Detrás de la pandemia se esconden historias que a veces pasan inadvertidas en medio del bombardeo de los números sobre contagiados y muertos, los infinitos consejos de infectólogos o los pronósticos sobre la nueva normalidad.
En el ámbito educativo, por ejemplo, donde las clases presenciales hoy parecen tan inciertas como la posibilidad de presenciar un recital de rock en un estadio, el secretario general de la Unión Docentes Argentinos (UDA), Sergio Romero, advirtió que actualmente “existen más de un 40% de alumnos que no han podido tener contacto a distancia con sus maestros desde el comienzo de la cuarentena por falta de computadoras o de conexión a Internet”. Y sostuvo que se acordó un protocolo nacional para el regreso a las aulas, pero en muchísimas escuelas del país no se puede garantizar la distancia social porque no hay espacio suficiente o porque no hay personal de maestranza para mantener limpias las instalaciones.
Incluso, durante una entrevista con Infobae, el secretario de Políticas Educativas de la CGT hizo hincapié en un problema adicional y recurrente: “Hay un alto porcentaje de docentes en la Argentina que cobra salarios por debajo de la línea de pobreza y más cerca de la indigencia”. Admitió, de todas formas, que el problema de los sueldos bajos no es culpa ningún gobierno en particular: “Es un tema crónico porque la educación no es una fortaleza dentro de las políticas públicas”.
Romero, quien conduce desde 1999 un sindicato de casi 200 mil afiliados, nació y sigue viviendo en la capital de Santa Fe, estudió en la Escuela Técnica Nicolás Avellaneda de esa ciudad y allí comenzó su tarea como docente, donde se desempeñó como profesor titular de Tecnología en el ciclo básico y de materias afines a la especialidad Construcciones en el ciclo superior. También en ese establecimiento fue elegido delegado, el primer paso de una carrera que lo llevó primero a la conducción de la UDA santafesina y luego a la secretaría general del gremio docente más antiguo de la Argentina.
-¿Cómo está afectando al sector educativo la pandemia y, en particular, la cuarentena obligatoria?
-El sistema educativo en la Argentina se sostiene por el esfuerzo que hicimos los docentes y las familias. Hemos adaptado nuestros domicilios para comunicarnos con nuestros alumnos, mantener el vínculo con ellos y pusimos a disposición nuestras herramientas de trabajo, que deberían haber sido provistas por el empleador. Y seguimos trabajando con mucho amor, a pesar de tener magros salarios, y en este contexto de pandemia han quedado demostradas las desigualdades que tiene nuestro país.
-¿Cómo se manifiestan esas desigualdades?
-Por ejemplo, más de un 40% de alumnos no han podido tener contacto a distancia con sus maestros por falta de computadoras o de conexión a Internet. La Argentina profunda muestra panoramas totalmente distintos, desigualdades muy marcadas, y esto implica, en el medio de la pandemia, la necesidad de una fuerte presencia del Estado Nacional y de los Estados provinciales. Si pretendemos que este sistema educativo tenga relativa continuidad en lo que resta de 2020 y en el próximo año, el Estado Nacional tendrá que hacer inversiones para acondicionar escuelas que han sido olvidadas. La Argentina tiene un serio problema en este rubro: en general no se ha cumplido con la inversión estipulada por ley del 6% del Producto Bruto Interno, y cuando se hizo, no fue orientada justamente a los lugares donde hay más necesidades. Si bien la Argentina es uno de los países de América latina que más invierte en educación, es uno de los que menos lo hace per cápita en el mundo.
-¿Qué implicancias tendrá eso ante el eventual regreso a las aulas?
-Cuando se invierte, se hace mal y no llega a los lugares donde hay más necesidades. Por eso las escuelas en muchas provincias siguen en un estado edilicio muy precario, y en algunas incluso no hay sanitarios sino baños químicos y tienen serias dificultades en materia de personal de maestranza. Todo esto va a complicar mucho recuperar las clases presenciales. Existe un entusiasmo muy marcado de la cartera educativa nacional por ponerle fecha a la recuperación de la presencialidad. Yo sería más cauto. La mayoría de las escuelas en la Argentina no está en condiciones. Y al no haber porteros en todos los lugares, ¿cómo se va a aplicar el protocolo? ¿Cómo se va a proveer de alcohol en gel a los chicos? ¿Y cómo se va a mantener la distancia? ¿Cómo evitará que un niño pierda las ganas de abrazar a un compañero o cómo haremos para que tenga el barbijo puesto tres o cuatro horas? Además, hay que ver cuántos docentes se van a poder reintegrar a la tarea presencial porque hay muchos que están en situación de riesgo. Faltan reemplazantes en muchas escuelas y, aunque estén en edad de jubilarse, los docentes siguen trabajando para que no se les reduzca el ingreso porque los haberes son muy bajos. Hicimos un estudio muy pormenorizado: un 20% del total de los docentes, que equivale a un millón de personas, no estaría en condiciones de volver a las clases presenciales. Hay que ser más cuidadoso con las expresiones sobre el regreso a las aulas.
-¿Pero no existe un protocolo en el sector?
-Hay un protocolo marco aprobado por el Consejo Federal de Educación, con la participación de las organizaciones sindicales, que cada provincia lo irá enriqueciendo con sus particularidades, pero es muy difícil de aplicar por falta de personal, escuelas que no están en condiciones y falta de espacio en las aulas para mantener el distanciamiento.
-No es un mensaje tranquilizador para los alumnos y sus familias.
-Hay que buscar grandes consensos y escuchar a los padres porque no están seguros de mandar a los chicos a las escuelas y generalmente hay mucho desconocimiento sobre cómo podría ser el regreso. En el sindicato hicimos una encuesta telefónica entre más de 10 mil familias de todo el país: el 78% indicó que las escuelas no está en condiciones para regresar a la presencialidad. Y consultamos a los docentes si están en conocimiento del protocolo que se dio por aprobado en la cartera educativa nacional y más del 40% no conoce la letra chica o lo consideran impracticable en las escuelas.
-¿Cuál es la alternativa que proponen para volver a las aulas y no dar por perdido el actual ciclo lectivo?
-El protocolo marco termina siendo letra fría volcada sobre un papel y hay que ver cómo se le da cumplimiento. Se tendrían que cumplir algunos requisitos. Primero hay que hacer una inversión destinada a adecuar las instalaciones para recibir a los alumnos. Si hablamos de distanciamiento, las aulas en la Argentina son chicas, en general. Luego hay que capacitar a los docentes sobre cómo aplicar el protocolo y el nuevo proceso de desenvolvimiento en las aulas. También hay que apuntar a la contratación de personas de maestranza para ayudar a mantener en condiciones las instalaciones escolares. Y tiene que quedar claro que si hay algún caso de algún docente que contagia a un alumno, la responsabilidad es del Estado.
-¿Cómo les resulta la experiencia de las clases virtuales en medio de los problemas que usted enumeró?
-Es complejo. Con muy buena voluntad hemos adaptado nuestros hogares para dar clases a distancia. Hay docentes que tienen un departamento de 40 metros cuadrados y han tenido que adaptarlo, con computadoras propias, pagando Internet de su bolsillo. El Estado va lento porque avanza detrás de los docentes, cuando tendría que ser el que toma la iniciativa.
-¿Ustedes son enemigos del teletrabajo?
-El Congreso modificó un artículo de la Ley de Educación en donde el teletrabajo estaba contemplado sólo para mayores de 18 años. Se cambió para que alcance a todos los niveles educativos y darle continuidad a la conexión docente-alumno, pero acordamos que se mantenga sólo durante el período de pandemia. Cuando pase la emergencia, se volverá a la situación anterior. No sólo se aprenden contenidos en el aula sino que se da una cuestión afectiva entre docente y alumno.
-¿Cómo están las negociaciones para mejorar los salarios docentes?
-Lo único que se acordó este viernes fue la continuidad de una suma extraordinaria de 4.800 pesos en cuatro cuotas, a cuenta del Fondo Nacional de Incentivo Docente. Pero esto no va a mejorar el salario de los maestros. Tengo serias expectativas de que, como dicen muchos funcionarios, la educación sea una prioridad, pero que lo sea de verdad y no sólo en el discurso. Hay muchas provincias que no han abierto sus negociaciones paritarias y por eso eso siguen con salarios de 2019. Otras han programado pagar en cuotas el aguinaldo. En algún momento tiene que ser prioridad la tarea docente y se la tiene que reconocer salarialmente. Hay un alto porcentaje de docentes en la Argentina que cobran salarios por debajo de la línea de pobreza y más cerca de la indigencia. En una de las provincias que mejor paga, el salario inicial docente es de 31 mil pesos, mientras que una familia necesita 43 mil pesos para no ser pobre en la Argentina. Y muchas familias viven exclusivamente de su ingreso docente y, por lo tanto, no pueden cumplir con las necesidades indispensables.
-A esta altura, no es un problema de un gobierno en particular. ¿Por qué se mantiene el problema salarial docente?
-Es un tema crónico porque la educación no es una fortaleza dentro de las políticas públicas. Pasan los gobiernos de distinto color político y la educación sigue estando relegada, aunque un país se desarrolla y tiene chances de crecer precisamente a través de ella. En las campañas políticas, la educación es materia de una exhibición verborrágica de los candidatos, pero después no se traslada a los hechos. Tampoco se capacita lo suficiente a los docentes con participación del Estado. Los docentes nos estamos capacitando con nuestro propio esfuerzo. Es decir, en la Argentina, al sistema educativo lo sostenemos los trabajadores de la educación, con marcada ausencia del Estado Nacional y de los Estados provinciales.
-En esta pandemia hay un caso exitoso en materia educativa que es el de Uruguay, donde se logró mantener la enseñanza con las escuelas cerradas, con la entrega de notebooks y tablets a los estudiantes de entre 4 y 15 años.
-No nos podemos comparar. En extensión, Uruguay es como la provincia de Santa Fe, pero es cierto que las decisiones políticas van dirigidas en otro sentido. Si en ese país la mayoría de los docentes y alumnos tienen computadoras, con la pandemia ha quedado en claro que en la Argentina no hay computadoras en la mayoría de los hogares argentinos. Y tampoco hay un plan nacional de conectividad, que debería ponerse en marcha cuanto antes. Como van a convivir durante un tiempo más las clases a distancia y las presenciales, si queremos ser equitativos y darle lo mismo a un chico de Capital Federal que al de Formosa o de Misiones tenemos que tener en cuenta estas cuestiones y hacer que la educación sea federal. Y el responsable de garantizar la educación en la Argentina, según lo contempla la ley, es el Estado Nacional.
-¿Tienen buen diálogo con el ministro de Educación de la Nación, Nicolás Trotta?
-Tenemos diálogo, pero hay respuestas relativas a veces de parte del gobierno nacional. Desde marzo existe el problema de la falta de computadoras para muchos docentes, que incluso tuvieron que utilizar sus propios celulares para comunicarse con los alumnos. Y seguramente vamos a tener el mismo salario en lo que resta del año, como producto de negociaciones que no se abren, pero sí tendremos que seguir dando clases desde nuestras casas, pagando Internet, con bajos salarios que representan una falta de reconocimiento de la tarea docente. Por eso digo que hay ausencia del Estado. Tendría que dirigirse la inversión hacia los lugares correctos, comprarles las computadoras a los docentes o darles una línea de créditos a tasa cero, capacitarlos para lo que viene. Algunas cosas se hacen y otras se demoran en exceso. Hay muchos anuncios y poca fortaleza en los hechos.
-¿Cómo interpreta esta realidad dual, donde la Argentina mantiene buenos índices sanitarios en materia de contagios y muertos por el COVID-19, pero resultados que siguen siendo muy malos en la economía?
-Estoy muy preocupado por la situación de miles y miles de argentinos que han perdido sus trabajos. Me da mucha tristeza ver persianas bajas porque hay gente a la que le ha llevado años constituir una pyme. Aunque la salud es una prioridad, debe haber un fuerte plan para permitir que la gente pueda trabajar. La cuarentena tiene que ser muy inteligente y posibilitar que se recupere la línea de la producción, que se ha cortado. No se pueden tomar decisiones políticas por la sola opinión de los infectólogos, que cumplen un rol importante, aunque no debería ser absoluto. La ayuda del Estado hay que darla, pero no puede ser permanente. Los gobiernos democráticos, y, sobre todo, los justicialistas, tienen que apuntar siempre a la justicia social y permitir que la gente pueda trabajar. No se le puede impedir hacerlo y tenerla encerrada todo el día.
-La CGT sigue reclamando que el Gobierno convoque a empresarios y sindicalistas para sumarse a algún mecanismo que permita definir medidas de reactivación económica.
-Esa convocatoria fue muy espasmódica. No hay una continuidad en la que todos los sectores podamos expresarnos permanentemente. Y, además, hay una sobrectuacion de muchísimos gobernadores.
-¿En qué sentido?
-Han adoptado medidas políticas que deberían haber sido analizadas con un poco más de tiempo. De un día para el otro se cierran fronteras, no permiten movilizarse de una provincia con otra, se imponen muchísimos requisitos para ingresar. Y así están cortando la cadena de la producción, la libertad de trabajo y la libre circulación. Una cosa es cuidar la salud, y en eso estamos todos de acuerdo, pero hay que hacerlo trabajando con los empresarios, con la CGT y todos los actores sociales que permitan tomar medidas democráticas y consensuadas para sobrellevar esta tragedia que está acosando al mundo. No como algunos gobernadores, que toman medidas extremas con una autoridad demasiado elevada para los cargos que ostentan.
-Muchas de esas medidas fueron avaladas por el gobierno nacional. ¿Por qué las diferencia?
-No las diferencio. Hablo en general porque hay lugares donde prácticamente están cerrados los espacios. Para el ciudadano se ha convertido en un trastorno transitar no sólo por las rutas sino alrededor de su propia vivienda. Hay una sobreactuación del poder político sobre algunas cuestiones que deberían ser más consensuadas con otros sectores de la sociedad.
-La CGT fue criticada por el acuerdo marco con la UIA que facilitó las suspensiones con rebajas salariales y también por contactos como el que tuvo la semana pasada con los dueños de empresas agrupadas en AEA.
-La CGT ha tenido un equilibrio muy importante en toda su gestión y adentro de su estructura están los dirigentes más relevantes que tiene la Argentina. Está haciendo un gran esfuerzo por sostener los puestos de trabajo en momentos en que algunos sectores, como los gastronómicos, entre otros, están siendo azotados por la pandemia.
-Pablo Moyano no piensa lo mismo de la CGT: la criticó porque “convino la reducción del 25% en los sueldos”.
-Los partidos se juegan desde adentro de la cancha y cuando estás afuera decís cualquier cosa. Respeto mucho la institucionalidad: a los trabajadores los representa la CGT. Y se toman medidas consensuadas.
-¿Qué piensa de los bloqueos del Sindicato de Camioneros a Mercado Libre?
-Comparto en un 100% la opinión de uno de los secretarios generales de la CGT, Héctor Daer.
-Daer condenó los bloqueos y dijo que el conflicto hay que resolverlo mediante “la Justicia y las normas”.
-Los trabajadores de Mercado Libre hoy tienen representación, están sindicalizados. Hay que respetar la sindicalización que tienen y si se tiene que cambiar el statu quo de los trabajadores, hay que hacerlo por las vías legales.
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