Horacio Rodríguez Larreta y Axel Kicillof tuvieron una reunión a solas de más de una hora en la sede del Gobierno porteño en medio de un proceso de “coordinación continua”, con definiciones que recién llegarán la semana próxima. De hecho, mañana se concretará un encuentro entre los jefes de gabinete de la Gobernación de la provincia de Buenos Aires y la Jefatura de Gobierno porteño.
La salida será coordinada y habrá flexibilizaciones en todo el AMBA, pero la salida no será idéntica en cada distrito. “Cuando en la Ciudad abrimos comercios, en Provincia abrieron industria y hoy continúan abiertas, bien protocolizado, y nosotros no tenemos abiertos los comercios”, explicaron en el equipo de Rodríguez Larreta. También insistieron en que “si los números acompañan, la idea es empezar a desandar gradual y cuidadosamente la cuarentena, que bien puede realizarse en forma diferenciada”.
En síntesis, se podría decir que el acuerdo al que llegaron hoy es afinar el lápiz durante toda la semana para que haya a partir del 18 de julio una flexibilización coordinada y diferenciada de acuerdo a cada realidad, como se viene haciendo hasta ahora. Es decir, el peligro de que haya una ruptura en la salida de la cuarentena no parece latente.
Después, en una visita a un centro de aislamiento en Vicente López junto al intendente Jorge Macri, Kicillof dijo: “Vamos a estar charlando con los intendentes para tomar una decisión. Lo que muestra el mundo es algo así como un stop and go, ir y venir, empezar y volver para atrás, de acuerdo a cómo van los contagios”. Agregó que “es algo que pasó en Israel, que ha tenido que ir a un aislamiento muy fuerte. Hay que tomar medidas en base a los hechos, los datos, y siempre mirando lo mismo: cómo cuidar la salud de hasta el último bonaerense”.
El intendente de Juntos por el Cambio, por su lado, agradeció que la Provincia le entregue “diez respiradores más” y remarcó que están trabajando “en equipo en el desafío inmenso de administrar un AMBA con realidades distintas y diferentes, preparándonos para dar salud a todos, generándoles lugares como éste, que les dé tranquilidad”.
A las 9:25 de la mañana comenzó el encuentro donde empezaron a delinear la nueva fase de la cuarentena, lo que será la reapertura progresiva de la cuarentena que comenzará a regir en el Área Metropolitana a partir del próximo lunes, una vez que culmine la fase estricta implementada en conjunto con la Casa Rosada con la que buscaron achatar la curva de contagios.
El gobernador de la provincia de Buenos Aires llegó en auto al edificio de la calle Uspallata, en Barracas, a las 9:20, solamente acompañado por su ministra de Comunicación, Jesica Rey, con la intención de tener una reunión a solas con el jefe de Gobierno porteño.
Rodríguez Larreta, en cambio, tenía preparados al vicejefe de Gobierno y responsable de Seguridad, Diego Santilli, los ministros de Economía, Martín Mura, de Salud, Fernán Quirós, y de Desarrollo Humano y Hábitat, María Migliore, listos para cualquier tipo de consulta.
El jefe de Gobierno y el gobernador hablaron por teléfono a mediados de semana, y coordinaron el encuentro a solas de esta mañana en la sede del Gobierno porteño de la calle Uspallata, previsto para las 9. Será la primera de una serie de reuniones entre ambas administraciones antes de que se vean con Alberto Fernández, como cada víspera, para ultimar los detalles de la salida paulatina del aislamiento.
Lo admitió Ginés González García: “Creemos que en términos psicológicos, sociales y económicos va a haber una flexibilización”, aseguró el ministro de Salud, que además resaltó que las medidas que empezarán a regir a partir de la próxima semana se tomarán “en consenso” entre los gobiernos de la Ciudad y la Provincia, y bajo la supervisión y el visto bueno de la Casa Rosada.
Es la segunda vez que Kicillof visitó las oficinas del jefe de Gobierno de la calle Uspallata. La primera fue a principios de junio. Un gesto del gobernador para preservar la relación entre ambos. La devolución de Rodríguez Larreta fue quince días después: viajó hasta La Plata junto a Diego Santilli y Fernán Quirós.
La semana pasada, el crecimiento en el número de casos, que se había estabilizado en torno a los 2 mil en la Provincia y a mil en la Ciudad, y el temor a un desborde de las camas de terapia intensiva llenaron de tensión el vínculo entre ambas jurisdicciones.
En rigor, sucede cada vez que Rodríguez Larreta, Kicillof y Alberto Fernández empiezan a debatir la continuidad del confinamiento, y surgen trascendidos en torno a las medidas que planea instrumentar cada administración.
Ayer, el reporte oficial del Ministerio de Salud registró de todos modos una baja considerable en los nuevos contagios, tanto en la Ciudad como en la Provincia: 754 y 1.633, respectivamente. Y una ocupación del 59,5% de las camas de terapia intensiva en el AMBA, una de las variables que más preocupan a las autoridades políticas y sanitarias.
Como admitió González García, en la mesa de decisiones, a más de 110 días desde el inicio de la cuarentena, ya no prevalece solo la cuestión sanitaria. La crisis económica y social, y la variable psicológica, ahora juegan un papel relevante a la hora de decidir qué hacer y cómo seguir con el aislamiento.
En ese sentido, la ciudad de Buenos Aires filtró antes del fin de semana un cronograma de 12 etapas con la eventual reapertura progresiva de las actividades, como había anticipado este medio, a partir del próximo lunes.
Nadie sabe con certeza si la filtración fue adrede para presionar al gobierno bonaerense y a la Casa Rosada con la vuelta escalonada hacia “la nueva normalidad” o si fue un descuido. Lo cierto es que, según confiaron, en la reunión que encabezó el sábado con parte de su equipo, Rodríguez Larreta avisó que había pedido especialmente que guardaran con recelo la información, que en los últimos días circulaba de WhatsApp en WhatsApp entre una veintena de funcionarios porteños.
Lo cierto es que, más allá del objetivo de las filtraciones, el gabinete de la Ciudad trabaja desde hace más de una semana en la reapertura de actividades tal como funcionaban en la etapa anterior a la cuarentena estricta: es decir, la actividad física al aire libre y los comercios no esenciales que tuvieron que bajar sus persianas hace casi tres semanas: unos 70 mil locales. Siempre que el índice de contagiosidad –denominado R– se ubique en torno a 1, aclaran las autoridades sanitarias.
Se menciona incluso la posibilidad de que abran las peluquerías en el corto plazo, las industrias no esenciales y los comercios en zonas denominadas de “alto riesgo”. Y que más temprano que tarde se habiliten las reuniones sociales reducidas. En las siguientes etapas están contemplados los shoppings, los gimnasios, entre otras actividades.
La provincia de Buenos Aires no tiene un plan específico, en parte por la diversidad y la complejidad de los municipios del Gran Buenos Aires, que presentan distintas realidades. Pero en la semana, y más allá de las declaraciones cruzadas, desde la administración bonaerense avisaron que el plan de Kicillof también pasaba por empezar a flexibilizar el confinamiento si es que la cuarentena estricta daba sus resultados.
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