Incomprensible o desconcertante. En esa zona de sensaciones navega la lectura que en las oficinas políticas del Ministerio de Seguridad de la Nación hicieron después de mirar esta mañana las pantallas en el momento en que apareció Sergio Berni en el Puente La Noria, en el cruce a Capital desde Lomas de Zamora.
Lo observaron con cierto asombro, explicaron después, porque el hombre estaba sobre suelo de jurisdicción federal como son esos puentes, en un operativo por delitos de órbita federal, como son las diferentes violaciones de la cuarentena obligatoria, y cuestionando el operativo de control directamente a un jefe de la Policía Federal Argentina, una fuerza que no depende de él.
“No podía hacerlo, está mal y genera una interna que no existe”, sintetizaron cerca de la ministra Sabina Frederic. También había enojo después de ver al ministro bonaerense en un ámbito donde, entienden, por su condición de funcionario provincial, no es jefe de nadie.
Sergio Berni agitó otra vez esta mañana las aguas ya de por sí turbias por la pandemia, y en el primer día de la vuelta a las restricciones estrictas el ministro salió a marcarle la cancha al gobierno nacional, desde adentro y a su estilo. Lo hizo ¿casualmente? parado encima del célebre Riachuelo, sobre un puente que, en la práctica, genera esperas de casi dos horas a los ciudadanos, y en lo concreto, es la sutura que une el conurbano y la Ciudad de Buenos Aires. Para el kirchnerismo más duro, al que le incomoda la simpatía entre Rodríguez Larreta y Alberto Fernández, el gesto del ministro bonaerense hacia adentro hasta podría leerse como una reivindicación.
En cambio cerca de Frederic consideran que erosiona todo, “del Presidente para abajo”, en un día donde ellos creían que había que “transmitir tranquilidad, paciencia, solidaridad”. A Berni lo ven como un rupturista por su estilo personal. Alguien se preguntó irónicamente: “¿Estuvo gestionando cuando hablaba con los medios?”. Otro, más arriesgado, dudó hasta de la existencia de la ambulancia con la embarazada por la que él apareció para poner orden. “Hace 100 días que el puente La Noria viejo es exclusivo para emergencias. ¿Puede pasar que un chofer no lo sepa? Sí, puede pasar”, comentaron.
“El piso 4 del Comando Unificado, con todas las pantallas que tiene, es más útil que estar parado arriba de un puente viendo pasar autos”, agregaron y explicaron que desde allí se monitorea el funcionamiento de los controles, se reparten las órdenes para ajustar cuestiones, liberar o cerrar un acceso.
Pero Berni, por alguna razón, minimiza su rol en el comando unificado. A la última reunión para organizar los operativos de la nueva cuarentena, realizada el viernes pasado, él no fue. Estaban Frederic, Carlos Bianco, el jefe de gabinete de Kicillof, Diego Santilli y Santiago Cafiero. En el Ministerio de Seguridad nacional dicen que se lo esperaba. También este miércoles, en una reunión para planificar trabajos relacionados a la ola de robo de silobolsas en los campos bonaerenses, lo esperaban y Berni no apareció. Claro, mucho menos lo haría después del lío matinal.
“Con Berni está todo cortado”, admitieron alrededor de Frederic y desmintieron que la ministra haya llamado a Axel Kicillof para quejarse. Pero advierten que no así entre gestiones. En el AMBA hay cerca de 7.500 agentes de fuerzas federales, más controles y apoyo en los municipio para seguridad ciudadana, que incluyen operativos en el conurbano y planificaciones en el interior bonaerense, como la “cosecha segura” o distribución de alimentos en las islas del Delta. Sienten que Berni genera ansiedad, malhumor y muestra una interna que no existe
En Provincia asoman interpretaciones políticas, relacionadas al enojo que hay con la Casa Rosada por la falta de aporte de recursos para las fuerzas de seguridad provinciales, que ahora, entienden, tienen que trabajar bajo una presión más poderosa en relación al coronavirus porque “no se frenó a tiempo” en la Capital Federal. Otros intuyen que responde a las ambiciones políticas personales de Sergio Berni, para las que su rol de “superhombre” genera simpatía más a diestra que siniestra, una zona sobre la que muy pocos kirchneristas tienen influencia. Y Berni es kirchnerista.
Frederic, de bastante más bajo perfil y un origen académico marcado, también es kirchnerista, así al menos se autodefine a partir de su incursión en la política hace algunos años en el ministerio que conducía Nilda Garré, aunque su tradición peronista es previa y vino por transmisión materna, una militante de base del conurbano sur desde los 70.
La ministra publicó un tuit tras la polémica con Berni. “Sabemos que la emergencia sanitaria requiere de mucho esfuerzo de todos y todas. Las demoras en los retenes son consecuencia de una pandemia que nos obliga a intensificar los controles para reducir la circulación del virus. Esta fase de cuidado exige redoblar la solidaridad”, escribió, junto a un video, a las 10.34 de la mañana. Según explican, el video y el tuit estaban listos. No así la palabra “solidaridad”, un mensaje directo al ministro bonaerense.
En el Ministerio de Seguridad nacional lo que ven es una diferencia muy fuerte de estilos. “A Sabina le preocupa la erosión de la figura presidencial. No hay una lectura clara de por qué hace lo que hace Berni, porque cuesta entender estos movimientos”, reconocieron, pero también ampliaron sobre la cuestión del estilo: “Acá tenemos formas de trabajar distintas, no está todo centrado en la figura de la Ministra, hay un equipo atrás, hay un gabinete que se divide las tareas con roles definidos. Es una impronta que tratamos de bajar a las fuerzas para que articulen entre ellas, con esa idea de trabajo, sino es muy difícil generar políticas de seguridad eficientes. La impronta de este ministerio es un equipo y lo de Berni es un unipersonal, siempre”.