Al menos cinco variables sanitarias, económicas y sociales tuvo en cuenta el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, para quebrar el temor que había en flexibilizar la cuarentena y decidir avanzar hacia un “aislamiento más generoso”, como le llaman en La Plata a la nueva etapa que comenzará el sábado.
Con este espíritu Kicillof llegó este miércoles a la quinta de Olivos para empezar a delinear con el presidente Alberto Fernández y con el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, la nueva fase de cuarentena que se disponen a instrumentar en el AMBA.
Ayer, el mandatario bonaerense mantuvo una reunión con más de 20 intendentes del conurbano y deslizó sin vueltas: “Vemos un éxito en las medidas más restrictivas que tomamos y espero que se vea reflejado con la reducción en la velocidad del crecimiento de los casos”.
Con este panorama, datos en mano, las entrevistas con infectólogos que seguirán mañana al mediodía en La Plata y el reclamo de los jefes comunales, Kicillof analizó al menos cinco ejes que lo llevaron a aceptar la flexibilización de la cuarentena en el AMBA:
1-Niveles de contagio. Desde el Ministerio de Salud bonaerense que lidera Daniel Gollán dijeron a Infobae que los datos de contagio “amesetados” son una clave fundamental para abrir la cuarentena. Así, se observó que hasta ayer el nivel de letalidad del COVID-19 es del 1,71% en la provincia de Buenos Aires cuando la media en el país es del 2,1%. A la vez, la tasa de incidencia ha bajado a 330,22 por cada 100.000 habitantes y la tasa de mortalidad está en el orden del 56,32% por cada millón de habitantes.
Otro dato significativo que calmó los ánimos en La Plata fue el que arrimó el intendente de La Matanza, Fernando Espinoza, quien destacó que en su distrito (el más poblado del conurbano), “estamos muy por debajo de la media de contagios del conurbano y ni que hablar de la Ciudad de Buenos Aires”, dijo.
2-Camas y duplicación. El otro dato que arrojó el equipo de Gollán fue el de la cantidad de camas de terapia intensiva ocupadas. En el conurbano hay un 53% de camas de terapia ocupadas y el tiempo de duplicación de contagios es de 20 días. En tanto, el tiempo de recuperación de los pacientes para proyectar la cantidad de camas ocupadas bajó.
“Si bien estamos hablando de una enfermedad que avanza no podemos decir que estamos desbordados en los hospitales del conurbano”, dijo un allegado al ministro de Salud bonaerense.
3- Personal de la salud. En los cálculos que hicieron en La Plata para evaluar una apertura de la cuarentena también se midió la significativa reducción de casos de contagio en el personal de la salud. En estos días se registró un 7,6% de médicos y enfermeras que contrajeron COVID-19 mientras que un mes atrás esos niveles llegaron a trepar el 22%, lo que encendió las alarmas de Kicillof y su equipo. Se trata de un dato clave porque ante un desborde de contagios el sistema hospitalario hoy está capacitado para hacer frente a una crisis, cosa que hace un mes no ocurría.
En este sentido, en el Ministerio de Salud bonaerense atribuyen esta merma en los contagios del personal de la salud a una mayor capacitación para evitar contacto con pacientes, a que hay más personal y a que llegaron más insumos sanitarios del exterior para protegerse de la enfermedad.
4-Barrios populares. En el gobierno bonaerense aseguran que los niveles de contagio en las villas miseria se redujo y está “bajo control” por medio de un intenso trabajo del plan Detectar. De esta manera, sobre un total de 55.663 casos de COVID-19 que se tomaron anteayer, el ministerio de Salud detectó 9.844 casos en barrios vulnerables. Esto es el 17,68% con un total de 107 fallecidos. La cifra es mucho menor al 20% de casos de contagio que llegó a existir en barrios populares un mes atrás. En La Plata creen que igualmente no se deberá desatender este tema y siguen con el programa Detectar en las 1.800 villas que hay en el conurbano. Pero hoy no hay barrios aislados por COVID-19.
5-El factor económico y social. El último factor decisivo que tomó Kicillof para avanzar con una “cuarentena generosa” fue el dato que le llegó de los intendentes y en las recorridas que hace a diario en el conurbano. Allí se percibe un notable hartazgo de la gente por el encierro, graves problemas de ingreso, un aumento considerable de la pobreza y de los sectores de la clase media de trabajo informal que cayeron en la pobreza, un cansancio mental o angustia y por el lado de las comunas una importante baja en la recaudación de impuestos.
En la charla con Kicillof, el intendente de Ituzaingó, Alberto Descalzo, manifestó que su equipo de psicólogos y sociólogos de la comuna alertaron sobre una manifiesto malestar social por la cuarentena.
Otros jefes comunales hablaron de los problemas que empiezan a existir en los barrios con la falta de alimentos y trabajo. Varios jefes comunales dijeron que los 20 millones de pesos mensuales que les gira la Nación para los bolsones alimentarios, más los fondos provinciales, no dan abasto para atender tantos comedores escolares y ollas populares.
Y en otro orden, hubo un llamado de atención por la caída del 50 al 60% de la recaudación impositiva que hay en los municipios. Esto hizo que en muchos casos las cuentas comunales ya estén en rojo. Entre los intendentes del conurbano existe la idea general de que una apertura de la cuarentena servirá para recuperar levemente la economía y por ende las arcas públicas.
Todos estos factores fueron determinantes para que Kicillof hoy llegue a Olivos con muchos menos temores o reparos para abrir desde el sábado el aislamiento aunque advirtió que si se disparan los contagios no le temblará el puso para regresar a la Fase I de aislamiento y mantener las restricciones.
De todas maneras, en La Plata aseguran que se necesitará de una “fuerte conciencia social” para mantener una “cuarentena generosa”, creen que el transporte público deberá seguir con controles estrictos y apelarán al sentido común de los intendentes para evitar que la curva de contagios se dispare.
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