Apoyo público al Gobierno por el acuerdo con los acreedores, aunque, puertas adentro, un clima de críticas a los funcionarios por la falta de diálogo. Así podría sintetizarse la reunión del consejo directivo de la Confederación General del Trabajo (CGT) en la sede de la UOCRA, donde, a lo largo de tres horas y media, se produjo un intenso debate sobre la situación económica, los contactos con los empresarios, las obras sociales, la unidad sindical, las críticas de Máximo Kirchnner y los bloqueos de Camioneros a Mercado Libre.
El comunicado que difundió la central obrera tras el encuentro pareció simbolizar esa dualidad. Por un lado, destaca el respaldo a la Casa Rosada, habla en varias oportunidades de “nuestro Gobierno” y critica al gobierno macrista. Por otro, aunque no aparecen cuestionamientos, reivindica “el fortalecimiento de la seguridad social, el crecimiento real de los salarios a través del normal funcionamiento de las mesas paritarias y los beneficios sociales” y, sobre todo, en un tono imperativo, afirma: “Nuestro Gobierno deberá sentar las bases para un acuerdo social que garantice el desarrollo productivo necesario para empezar a crecer”.
Como la última reunión de estas características se realizó hace dos meses y medio, había mucha expectativa ante la posibilidad de discutir cara a cara un amplio temario: la novedad fue que se sumaron Pablo Biró (pilotos) y Horacio Arreceygor (televisión), enrolados en la Corriente Federal, un sector sindical liderado por el bancario Sergio Palazzo, cercano al kirchnerismo y de posturas críticas hacia la conducción de la CGT.
Luego de que Héctor Daer, cotitular de la central obrera, abrió las deliberaciones, comenzaron las intervenciones de distintos dirigentes para relatar los problemas que sufre cada actividad ante el parate económico, pero allí se empezaron a escuchar las primeras críticas contra el Gobierno.
Un sindicalista, por ejemplo, se quejó de la “poca participación sindical” en las decisiones de la Casa Rosada. “Alberto Fernández anuncio 60 medidas que todavía nadie conoce y ni nos llamaron para consultarnos”, dijo. Un colega se sumó para protestar porque “no hay diálogo con los ministros”, mientras otro, luego de destacar el acuerdo con los bonistas, consideró que “ahora el Gobierno está obligado a elaborar un plan”.
Uno de los más duros fue Carlos Acuña, el otro cotitular de la CGT, que responde al barrionuevismo: criticó a Máximo Kirchner por haber cuestionado, en la sesión del viernes pasado en la Cámara de Diputados, a Daer y al resto de la cúpula cegetista por el contacto con los integrantes de la Asociación Empresaria Argentina (AEA).
A continuación, se hizo un balance de los contactos de la cúpula cegetista con sectores empresariales para consensuar propuestas dirigidas a reactivar la economía y todos los sindicalistas avalaron las gestiones, que quedaron bajo la lupa luego de las críticas al encuentro de la central obrera con AEA.
Allí incluso se comentó que, luego de los encuentros virtuales que también incluyeron al Foro de Convergencia Empresarial, a las pymes agrupadas en la Confederación General Económica (CGE) y a la Unión Industrial Argentina (UIA), se está gestionando una videollamada con todas las entidades del Grupo de los Seis.
De todas formas, se coincidió que estos contactos deben terminar en una convocatoria a crear algún mecanismo permanente para el diálogo del Gobierno con empresarios y sindicalistas. “Hay que forzar la convocatoria al diálogo tripartito, que hasta ahora sigue siendo una promesa”, advirtió un gremialista.
Varios dirigentes expresaron su malestar por la sanción de la ley de teletrabajo. “Hicieron el proyecto sin consultar a la CGT y nos llamaron para opinar cuando era un hecho consumado”, señaló uno de ellos.
Otro momento intenso fue cuando José Luis Lingeri (Obras Sanitarias) brindó un detallado informe acerca de la crisis de las obras sociales y de los fondos que el Gobierno está devolviendo de a poco al sistema sindical de salud porque proviene del aporte de los trabajadores. Según comentó, todavía no se pagó la compensación de mayo y junio que le está otorgando el Estado a las obras sociales por la caída de la recaudación.
En ese momento también surgieron críticas contra el oficialismo por haber impulsado la ley que declara “de interés nacional” la lucha contra la enfermedad de fibrosis quística de páncreas o mucoviscidosis, ya que obliga a las obras sociales y a las prepagas a pagar el tratamiento, estimado en 300.000 dólares anuales por paciente. “Es inviable que podamos afrontar esos costos. De eso debería encargarse el Estado”, bramó un dirigente.
Rubén Sandoval, titular del gremio de Perfumistas, planteó los conflictos que ha tenido su organización con el Sindicato de Camioneros por el encuadramiento de sus trabajadores y advirtió: “La unidad de la CGT es muy linda, pero tenemos que ponernos los pantalones largos para enfrentar estos atropellos”.
Entre los dirigentes que le dieron su aprobación se encontraba Daniel Vila, líder de la Unión de Trabajadores de Carga y Descarga, quien mantiene una dura pelea con Camioneros porque Hugo y Pablo Moyano quieren sacarle 1.200 afiliados del Centro de Distribución de Mercado Libre ubicado en el Mercado Central.
Entre los apoyos de sus colegas, Vila se quejó de la “falta de códigos” de los Moyano y advirtió: “No me van a bajar línea de lo que tienen que hacer nuestros trabajadores”. Finalmente se definió que la CGT le pedirá una audiencia al ministro de Trabajo, Claudio Moroni, para expresarle su respaldo al planteo de Vila.
Los dirigentes cegetistas, por otra parte, coincidieron en la necesidad de avanzar en negociaciones para alcanzar la unidad sindical. Si bien el congreso de la CGT para renovar autoridades iba a realizarse este mes y pasó para el año próximo por la pandemia, se acordó que el consejo directivo se reunirá cada 30 días para empezar a delinear la nueva central obrera y la posibilidad de que sumen todos los sectores internos.
Tras el encuentro, la central obrera difundió un comunicado en el que afirmó que “acompañamos firmemente el acuerdo con los acreedores extranjeros con base en la propuesta realizada” y que “los bonistas conocían las debilidades esenciales de los títulos que contenían una rentabilidad exorbitante”, por lo que “deberán moderar sus ganancias para que la economía argentina sea sostenible sin más deterioro de la delicada situación social”.
En otro de sus puntos, sostuvo que “la pandemia ha desnudado la crítica inequidad social en la que se encuentra nuestro país luego de cuatro años de desguace del Estado, de la exaltación del individualismo cuentapropista, del impulso al capitalismo financiero y de un modelo económico que permitió sólo el desarrollo de la burguesía de los amigos del poder de turno, sin tener en cuenta los intereses del país y el bienestar de todos sus habitantes”. Y agregó: “La brecha entre los que más y menos tienen alcanzó en los últimos años la distancia más escandalosa de la que tengamos memoria”.
A continuación, el comunicado de la CGT sostuvo que “nuestro Gobierno deberá centrar sus primeros esfuerzos en promover un modelo de desarrollo que permita disminuir esta injusticia” y destacó que “el fortalecimiento de la seguridad social, el crecimiento real de los salarios a través del normal funcionamiento de las mesas paritarias y los beneficios sociales deberán ser el motor que impulse el crecimiento del mercado interno para sostener, aumentar y mejorar el empleo”, al tiempo que señaló que “el primer objetivo debe ser que no haya trabajadores pobres ni compatriotas en la indigencia”.
La central obrera, además, recordó que durante años reclamó “la necesidad de alcanzar un acuerdo económico, social y de desarrollo que contenga al Estado, los trabajadores y los empresarios”. Y, luego de sostener que “el gobierno anterior nunca creyó en los acuerdos y centró sus acciones en función de las prioridades que asignaba el mercado y las necesidades financieras, y no productivas, de los inversores oportunistas”, hizo hincapié en que “nuestro Gobierno deberá sentar las bases para un acuerdo social que garantice el desarrollo productivo necesario para empezar a crecer”.
Del encuentro de la CGT participaron, además del anfitrión, Gerardo Martínez, los cotitulares de la CGT, Héctor Daer (Sanidad) y Carlos Acuña (estaciones de servicio); Andrés Rodríguez (UPCN), José Luis Lingeri (Obras Sanitarias), Armando Cavalieri (Comercio), Antonio Caló (UOM), Rodolfo Daer (Alimentación), Mario Calegari (UTA), Víctor Santa María (encargados de edificios), Omar Maturano (La Fraternidad), Hugo Benítez (textiles), Raúl Quiñones (tabaco), Julio Piumato (judiciales) y Argentino Geneiro (gastronómicos),
Además, fueron dirigentes que no integran el consejo directivo de la CGT como Sergio Sasia (Unión Ferroviaria), Daniel Vila (Carga y Descarga), Guillermo Moser (Luz y Fuerza), Juan Carlos Schmid (Dragado y Balizamiento), Pablo Biró (pilotos), Carlos Sueiro (Aduanas) y Horacio Arreceygor (televisión), entre otros.
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