Pero ahora la importancia es buscar un equilibrio donde Argentina pueda seguir con su inserción en el mundo y, al mismo tiempo, también atender los intereses del pueblo argentino. Es un desafío que enfrentó Macri y será el desafío que tendrá que enfrentar Fernández- contestó Shannon.
Shannon puede jugar un papel importante en Washington frente a la desconfianza que causa la agenda geopolítica de Alberto Fernández. En DC no comparten la posición del Presidente argentino respecto al régimen populista de Nicolás Maduro, cuestionan su propuesta de bloquear la elección de Mauricio Claver -nominado por Donald Trump- como titular del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y no entienden porqué se asiste con la ayuda financiera de Xi Jinping, líder de la República Popular de China.
Arguello marca el paso diplomático en Washington, pero Shannon es norteamericano, conoce todos los secretos del Capitolio y la Casa Blanca, y siempre hizo lobby para acercar a las partes en conflicto. Trabajó 35 años para el Departamento de Estado, y ahora recibe instrucciones del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Además de explicitar la estrategia de la Casa Rosada frente a Venezuela, el BID y China, el exsubsecretario de Estado para América Latina de Barack Obama será una pieza importante en la ofensiva diplomática que emprenderá Alberto Fernández para aumentar las exportaciones a los Estados Unidos y obtener inversiones directas de sus principales compañías de bienes y servicios.
Trump tiene un concepto quid pro quo para sus relaciones bilaterales, y la decisión del Gobierno de exhibir una posición equidistante en la crisis de Venezuela y rechazar la nominación de Claver en el BID, multiplicó el trabajo que emprende Arguello junto al lobista Shannon.
Si el Presidente de los Estados Unidos renueva su mandato en las próximas elecciones, recordará a los países que se alinearon con su agenda en América Latina. En este contexto, Brasil, Paraguay y Uruguay (socios del Mercosur) serán privilegiados con mayor acceso a las inversiones y a los mercados norteamericanos.
Y esta es una falencia que Shannon deberá mitigar en 2021, si la Cancillería le renueva el contrato como lobista de la Argentina.
El exsecretario de Estado (interino) considera que Cristina Fernández de Kirchner es inteligente e imparable en la búsqueda nuevos espacios de poder, y cree que Alberto Fernández tiene suficiente pragmatismo para manejar a las fuerzas políticas que confluyen en el Frente de Todos.
Shannon Trabajo para diez presidentes de los Estados Unidos -entre ellos George Bush y Donald Trump-, tuvo conversaciones secretas con Fidel Castro y Maduro, y sabe cómo funciona la diplomacia en América Latina. No es poco para los intereses de la Argentina, en medio de la crisis del COVID-19 y la tensión creciente entre Estados Unidos y China.
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