“Con el proyecto de regulación del teletrabajo, así como está, corremos el riesgo de que los nuevos empleos que se puedan generar se vayan a otro país”. La advertencia es del senador Esteban Bullrich, de Juntos por el Cambio, que tuvo una intervención destacada durante la reunión de la Comisión de Trabajo y Previsión Social de la Cámara alta, que esta mañana comenzó el tratamiento del texto aprobado en Diputados sin escuchar la posición de las entidades empresariales.
Sólo pudieron hablar ante los senadores el ministro de Trabajo, Claudio Moroni, y los titulares de la CGT, Héctor Daer, y de la CTA oficialista, Hugo Yasky, todas voces favorables hacia la iniciativa, por lo que las objeciones sobre el proyecto estuvieron a cargo de los legisladores opositores, que insistieron -hasta ahora infructuosamente- que también debía escucharse la palabra del sector empleador.
-¿Cuál es su postura sobre el proyecto de teletrabajo que comenzaron a analizar?
-Es un área de mucho crecimiento potencial. Es una propuesta que a la Argentina le puede venir muy bien si lo sabemos aprovechar porque somos un país que ya ha generado mucho progreso en términos del teletrabajo y de las nuevas tecnologías, de los aportes no sólo a las empresas existentes sino también en las nuevas empresas. Nosotros trabajamos mucho con los unicornios en su momento. Y tenemos que tener muy en claro el potencial que nuestro país tiene en su gente. El mundo está volcándose a ese lugar y tenemos dos ventajas competitivas para crear nuevos puestos de trabajo: Google, por ejemplo, quiere que el 20% de los empleados trabajen desde la casa. La Argentina tiene muchas condiciones para hacerlo. Se necesita mayor previsibilidad y una garantía de seguir una política de Estado, que no sea una política que surja de un solo gobierno. Hay consenso suficiente: la Ley de Economía del Conocimiento en su momento se votó por enorme mayoría. Hay una mirada común en ese sentido. Si lo aprovechamos bien y somos flexibles para entender que la realidad va a demandar una actualización permanente, tenemos que crear un marco y dentro de él seguir trabajando para dar las mejores garantías para los empleados y para que las empresas tomen gente.
-¿El texto, tal como se aprobó en Diputados, no lo garantiza?
-Presenta más obstáculos y rigideces antes que una necesaria apertura frente a la incertidumbre que tenemos por adelante. En el tema internacional, la Argentina puede ser un banco de empleo para el mundo porque tiene muchos profesionales en el área y porque se preparan rápidamente. Hay chicos de las villas que se capacitan y están consiguiendo empleo en Accenture o en Globant. Podríamos rápidamente generar muchos recursos para abastecer las necesidades que va a tener el mundo en materia de teletrabajo. Hay que estar abiertos y atentos a esa posibilidad.
-¿De qué forma el proyecto traba esa posibilidad?
-El artículo 17 dice que “cuando se trate de prestaciones transnacionales de teletrabajo, se aplicará al contrato de trabajo respectivo la ley del lugar de ejecución de las tareas o la ley del domicilio del empleador, según sea más favorable para la persona que trabaja”. Si se tiene que adaptar a la ley local, entonces empezás a poner restricciones y lo que pongas acá afecta a las empresas del exterior, que tienen su legislación, y entonces empezás a ponerles limitaciones. Ni hablar del tema del horario. Si ponemos una jornada de ocho o de cuatro horas, no todo es lineal. La linealidad desapareció a partir de la tecnología. Ayer tuve una conferencia sobre el tema educativo con gente de Australia, y a la reunión era a las nueve de la noche en la Argentina, que en Australia eran las ocho de la mañana. Nos tenemos que enfrentar a esa realidad tan líquida, pero cuando le demos un marco no hagamos una ley reglamentarista porque eso traba la aplicación del teletrabajo.
-Usted también criticó el artículo que establece que el software utilizado por los teletrabajadores “deberá contar con aprobación de la autoridad de aplicación”, es decir el Ministerio de Trabajo, donde las empresas deberán registrar ese software y las plataformas.
-Es otro punto de rigidez. Hoy, podés funcionar por WhatsApp, por Zoom, Google Meet o Microsoft Teams: ¿qué va a hacer el Ministerio de Trabajo? El proyecto obliga a un registro, a que cada empleador tenga que declarar lo que usa, y con eso se está metiendo en el funcionamiento de una empresa. Es como si le dijeras a una empresa con qué marca de maquina está haciendo la botella que fabrica. ¿Cuál es la razón? Y si preocupa la privacidad, ya hay leyes sobre el tema y no hace faltan más normas porque está protegida la intimidad. Hoy, en todo caso, la persona puede tener aplicaciones que sirvan a alguien para ver lo que hace: nosotros, por ejemplo, hicimos observaciones sobre la aplicación Cuidar. Hacer una declaración y un registro sobre el tema, en un procedimiento que va a ser lento y burocrático, no va a mantener la flexibilidad y la velocidad que demanda el ambiente laboral.
-Hay un artículo muy criticado por empresarios y legisladores de la oposición, que es el que habla de la reversibilidad, en donde se contempla la posibilidad de que el teletrabajador pida de manera unilateral volver a trabajar de manera presencial. ¿Qué opina sobre este punto?
-El ministro Moroni dijo ante la Comisión que sólo se hará si se puede, pero así se genera un pasivo potencial a la empresa. Es decir, se concreta si la empresa lo puede hacer, pero al ponerlo en la ley permitís que a un empleado al que se le niega volver a la oficina pueda decir que la ley lo defiende y que la empresa tiene que buscar la manera de darle ese derecho. Así se genera un conflicto.
-Y se podría considerar despedido.
-Claro. Moroni aseguró que no habrá competencias entre leyes locales e internacionales, pero se dará de hecho. No que es que yo quiera competir con Uruguay, pero si este país abre más su legislación a la posibilidad de que vayan otros trabajadores, entonces vamos a competir y nos sacará recursos. Va a pasar porque en esta forma tan líquida de funcionar del mundo, el que quiera crear empleo va a decir: “No vayamos a la Argentina”. Tenemos que hacer algo porque Uruguay está generando distintas miradas para atraer gente. Hay ejemplos cercanos: el dueño de Mercado Libre se fue a vivir a Uruguay.
-¿Cuál sería el riesgo si se aprueba este proyecto así como está?
-Que los nuevos empleos que se puedan generar se vayan a otro país. En el extremo, vamos a tener sindicatos sin empleados porque como esto va a crecer, vamos a tener empresas que van a llevarse los empleados a otro lugar. Y tendremos empleados que van a elegir vivir en otro lugar.
-Usted y otros senadores opositores pidieron en la reunión de la Comisión que se escuche la opinión de los empresarios. ¿Por qué el Frente de Todos se resiste a hacerlo?
-Espero que se los escuche. Recibimos sólo a las organizaciones sindicales, pero vamos a insistir en el pedido. Al final de la reunión, el presidente de la Comisión (Daniel Lovera) dijo que iba a haber una instancia de diálogo. Esperemos que la haya. Sería muy valioso.
-Si no se toman en cuenta algunas objeciones, ¿qué puede pasar con el teletrabajo?
-Como está hoy el proyecto, genera más rigidez y, por ende, obstaculiza la generación de nuevos empleos en el formato de teletrabajo, Y esto es ponerle un tope a una modalidad que podría darle trabajo a muchísimos argentinos. En el contexto que vamos transitando, en donde va a caer significativamente el empleo, me parece que es el camino equivocado.
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