El dilema político de los amigos del Presidente: cómo construir un “albertismo” y mantener el equilibrio del Gobierno

Una treintena de dirigentes de segunda línea iniciaron una serie de encuentros después de las críticas K a Alberto Fernández por el acto del 9 de Julio. Por qué él no alienta personalismos

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El presidente Alberto Fernández junto
El presidente Alberto Fernández junto a Cristina Kirchner en el único acto público que compartieron en Olivos

En dos semanas se cumplirá un año del contundente triunfo de Alberto Fernández-Cristina Fernández en las PASO. Entre el 19 de agosto y las generales de octubre la fórmula Mauricio Macri-Miguel Ángel Pichetto descontó una importante diferencia de votos en parte porque el candidato a presidente tomó como propio el discurso kirchnerista y empezó a parecerse más a su compañera de fórmula que al perfil que proyectaba. También el impacto de las PASO puede haber generado temor. Entonces, como ahora, el peyorativo “albertítere” alentó a los propios a construir un “albertismo” que el Presidente desalienta. Sin embargo, es la propia Cristina Kirchner quien evita los actos de Gobierno, como lo hizo en los de campaña, para no ensombrecer -al menos públicamente- la figura del jefe de Estado que digitó. En ese intento de equilibrio y tensión constante entre ambos y los sectores a los que representan, Alberto Fernández pidió expresamente a dos de sus amigos desarmar un intento de construcción política que lleve su nombre. Dicen, sin embargo, que cuando supo quiénes empujaban las reuniones virtuales dio vía libre y comenzaron las “juntadas” entre varios que no suelen pedir permiso y que en el pasado enfrentaron al kirchnerismo sin disimulo.

En el inicio de la gestión hubo quien sugirió a Andrés “Cuervo” Larroque que la organización de Máximo Kirchner cambiara el nombre de La Cámpora por uno que generara más simpatía o dejaran su identidad para confluir en el PJ. Obviamente en la “orga” se negaron y construyen poder de forma vertical y disciplinada camino al 2023 o al 2027, aún cuando no son pocos los que piden no ser presentados por esa filiación.

Tras varios cruces, la balanza volvió a emparejarse en la última semana y el sello con un símbolo de sol volvió a ser reivindicado como el paraguas que los une frente a un constante avance de la oposición, reivindicada por los yerros oficialistas y los 134 días de aislamiento y pandemia. Por ahora perdonaron los roces internos que se expusieron en los medios y en las redes sociales. “Hay que dejar de hablar en off”, se oyó en distintas trincheras después de que se compartieran listas de ministros con los que el kirchnerismo duro no estaba de acuerdo. Las peleas se acallaron tras largas charlas entre el Presidente, Máximo Kirchner, el ministro del Interior Eduardo “Wado” de Pedro y el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa. Tejen en el mismo sentido Larroque, el ministro Agustín Rossi, el intendente de Hurlingham Juan Zabaleta y el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero.

En paralelo y con frecuencia, los problemas que enfrentan a los representantes de los niveles intermedios los licúan en llamados telefónicos o encuentros semanales el Presidente y su Vice. El lunes ambos almorzaron en Olivos y sumaron al gobernador Axel Kicillof. Nadie niega que haya discusiones, pero en la presidencia del Senado insisten: “Dejen de buscar diferencias donde no las hay”. Al tope de la lista de los acuerdos ponen la negociación por la deuda.

Sabina Frederic, a la izquierda,
Sabina Frederic, a la izquierda, ministra de Seguridad de la Nación. Del otro lado de la mesa Axel Kicillof y Sergio Berni, un kirchnerista con quien tuvo varios roces

Son los que juegan sin ataduras a ningún personalismo los que empezaron a juntarse. Hasta hay quien cree que si la gestión es exitosa habrá Alberto Fernández para el 2023. Los más realistas piden calma: todavía no se pasó ni el 2020 ni se acordó con los acreedores. Cuando eso ocurra los “albertistas”, que evitan el sustantivo para no herir susceptibilidades, vislumbran un nuevo escenario donde el jefe de Estado sumaría poder.

El grupo arrancó con los que antes comían en San Telmo, tomaban mucho café y hasta a veces jugaban al fútbol. En los últimos días definieron juntarse al menos una vez por mes a través de la plataforma Team, que consideran más segura.

En la primera convocatoria que lanzaron Fernando “Chino” Navarro, secretario de Relaciones Parlamentarias, Institucionales y con la Sociedad Civil y Gabriel Fuks, secretario de Articulación Federal de la Seguridad, con el aliento de Claudio Ferreño (el único legislador porteño 100% albertista y por lo tanto jefe del bloque del Frente de Todos), se decidió excluir a ministros y a los principales funcionarios para no exponerlos. Por la misma razón no hubo gobernadores, que suelen cuidar más las formas, tienen independencia, juego propio y línea directa con el Presidente.

En la conversación hubo referentes de distintas provincias que sí cuentan con el guiño de sus respectivos gobernadores como Sandra Mendoza de Tucumán; Rubén Pirola, presidente Partido Justicialista de Santa Fe; la diputada nacional Carolina Gaillard de Entre Ríos; el diputado bonaerense Nicolás Rodríguez Saá; la diputada Rosana Bertone, ex gobernadora de Tierra del Fuego; la subdirectora de la AFIP, Patricia Vaca Narvaja; Guillermo Carmona, presidente del PJ de Mendoza; y la diputada Mara Brawer, entre otros.

Hubo varios referentes de los movimientos sociales como Emilio Pérsico, secretario de la Economía Social y del Movimiento Evita; Daniel Menéndez, de Barrios de Pie; y Juan Carlos Alderete de la Corriente Clasista y Combativa. Y cuatro intelectuales: el artista plástico Daniel Santoro; el guionista y escritor Pedro Saborido, el analista y escritor Martín Rodríguez y el antropólogo Pablo Semán, cuya participación recibió varios elogios.

Alberto Fernández participó de un
Alberto Fernández participó de un acto por el aniversario de la muerte de Eva Perón organizado por el Movimiento Evita

Hubo unos 30 dirigentes de segunda línea y cuatro faltazos notorios, todos cercanos Presidente: el intendente de Hurlingham, Juan Zabaleta; el secretario general de la CGT, Héctor Daer; el líder del Suterh, Víctor Santa María; y el secretario de Malvinas, Daniel Filmus, que a la hora de la charla virtual estaba en otra, de la ONU. Hubo quienes reprocharon las ausencias y quienes las justificaron. “Hubiera parecido que Alberto promovía el encuentro”, dijeron.

“Juanchi” alegó que tenía que ocuparse de un problema en un geriátrico de su distrito, aunque consultado por Infobae respondió que “el Presidente no quiere ni le conviene una línea interna, quiere argentinismo, que se consolide y fortalezca la Argentina y que él se consolide como el Presidente de todos los argentinos”. Para él, que suele visitar Olivos incluso acompañado por intendentes de Juntos por el Cambio como Jorge Macri o Diego Valenzuela, el trío Fernández-Fernández-Massa es la garantía del equilibrio en la coalición de Gobierno. Y no es el único que cree en la necesidad de fortalecer ese esquema, además de considerar que para construir poder, en el contexto de pandemia, la única posibilidad es mostrar gestión y solucionar problemas. Los problemas de los dirigentes se saldan puertas adentro y de otra manera, sostienen.

Los impulsores del encuentro plantearon que con el aislamiento se perdió discusión política y masa crítica que acompañe al Gobierno, no solo a su amigo Presidente. “Hay que empezar a discutir la pospandemia, lo que viene. Hace falta que haya unos 40 o 50 dirigentes dando el debate en la calle”, contó uno de los participantes entusiasmado después del encuentro virtual en el que también se mencionó cómo algunos “marginales” del kirchnerismo dañan al Presidente con comentarios en las redes especialmente después del acto del 9 de Julio en el que se mostró con empresarios del Grupo de los 6. En ese contexto, coincidieron en que debe defenderse con más ahínco la gestión y al Presidente. También se discutió sobre la fallida expropiación de Vicentin, sobre la comunicación de la gestión y sobre los reiterados roces que se instalan escandalosamente en la agenda pública como las diferencias entre el ministro de seguridad bonaerense Sergio Berni y la ministra nacional Sabina Frederic.

Fue por eso que se conversó sobre la necesidad de darle “organicidad” al Frente de Todos, discutir y ordenar la coalición, darle institucionalidad a un esquema que funcionó en campaña pero que hoy no tiene contención. De hecho el Presidente pensó en el inicio de la gestión conformar una mesa en la que confluyeran todas las fuerzas políticas que le dieron vida a esta fuerza: el PJ, el Partido de la Victoria, el Movimiento Evita, el Frente de Todos, Somos, Proyecto Sur, el Partido Solidario, entre otros.

En un intento por evitar cualquier suspicacia, uno de los participantes señaló que no es “albertismo” y que tampoco es un grupo en contra de la Vicepresidenta. “Buscamos una unidad monolítica”, dijeron pero advirtieron que deben canalizarse las diferencias porque “el pensamiento único nos ha hecho bastante daño”. Se refería, claro, al pasado kirchnerista reciente.

Entre las voces que se oyeron, “Carito” Gaillard pidió como entrerriana dejar de mirar la política desde el área metropolitana y “fortalecer a Alberto Fernández antes, durante y después de que toma las decisiones”. Nicolás Rodríguez Saá destacó el trabajo del bloque en Diputados y los esfuerzos de Máximo Kirchner y Sergio Massa por encontrar consenso con la oposición y votar por unanimidad las leyes que necesita el Gobierno. El “Chino” Navarro, promotor de la charla que junto a Pérsico sacó al Presidente de Olivos para llevarlo a un acto del Movimiento Evita, planteó: “Nos equivocamos si analizamos la política entre el tuit de Cristina y el microclima que se genera en las redes. El éxito del gobierno está en escuchar al vecino, a las pymes, solucionar la inseguridad, la pandemia”. Y defendió el rol del Presidente frente al ciudadano común y más allá de las redes sociales y el llamado “círculo rojo”.

El funcionario, que llegó en taxi al Congreso el jueves para la presentación de Cafiero, subrayó la necesidad de seguir charlando pero sin pretensiones de disputar internamente sino con el objetivo de fortalecer al Gobierno y al Presidente hacia afuera. Justamente es en la Cámara de Diputados donde más visible se hace la heterogeneidad del Frente de Todos, lo que obliga a posiciones más moderadas incluso a Máximo Kirchner.

“Hay que apuntalar la tarea del gobierno bajo la conducción de Alberto Fernández y de Cristina Fernández como vicepresidenta”, contó alguien sobre lo que se mencionó en la reunión. La misma persona le quitó dramatismo. “Gracias a Dios que se discute”, defendió la chance del debate interno mientras dividía al nonato albertismo en dos categorías, los “sensatos” y los “Dylan”. “Los Dylan”, dijo, “son durísimos”, pero destacó: “Nosotros no pedimos permiso”.

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