A pesar de que hace menos de un mes Alberto Fernández presentó a Horacio Rodríguez Larreta como su “amigo” durante el acto por el Día de la Independencia, la tensión con el jefe de Gobierno porteño sigue escalando lentamente con el correr de los días.
El gesto conciliador del presidente aquel 9 de julio no sólo desencadenó algunas críticas solapadas dentro del Frente de Todos, sino que también avivó la interna entre duros y dialoguistas al interior de Juntos por el Cambio. La situación incomodó al alcalde, quien optó por salir a aclarar en varios reportajes que no eran amigos.
Tras la caída electoral de Mauricio Macri, Rodríguez Larreta se erigió como el principal líder de la oposición. También se mantiene durante la cuarentena como el referente político con mejor imagen a nivel nacional, incluso superior a Fernández.
El segundo dato, sumado al hecho de que gobierna uno de los distritos más ricos y populosos del país, lo vuelven el blanco ideal para la confrontación política.
“A la hora de gobernar durante una pandemia, no vengamos con debates políticos. Con Rodríguez Larreta voy a debatir políticamente cuando llegue el momento electoral, no ahora. Ahora tengo otros problemas”, dijo el martes Fernández en una entrevista con C5N.
Pero menos de 24 horas después, durante la inauguración de un hospital en Ituzaingó, el jefe de Estado se las ingenió para filtrar una crítica a la administración porteña: señaló que los afiliados porteños del PAMI no encuentran lugar en los hospitales porteños y deben ser trasladados a centros de salud bonaerense.
Ya le había disparado un dardo similar durante la conferencia de prensa del viernes pasado, en la que anunciaron la extensión de la etapa actual de la cuarentena, cuando criticó la apertura de comercios y remarcó las consecuencias de flexibilizar la cuarentena. “Si vos ves todos los negocios abiertos por avenida Santa Fe, te relajás”, insistió al día siguiente horas antes de que el Gobierno porteño anuncie la apertura de comercios sobre grandes avenidas.
Sin embargo, la disputa de baja intensidad subió un escalón la semana pasada cuando tres de las principales figuras del oficialismo criticaron el accionar de la Policía de la Ciudad durante una movilización por los tres años de la muerte de Santiago Maldonado.
“Después de varias marchas anticuarentena en las que hasta agredieron a periodistas y móviles sin que apareciera ni un efectivo de la policía de la Ciudad, hoy vimos la represión a familiares de Maldonado y organismos que recordaban el aniversario de su muerte”, escribió el ministro de Interior, Eduardo Wado de Pedro.
El tuit fue rápidamente replicado por el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, y por Cristina Kirchner. “Wado tiene razón: para el gobierno de la Ciudad no todos los ciudadanos y ciudadanas son iguales”, agregó la vicepresidenta.
Sus intervenciones en las redes sociales suelen ser selectivas y, justamente por eso, son interpretadas como claras señales políticas. En este caso, la intención -coordinada entre tres de las principales figuras del peronismo- de “subir al ring” al jefe de Gobierno parece la más probable.
En el mismo sentido se habían decodificado las declaraciones de Cristina Kirchner en diciembre pasado, en medio de la polémica por el reparto de la coparticipación. “Hay una asignación de recursos muy desigual que es profundamente injusta e inequitativa. Desde hace tiempo, la Capital concentró riquezas postergando al resto de la periferia”, enfatizó y recordó que Mauricio Macri en 2016 le otorgó 2,6 puntos de la coparticipación de la Ciudad “siendo el distrito más rico de la Argentina”.
En la sede del Gobierno porteño buscan a toda costa bajarle el tono a los cuestionamientos para evitar una escalada discursiva que termine por desgastar antes de tiempo al alcalde. Tal como dijo el Presidente saben que ya habrá tiempo de sobra para eso. Por otro lado, tampoco pueden darse el lujo de enfriar la relación con el gobierno nacional en medio de una emergencia sanitaria de final incierto.
“No hacemos ninguna lectura política de los tuits de Cristina Kirchner”, repiten al unísono los principales hombres de confianza de Rodríguez Larreta. Según su visión, los comentarios de la vicepresidenta y el ministro del Interior se refirieron a un hecho puntual que fue aclarado en persona por Diego Santilli -encargado de la seguridad porteña- ante Sabina Frederic. “Cuando le comentamos el detalle de lo que había ocurrido se apagó el tema”, aseguran.
Al mismo tiempo, otros deslizan que “un ataque de alguien imagen negativa como CFK al final te termina sumando”.
“La realidad es que con el quilombo que tenemos, salir a perder tiempo en contestar tontenías y exponer al jefe de Gobierno, no es lo que la gente espera de nosotros. En este caso se alinea el estilo de Horacio con lo que pide la gente. No hay espacio para la pelea política hoy por hoy”, analizan.
Sin embargo, aunque en Uspallata juren que “no se encendió ninguna luz de alarma”, la reciente sucesión de críticas tiene pocas interpretaciones políticas posibles y anticipa una nueva modalidad de “tregua intermitente” destinada a corroer la figura de Rodríguez Larreta pero sin dinamitar completamente los puentes que permiten una gestión coordinada de la pandemia.
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