El nuevo rol de Santiago Cafiero en el Gobierno: cómo se convirtió en la voz del discurso oficial

El jefe de Gabinete tuvo una participación destacada durante la última semana. De la crítica a Juntos por el Cambio por el crimen de Fabián Gutiérrez a cruces en las redes sociales

Cafiero junto a Máximo Kirchner esta semana en la inauguración de un hospital en Lomas de Zamora

El reverso de la política no necesariamente coincide con lo que se ve. Por ejemplo: dicen que el jefe de gabinete Santiago Cafiero, que suele mostrarse tranquilo, tiene una obsesión con los respiradores y mandó a poner custodia de Gendarmería en la fábrica de Córdoba por temor a que lo producido se desviara del destino asignado. Lo hizo mientras firmaba un convenio de venta sólo para el Estado nacional y el préstamo para ampliar la producción.

Por su rol de jefe de Gabinete comparte un grupo de WhatsApp con sus pares de la región. Varios le solicitaron el envío de respiradores. Les dijo que no. Se lamentó con elegancia, pero respondió que Argentina no podría brindarles ni terapistas ni respiradores.

El nieto de Antonio Cafiero se alegró con lo que escuchó en la última reunión de gobernadores con el Presidente vía Zoom. El de La Rioja, Ricardo Quintela, les dijo a sus pares que ponía sus equipos a disposición porque sólo un respirador estaba en uso a pesar de tener 124 contagiados, un número bajo si se compara con Río Negro, Córdoba, Mendoza, Chaco o Santa Fe. En ese encuentro a la distancia hubo varios mandatarios que ofrecieron ayuda, no sólo Quintela. Hubo gestos de solidaridad para con la rionegrina Arabela Carreras, con el chaqueño Jorge Capitanich e incluso hacia el jujeño de Juntos por el Cambio Gerardo Morales, que contó que necesitaba virólogos y admitió tener “un cuello de botella” en la realización de los tets. El relato parece inverosímil frente al cruce de dardos envenenados entre oficialismo y oposición de las últimas semanas, pero explica la emoción del Presidente cuando arrancó su discurso, después del himno nacional, el 9 de julio en Olivos.

En el Gobierno hay malestar porque esta trastienda no se ve, o no es noticia. Los nervios se traducen en tuits. Pero también, admiten, se conversa al respecto para bajar la tensión. “Argentina está enloquecida”, plantean en charlas de café en las que no sólo atribuyen esa sensación al aislamiento y la pandemia. “No puede ser que discutamos sólo sobre algunas cosas y no demos debates de fondo”, insisten mientras recuerdan que el Presidente dio decenas de entrevistas y conferencias de prensa y que hubo 62 presentaciones de ministros y secretarios en el Congreso de la Nación.

El “mal” que mencionan no aqueja solo al Gobierno. En las redes sociales a María Eugenia Vidal no le perdonan su aparente “tibieza”. A Horacio Rodríguez Larreta le cuestionan su buen diálogo con el Gobierno. Al camporista Andrés Larroque le reprocharon un elogio al jefe porteño y al Presidente lo señalaron por participar de un acto con el empresario Marcelo Mindlin, a quien el kirchnerismo extremo identifica con Mauricio Macri. “Qué raro, si Máximo Kirchner cenó con Mindlin”, blanqueó un importante dirigente del Frente de Todos cuando leyó algunos comentarios tras el acto al que asistió Fernández.

El ruido interno suele generarse siempre del mismo lado. Para muestra alcanza un botón. Alicia Castro, hiperkirchnerista y embajadora designada para Rusia, ya dos veces cuestionó al Presidente de la Nación. Y lo hizo en público. Este viernes 10 se sumó al hashtag “noesnuestroamigo” en alusión al sustantivo con el que Alberto Fernández mencionó en el acto del 9 de julio al jefe de gobierno porteño. “Amigo lo llamo a usted porque es el nombre que reciben los hermanos de armas, de empresa y de opinión, escribía Bolivar a San Martin”, recordó la ex azafata. Lo disruptivo es que hacía referencia al Presidente.

Daniel Gollán, Gabriel Katopois, Santiago Cafiero, Axel Kicillof y Máximo Kirchner acompañaron a Martín Insaurralde en su primera salida después de haber tenido coronavirus

Es evidente que a cada lado de la grieta hay referentes dispuestos a quemar todas las naves. Y en ocasiones hasta asumen ese rol los mismos que piden paz política. ¿Se empujan unos a otros o son gestos a los que no los une ningún hilo?

En ese marco el jefe de gabinete Santiago Cafiero sufre a el mal a la inversa. A él, tal vez por su apellido o por su physique du rol, se le cuestiona que haya endurecido la piel y que haya calificado de “idiota” a un abogado. Sin embargo no se arrepiente. Y lo volvería a hacer. ¿Por qué? Porque asegura que Alejandro Fargosi pasó un límite cuando subió una foto de Cafiero con su esposa e hijos en una marcha en la que pidieron por la aparición, con vida, de Santiago Maldonado. “Idiota”, le escribió indignado a pesar de promover el diálogo político. E insistió en que acepta las reglas del juego y soporta cualquier crítica, pero no el uso de la foto de sus hijos.

Santiago Cafiero nunca tuvo un perfil combativo. Frente a los últimos cuestionamientos el más duro de los K salió a cubrir sus espaldas. Aníbal Fernández quien lo hizo. Insólito gesto porque en estos días el ex funcionario K exigía a los albertistas que salieran con más fuerza a favor de la gestión del Presidente.

Cerca del jefe de Gabinete, alter ego de Alberto Fernández, aseguran que nada cambió, aunque así parezca. Y cerca del Presidente admiten que Cafiero está sumando horas de vuelo en los medios y que el enojo “no es natural” en él. Agregan que empezó a mostrar “firmeza en defensa de la gestión” y que en la medida en que las actividades oficiales se lo permiten decidió dar entrevistas y responder a los medios para aliviar y ayudar al Presidente.

El cambio de actitud ocurrió hace más de un mes. Tal vez en coincidencia con el hartazgo que generó el aislamiento obligatorio. Justo en la previa a la primera presentación ante el Senado de la Nación adonde brindó su primer informe. En una coreografía que pareció ensayada se mostró firme pero, sin demasiado encono con la oposición, mencionó el punto de partida sin señalar despectivamente la herencia recibida. El poco tiempo para las respuestas le sirvió para esquivar algunos de los dardos de Juntos por el Cambio, aunque tuvo algunas frases contundentes. Para el resto de los cuestionamientos las respuestas partieron de la voz de los senadores del Frente de Todos: el kirchnerismo más duro lo protegió aunque Cristina Kirchner no escuchó más que el inicio de su discurso y el cierre de la presentación.

En la última semana el tono fue distinto. El sábado pasado Cafiero habló con Alberto Fernández. Se ven todos los días por la tarde, después de que el jefe de gabinete comparte las reuniones matinales con otros funcionarios y ministros. Repasa en Casa Rosada la agenda de gestión que incluye estos días la ampliación presupuestaria para este año (con la reasignación de partidas en concento de ATP e IFE 3) y la preparación del Presupuesto 2020/2021. El sábado fue un día distinto. Después de que en El Calafate se encontrara el cadáver del ex secretario de Cristina Kirchner, Fabián Gutiérrez, y del comunicado de la oposición, fue el jefe de Gabinete quien asumió la posición oficial. “No podemos dejar pasar todas”, justificó la respuesta, un “límite” a Juntos por el Cambio, dijo.

“Estamos convencidos que no es momento para sembrar falsas divisiones entre los argentinos y argentinas. El odio afecta la convivencia democrática y sólo nos paraliza impidiéndonos avanzar”, manifestó el funcionario como un adelanto de lo que sería el discurso presidencial el Día de la Independencia. La palabra “odio” empezó a repetirse.

En un largo hilo Cafiero expresó: “Es inadmisible utilizar la sensibilidad que el dolor del crimen genera para sacar ventajas políticas. En política no vale todo porque no hay fin que justifique los medios. Tampoco las redes sociales se pensaron para difundir la mentira”. Juntos por el Cambio insistió en que no atribuían responsabilidad al Gobierno, aunque el comunicado fue sugestivo.

La opinión del jefe de Gabinete en las redes sociales pretendió ser la posición oficial, un punto de inflexión a siete meses del nuevo gobierno. Si bien asegura que en el Frente de Todos no se “baja línea”, sí cree que “debe ordenarse la línea política”. Decenas retuitearon su comentario como la posición oficial que luego sostuvo y defendió en varias entrevistas. Lo mismo hizo tras el banderazo del 9 de julio.

Santiago Cafiero junto al presidente Alberto Fernández (REUTERS/Agustin Marcarian)

“Hay ministros defendiendo su gestión, cada uno lo que hace en su ministerio, pero hay que defender una línea política”, se oyó cerca suyo.

Al respecto Cafiero cuenta: “Todos los días veo problemas”. Y a pesar de los últimos roces, insiste ante quien lo quiera escuchar que su objetivo, y el del Presidente, es tender puentes u evitar la violencia.

Sí decidió, y lo conversó con Alberto Fernández, “disputar ideas” al tiempo que busca “robustecer un discurso mediador, de diálogo”. Cuando le señalan sus últimos tuits, compensa y recuerda que el Presidente habla en forma permanente con todos los gobernadores y con el principal referente en gestión de Juntos por el Cambio, su “amigo” Rodríguez Larreta; que el Presidente ya charló dos veces con los jefes de todos los bloques de Diputados y el Senado y que esta misma semana, en medio de todos los cruces, volvió a sentarse en Olivos con los intendentes Jorge Macri y Néstor Grindetti.

“Fui a Telenoche e iré de vuela”, repetía estos últimos días después del intercambio con Diego Leuco que generó primero un video con imágenes de puños y después un retuit que le costó caro al Presidente. “Fue algo que quiso ser metafórico y gracioso y no violento”, recalcó Cafiero a quien lo quisiera oír.

En cambio respecto a su pelea con Fargosi aseguró que fue una cuestión personal y privada. “Desde la política me aguanto todo pero con mis hijos no dejo que se metan. Yo no ando buscando fotos de los hijos de otros. En vez de discutir derechos discutimos otras cosas”, reflexionó tras el cruce.

Finalmente y como un gesto a la oposición y al Parlamento, ya le puso fecha a su segunda presentación. Dispuesto a cumplir el mandato constitucional, después de la presentación de junio ante el Senado estará en la Cámara de Diputados. Irá el jueves 30 de julio, un día antes de que termine el mes.

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