Bajo la coordinación de Gustavo Beliz, empresarios, sindicalistas y unos pocos funcionarios del Gobierno nacional se reunieron en el Salón Sur de la Casa Rosada para empezar a pergeñar lo que será el Consejo Económico y Social para el Desarrollo, una promesa que realizó Alberto Fernández antes de asumir y que quedó diluida aún antes de la emergencia sanitaria. El primer paso fue conocer cómo se desarrollaron experiencias similares en Bélgica y en Grecia, que brindaron los representantes de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en la Argentina.
Al comienzo de la gestión, el armado de este Consejo había quedado en las manos del jefe de Gabinete, Santiago Cafiero. Incluso se hicieron dos reuniones en el Salón de los Científicos, con balcón a la Plaza de Mayo. Pero esos encuentros no prosperaron, por lo que este protagonismo que hoy tuvo el secretario de Asuntos Estratégicos no dejó de llamar la atención entre los participantes del encuentro.
Los procesos de diálogo social exigen acordar normas de funcionamiento, de consensos y disensos, de institucionalización de las representaciones, por eso Beliz pidió la colaboración del equipo de Pedro Américo Furtado de Oliveira, director de la oficina argentina de la OIT, quien destacó la necesidad de contar con “el diálogo social efectivo e institucionalizado como herramienta” de política de Estado.
Además del Secretario de Asuntos Estratégicos, estuvieron presentes el ministro de Trabajo, Claudio Moroni y la asesora presidencial Cecilia Nicolini. Por el lado empresario, participó el vicepresidente de la UIA, Daniel Funes de Rioja, y Natalio Grinman, secretario de la Cámara Argentina de Comercio (CAC).
Por el lado sindical, estuvo el secretario general de la CGT, Héctor Daer, el secretario de Relaciones Internacionales de la CGT y secretario general de la UOCRA, Gerardo Martínez y el secretario general de la CTA, Hugo Yasky.
A través de una webinar, el secretario general del CES de Grecia, Apostolos Xyraphis, describió la génesis y funcionamiento de ese diálogo institucional en su país y “remarcó su valor para generar verdadero consenso político en tiempos difíciles en torno a soluciones efectivas”, según explicó Presidencia.
La OIT se involucró especialmente en el proceso de diálogo en Grecia, cuando ese país europeo tenía 27 por ciento de desempleo, y empezó a recibir ayuda de la UE a cambio de implementar un programa de austeridad y de reformas económicas que no logró el consenso de las organizaciones de trabajadores. El derecho laboral fue una de las discusiones principales que se abordaron y el diálogo prosperó.
Luego fue el turno de Geert De Poorter, presidente de la junta directiva del Servicio Federal Empleo, Trabajo y Diálogo Social de Bélgica, quien calificó ese proceso como “una piedra angular de la economía belga”, al tiempo que describió en detalle “el arraigado marco institucional” de ese consejo en su país.
Moroni, por su lado, dijo que “para sentar las bases del Consejo Económico y Social se precisa compromiso de los actores y sacrificios”, para lo que necesita “tener capilaridad, con agendas que permitan abarcar a todas lss regiones y todos los sectores”, en un esquema que contemple “una multiplicidad de agendas”,
En diálogo con los periodistas acreditados, Daer dijo que “si el diálogo empieza por una reforma laboral, no hay diálogo porque no tenemos tampoco objetivos para nuestro país, lo que tenemos que tener son objetivos claros que logren que nuestro país evite la fragmentación, el desempleo y la informalidad que tiene”. Agregó que “el esfuerzo que vienen haciendo los trabajadores desde hace mucho y acá hace falta que los empresarios que con una economía de mercado comprendan que tienen que invertir, generar puestos de trabajo digno, desarrollo y, en ese marco, generar sustentabilidad social”.
La OIT tiene una tradición efectiva en la materia y hasta una guía llamada “Diálogo social tripartito de ámbito nacional”, donde expone las condiciones para el éxito del diálogo (fundamentos democráticos y voluntad política, además de apoyo institucional adecuado), los beneficios de un proceso de estas características y, finalmente, los detalles de cómo se fueron encarando en países tan distintos como Polonia, Colombia, India, Tanzania, Australia y Camerún, entre varios casos.
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