El martes, la Argentina registró 168 muertes en un día, la mayor cifra desde la llegada de la pandemia. Este miércoles, anotó 7.147 casos de contagio, también un récord. Los últimos números del coronavirus, con el arrastre de la extensa cuarentena, estarían lejos de ser el mejor marco social para dirimir una batalla política. Pero han sido estas las horas elegidas por el oficialismo para una carga contra Horacio Rodríguez Larreta. El dato más llamativo, si se quiere, lo aportó Alberto Fernández. Y por primera vez generó respuesta abierta aunque limitada al nivel de ministro como parte de la reacción contenida. Cálculo propio o dinámica interna, ese fue el estreno del capital político que representaría el acuerdo por la deuda. Un contrasentido si se le adjudica al trato con los bonistas un efecto de cierto alivio y certidumbre.
Los costos autoinfligidos no son una novedad en la política y tampoco en el caso del oficialismo. Lo llamativo es que ese tipo de “errores” en general suelen ser causados por el vértigo frente a situaciones adversas. Ahora surgen veinticuatro horas después del resultado más esperado por el Presidente desde el arranque de su gestión. No sería el mejor momento para esa batalla aun si ese logro es sobrevalorado al punto de suponer que alcanza para cerrar filas internas y reponer sueños hegemónicos. El punto es que quizá seguir escalando esmerile la imagen de todos, según evaluaba anoche un veterano operador, al límite de la llamada antipolítica.
Otros datos complican más la pintura. Si la guía del día después del acuerdo con los bonistas es marcar la agenda con tono de ofensiva –confrontar con la oposición, en lugar de convocar a un acuerdo que hasta podría reactivar internas en la otra vereda- costaría explicar la amplificación simultánea de un rubro sensible –la inseguridad-, con el jefe de Gabinete puesto a tratar de amortiguar las declaraciones de la ministra del área que habían subestimado el problema. Otra postal, al revés, estuvo a cargo de Oscar Parrilli, embarrando más la imagen del proyecto de reforma judicial en sentido integral: fuero federal y ofensiva sobre la Corte Suprema. El senador le sumó la pretensión de limitar a los medios.
El temario público está dominado sin dudas por las cuestiones económicas, con una segunda línea en la que reaparece la inseguridad. Así lo exponen además distintas encuestas, en un marco en que la mayoría de los sondeos –aún con las reservas que generan muchas por los malos pronósticos en las PASO y en las elecciones de octubre- registran caída de la imagen de gestión. Entre los últimos, se anotan los trabajos de Giacobbe, Synopsis y Management & Fit. Este último confirma el listado de preocupaciones: los distintos rubros económicos suman casi 43 puntos y la inseguridad vuelve a aparecer, con casi 17. Por supuesto, los humores sobre la pandemia oscilan entre el temor al virus y la fatiga por la cuarentena.
Alberto Fernández se mostró hasta contenido el martes, apenas anunciado el entendimiento con los acreedores externos, que sería formalizado en las próximas semanas. Hubo algunas críticas a la gestión macrista, en medio de apoyos desde la oposición. En conjunto, una puesta esperable. Ayer, en cambio, decidió avanzar en un camino similar al expuesto por Axel Kicillof en el inicio del actual capítulo de la cuarentena. Advirtió que la gestión porteña descuida de hecho a los adultos mayores que –dijo- “tienen que atenderse en la Provincia porque en la Ciudad no hay lugar”. Un tiro a Rodríguez Larreta y un mensaje intranquilizador a la sociedad en medio de cifras crecientes de contagios.
El dato significativo es que no se trata de un dato aislado. El fin de semana, el ministro Eduardo “Wado” de Pedro –considerado un gran articulador del entramado oficialista- cargó contra la policía porteña y el mensaje fue reproducido y elogiado por Cristina Fernández de Kirchner. Se verá si indican el inicio de una estrategia que, hasta ahora, parecía a contrapierna de los planes presidenciales: desde su círculo se señalaba a Rodríguez Larreta como parte de un armado de los moderados, un corte con CFK y con Mauricio Macri.
La respuesta porteña quedó a cargo de Fernán Quirós, responsable de salud y desde marzo, vocero principal de la Ciudad en esta materia. Por supuesto, eso le ha agregado un fuerte perfil mediático. Fue una manera de responder formalmente desde el área específica cuestionada por el Presidente, con un ministro conocido y sin exponer directamente al jefe de Gobierno. Quirós reivindicó la decisión presidencial de la cuarentena, pero fue sin vueltas a señalar al PAMI como responsable por los sitios de internación elegidos. Agregó que hasta ahora el sistema público de salud de la Capital está en condiciones de dar respuesta, incluso en función de los convenios con la obra social de los jubilados. En paralelo, se hicieron circular planillas para sostener esos dichos.
Ese fue el cruce del día. Además, desde el Gobierno, y se entiende que por expresa indicación presidencial, Santiago Cafiero se encargó de tratar de cerrar el tema de la seguridad. Sabina Frederic había dejado unas declaraciones que combinaban referencias globales a una baja del delito –en comparación interanual, semestre contra semestre, incluido el tramo más severo del aislamiento social- y al impacto colectivo básicamente por los medios. El jefe de Gabinete sostuvo que en realidad el delito sí creció, pero en comparación con marzo-abril. Fue una explicación que, aun para saldar sin éxito la cuestión, le dio mayor volumen. En clave más doméstica, asomó a la vez con la confirmación del mal efecto de la intervención de la ministra.
Poco antes, Parrilli había teñido con su intervención la primera reunión de comisiones del Senado para poner en marcha el proyecto de reforma judicial. El senador del núcleo de CFK pidió que sea incorporado al articulado de la ley una clara condena a los “poderes mediáticos”. Una carga renovada apenas en las formas.
Todo ocurrió con diferencia de unas horas. Se verá cuánto o qué es considerado “fuego amigo”. Y eso dependerá en buena medida de la redefinición de la interna y de la relación con el conglomerado opositor. El futuro del vínculo con Rodríguez Larreta podría dar pistas en los dos sentidos.
Seguí leyendo: