La palabra “renuncia” no figura en el diccionario del sindicalismo argentino, cuyos dirigentes tienen un elevado promedio de edad y suelen lograr un récord de permanencia en sus cargos gracias a un sistema de reelección perpetua que les garantiza prácticamente un poder vitalicio.
Una de las flamantes excepciones a esa regla de oro es Jorge Omar Viviani, líder del Sindicato de Peones de Taxis de la Capital Federal, que acaba de presentar su renuncia a ese puesto que mantenía desde 1983 y también a la Federación Nacional de Peones de Taxis: “Hace cincuenta años que vengo remando y me merezco descansar un poco”, les confesó en las últimas horas a sus allegados.
A todos les aseguró que a sus 69 años se siente muy bien de salud, pero que quiere dedicarse a su familia, sobre todo a disfrutar de sus dos nietos. No aceptó la propuesta de sus colegas de quedarse en el sindicato como asesor y dijo que tiene pensado dar charlas sobre el tema laboral en una universidad española.
Lo reemplazará su secretario adjunto, Jorge Luis García, que heredará un imperio construido por Viviani a lo largo de casi tres décadas, que incluyó la creación de la federación, que tiene 34 sindicatos en todo el país; sanatorios y hoteles, todo un sistema que hoy está en crisis por el tendal de taxistas que está sin trabajo por la debacle económica que ocasiona la cuarentena obligatoria.
Otro de los factores que precipitaron los problemas de la actividad fue el auge de las aplicaciones como Uber, Cabify y Beat, que fueron el eje de fuertes protestas del sindicato por considerar que se trata de un “servicio ilegal” por culpa del cual, según Viviani, el sector está “al borde de la extinción”.
La renuncia de Viviani fue precedida en 2017 por la del dirigente que tenía mayor antigüedad en su cargo, Ramón Baldassini, quien, a los 84 años, dejó la secretaría general de la Federación de Obreros y Empleados de Correos y Telecomunicaciones (FOECYT), donde había asumido en 1963, para ocupar un puesto en el directorio del Correo Argentino en el que fue designado por el gobierno macrista.
Del elenco actual de sindicalistas, Viviani era hasta ahora el más antiguo en su cargo luego de Luis Barrionuevo, quien lleva 41 años como secretario general de los Gastronómicos. En el ranking lo suceden el municipal porteño Amadeo Genta, quien asumió hace 37 años, y luego el mercantil Armando Cavalieri, el líder de Sanidad Carlos West Ocampo y el titular del Sindicato de Obras Sanitarias, José Luis Lingeri, quienes se mantienen en el poder desde 1985. El siguiente escalón entre los sindicalistas “eternos” le corresponde al camionero Hugo Moyano, desde 1987 en su puesto.
Viviani llegó a formar parte de las 62 Organizaciones, el brazo político-sindical del movimiento obrero que lideró el metalúrgico Lorenzo Miguel, luego se convirtió en un aliado de Moyano y en 2012, ya distanciado del titular de Camioneros, creó una corriente sindical interna que se llamó Movimiento de Acción Sindical Argentino (MASA) y que se terminó fracturando el año pasado.
Fue titular de la poderosa Confederación de Trabajadores del Transporte (CATT) e integrante de la conducción de la CGT en distintas oportunidades, aunque, ya afuera del consejo directivo de la central obrera, cuestionó en abril pasado el acuerdo firmado entre la cúpula cegetista y la UIA para suspender personal sin tareas porque “es el peor momento para bajarle el salario al trabajador”.
Viviani, no obstante, fue uno de los pocos sindicalistas que lograron que el gobierno de Alberto Fernández les diera un cargo en la estructura estatal. Mónica Risotto, abogada del Sindicato de Taxistas, fue designada en diciembre directora nacional de Asociaciones Sindicales del Ministerio de Trabajo, un puesto que pretendía Hugo Moyano para un representante de su sector porque es estratégico: allí se deciden los conflictos de encuadramiento, las inspecciones a sindicatos y el otorgamiento de personerías gremiales o de simple inscripción a organizaciones nuevas.
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