En tiempos difíciles mostrar la gestión y defenderla empieza a ser una necesidad para el Gobierno. Hasta hace poco, como en campaña, Alberto Fernández ocupaba toda la escena, antes como candidato y ahora como presidente. En el marco de la pandemia y frente a la crisis económica que empuja el COVID-19, un hombre no es suficiente. En contacto diario con todos los equipos de comunicación de los ministerios y organismos, desde la Casa Rosada se pidió (y alentó) más presencia en los medios. En el kirchnerismo, donde se acallaron los roces de las últimas semanas, sumaron una propuesta: “Más on y menos off”, en referencia a las declaraciones que se hacen con nombre y apellido y las que se manejan como trascendidos sin identificar al emisor.
Desde la asunción y especialmente en los últimos tiempos, en el Ejecutivo se buscó que tomara más vuelo Santiago Cafiero. Impuso la línea del Gobierno en varias entrevistas y marcó la voz oficial cuando la oposición puso un manto de sospecha sobre Cristina Kirchner por el asesinato de su ex secretario Fabián Gutiérrez. En su debut en el Senado Cafiero coordinó con la Vicepresidenta y con el ala más dura del Frente de Todos para responder algunas preguntas y dejar en las voces de Mariano Recalde, Oscar Parrilli, Anabel Fernández Sagasti y el jefe del bloque José Mayans, entre otros, el cruce con la oposición. La próxima semana dará su informe en Diputados, una cámara donde lo esperan desde Juntos con el Cambio con una estrategia de fuerte confrontación, según anticipan. Ya diseñan la estrategia.
Para frenar los embates de kirchneristas sin cargos, como la titular de Madres Hebe de Bonafini, la aún no nombrada embajadora en Rusia, Alicia Castro, y algunos comunicadores vinculados al peronismo, fue el ministro Agustín Rossi quien pidió defender al Presidente mientras que el jefe de La Cámpora, Andrés Larroque, señaló que es tiempo de “abrazarlo”. Lo mismo dijeron el gobernador Jorge Capitanich, de Chaco, y el presidente del PJ y diputado José Luis Gioja.
Aníbal Fernández había insistido en que faltaban voces fuertes para defender la gestión cuando desde Juntos por el Cambio se convocaban manifestaciones en contra del Gobierno y Mauricio Macri se empoderaba y volvía a la escena pública cargado de reproches. “Tiene razón, tenemos que pedir la pelota y jugar”, respondió el ministro de Turismo y Deportes Matías Lammens. al participar del programa de Mirtha Legrand que ahora conduce su nieta Juana Viale.
El ex presidente de San Lorenzo asumió un cargo que en otras circunstancias lo podría potenciar en su carrera política en la ciudad de Buenos Aires, donde fue candidato a jefe de gobierno. Pero la industria sin chimeneas es la más golpeada: la primera en detenerse y la última que se reactivará. Asumió el pedido y salió a jugar: el fin de semana pasado en el televisión no esquivó ninguna pregunta y respondió a todo con calma, incluso sobre la incómoda cuestión Venezuela. Hábil, aprovechó para entusiasmar a los comensales con los planes del área, los “remedios” del ministerio. Citó el programa de preventa, que implica que por cada reserva de planes de turismo que hagan los argentinos el Estado dará un crédito del Banco Nación por el 50% para que los turistas argentinos usen en el sector. Turismo triplicó su presupuesto (de $ 3000 millones a $ 9000 millones); rediseñó sus proyectos, lanzó un programa de obras por $ 500 millones para clubes en el interior que ayudarán a generar empleo; ofrecerá financiamiento con el BID y a los prestadores turísticos les dará el equivalente a cinco IFE, es decir $50.000 hasta un total de $ 200 millones. Las ideas macro del plan serán parte del anuncio del Presidente de los próximos días.
Como Lammens, el ministro de Educación Nicolás Trotta, integra el grupo de dirigentes que le habla a la “avenida del medio”, los argentinos que no integran el núcleo duro del peronismo y que permitieron que a los votos que tenía Cristina Kirchner el actual Presidente le sumara lo suficiente para ganar la elección y en primera vuelta.
Sin focus group ni gurúes de los que Fernández reniega, una parte del equipo presidencial le habla a ese sector que cambia rápidamente de posición y que lo hace subir o bajar en la opinión pública según los cambios de humor en el contexto de pandemia. En el Ejecutivo promueven que algunos hagan gestos a esos argentinos. Para ellos (y para el círculo rojo) estuvo dirigida la foto del G6, empresarios cuestionados por el ala dura del Gobierno que Alberto Fernández convocó el 9 de julio. Son los que ayer salieron a respaldarlo y a pedir a los bonistas que acepten la oferta para reestructura la deuda.
Entre los que amplían la base de sustentación está Trotta, que anunció con el Presidente la suspensión de clases presenciales antes del inicio del aislamiento. Trotta es el ministro con más alta imagen positiva. Sin declaraciones rimbombantes, tiene permanente presencia en los medios y habla sobre una gran preocupación argentina: un ciclo lectivo durante el cual chicos, adolescentes y universitarios permanecen en sus domicilios. En el Gobierno están convencidos de que no siempre hay que confrontar.
Ningún sector político debe quedar huérfano, se oye en Olivos estos días en que buscan recuperar la iniciativa y la agenda mediática. Y también salen a la cancha figuras que no temen a la polémica como el legislador porteño Leandro Santoro o el diputado Eduardo Valdés. “También hay que hablarle a los propios”, señalan aún cuando insisten en que hay que “pescar fuera de nuestra pecera”.
Al inicio de la gestión, los que más comunicaban eran el ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis, o el de Transporte, Mario Meoni. Ambos administran presupuestos de crisis. También cambió todos sus planes Daniel Arroyo, de Desarrollo Social. A ellos, y al resto, los responsables de la comunicación presidencial plantearon la decisión política de que todos comuniquen lo que hacen. Días atrás intensificaron sus apariciones, sin abusar de su presencia mediática, Matías Kulfas, de Desarrollo Productivo, y la vicejefa de Gabinete, Cecilia Todesca.
Los números del IFE y del gasto social fueron algunos de los temas que explicó Todesca, que en campaña evitaba hablar aunque diseñaba planes y campaña con Santiago Cafiero. En el oficialismo le reconocen calidez y gran capacidad técnica. Pero además la señalan en una larga lista de funcionarias que venían reclamando su visibilización y romper el techo de cristal. Armaron incluso un grupo de Mujeres en el Gobierno que ya tuvo varios encuentros. Parece que las vieron y que se han vuelto muy necesarias. En el Ejecutivo creen que son tiempos en los que deben mostrarse “grandes cuadros políticos” con la sensibilidad e impronta que tienen mujeres tales como Todesca; la viceministra de Salud, Carla Vizzotti, cuya imagen creció a la par del coronavirus; la asesora presidencial y politóloga Cecilia Nicolini; Vilma Ibarra, secretaria de Legal y Técnica; Victoria Tolosa Paz, titular del Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales, y Malena Galmarini, la primera mujer que preside Aysa y que representa al Frente Renovador que lidera su marido Sergio Massa.
En el caso de Ibarra, que cuida la firma del Presidente, su mayor virtud es su capacidad de trabajo y también le reconocen su independencia para plantar bandera con reclamos feministas como el pedido de las mujeres en gestión para que las sumen a las reuniones y a las fotos. La guardiana de decretos, leyes y resoluciones del Gobierno tiene autonomía para expresarse públicamente, manejo político y definiciones por encima de la grieta. A pesar de que a veces la miran de reojo desde el kirchnerismo, parece que su voz, y las voces de otras, se oyen cada vez más en cuestiones de género, además de respetarse su mirada técnica.
Un dato es interesante para la unidad del Frente de Todos. Cuando desde la Rosada o desde Olivos se mencionan nombres de mujer para oxigenar la gestión en la presencia mediática, se mezclan por igual las funcionarias del riñón albertista con las que provienen del ala K. Incentivan a Luana Volvonich, del PAMI; Fernanda Raverta, de Anses; Mercedes Marcó del Pont, de la AFIP, y Paula Español, secretaria de Comercio Interior, para que ellas también pidan la pelota y ocupen el centro de la cancha.
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