Juntos por el Cambio es una mesa con tres patas políticas. Así lo fue desde su creación. Un triángulo donde el PRO, la Coalición Cívica y la UCR conformaron una estructura sólida para sostener la coalición política que llevó a Mauricio Macri a la presidencia. También estuvo, está y pretenden que esté el peronismo. La apertura es la clave de la renovación opositora. Lo saben todos dentro del esquema. La idea la empujan con fuerza cada vez más dirigentes.
Esa renovación tendrá un capítulo interno importante en los próximos meses: las elecciones del radicalismo en la provincia de Buenos Aires. Hay dos nombres que disputarán la conducción, que hoy lleva adelante el ex vicegobernador bonaerense Daniel Salvador. Uno es el presidente del bloque de diputados opositor en la Legislatura, Maximiliano Abad. El otro es el intendente de San Isidro, Gustavo Posse.
La interna radical parece, a priori, no ser una amenaza para la tensa calma que hoy se vive en el corazón de Juntos por el Cambio, donde las diferencias son cada vez mayores y el ala más flexible, liderada por Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal, gana peso en el armado nacional. Sin embargo, será una puja de poder en la que estarán inmiscuidos los nombres más importantes del partido, que dejará a la luz el poder real de los diferentes sectores que hay dentro de los límites geográficos radicales y que marcará cuál es la dirección que quiere tomar la UCR en los próximos años en la oposición.
Abad tiene el apoyo implícito de la ex gobernadora bonaerense, que no se va a meter en la interna del partido pero que juega a su favor. También el de la mayoría de los intendentes radicales del territorio bonaerense, concejales, consejeros escolares y presidentes de los comité locales. Ese respaldo lo logró corporizar en una solicitada bajo el título “Los radicales de la provincia asumimos nuestro compromiso con el futuro”, que también fue firmada por un puñado de legisladores nacionales y provinciales de la UCR.
El documento no solo fue una señal de apoyo a Abad, sino también una declaración sobre el rumbo que quiere seguir el radicalismo una vez que pase la pandemia. Proponen una agenda pública sobre tres ejes: un nuevo federalismo, un sistema productivo innovador y un acuerdo colectivo para promover la movilidad social. También hicieron referencia a la búsqueda de un partido que tenga “vocación de poder”, “organización” y “nuevos liderazgos”.
Ese mensaje, que fue en los primeros días de junio y tuvo un fuerte rebote en el interior del radicalismo, también llevaba un pedido dirigido a la conducción de la coalición:“Vamos por una coalición amplia, con reglas de juego claras, que se constituya en una alternativa”. Una señal consistente en un momento donde en el interior de Juntos por el Cambio comenzó a discutirse la renovación de la identidad partidaria. Cerca de Posse dicen que la solicitada podría haber sido firmada por cualquier radical de buena ley (debido a que se comparten los objetivos) y que hay intendentes que no la firmaron con la idea de apoyar a Abad.
El objetivo del radicalismo -como lo fue en el 2015- es ganar espacio dentro del esquema opositor, tener candidatos propios y que el partido tenga peso en las decisiones de la coalición. La participación de los dirigentes radicales en la alianza ha crecido con el paso del tiempo. Solo basta un repaso por las dos cámaras del Congreso y la Legislatura bonaerense. De los cuatro presidente de bloques -entre el Senado y Diputados- tres son radicales. Además, de los cuatro gobernadores de Juntos por el Cambio, tres pertenecen a la UCR.
La representación está. Lo que hace falta es poder influir con mayor determinación en las decisiones de la coalición. Las últimas dos mesas políticas de alto impacto que armó Horacio Rodríguez Larreta fueron un símbolo de cuál es el camino que quieren tomar en el ala más flexible a nivel nacional. ¿Una señal de cuál será la mesa de conducción dialoguista dentro de la coalición? ¿La primera línea de la que quiere estar rodeado el jefe de Gobierno porteño en el inicio de un proyecto presidencial? Preguntas que no van a tener una respuesta oficial. Mucho menos en el medio de la pandemia, donde la sensibilidad social es incompatible con la rosca política.
Esas dos reuniones fueron en la sede del gobierno porteño, en Parque Patricios. Rodríguez Larreta ofició de anfitrión. Un movimiento sutil para iluminar su liderazgo y su voluntad de conducción. En uno de los cónclaves estuvieron Cristian Ritondo, Álvaro González, Diego Santilli y María Eugenia Vidal. En el segundo se hicieron presentes, además de la ex gobernadora, Emilio Monzó y Martín Lousteau. Los protagonistas son dirigentes con anclaje en Capital Federal y Buenos Aires. El peso del peronismo en esas mesas fue contundente. El único radical fue el ex ministro de Economía del kirchnerismo, un ejemplo mínimo de que el radicalismo parece estar lejos de la cocina donde se toman las decisiones.
La discusión sobre el peso específico de la UCR dentro de Juntos por el Cambio será el eje de la puja interna en Buenos Aires. Los dos candidatos quieren quedarse con el sello de la renovación. Coinciden en que el partido debe aumentar su volumen y multiplicar su poder luego de ser un sostén territorial y un aliado leal del PRO. Pero hay una diferencia sustancial que los separa. Gustavo Posse considera que es imposible que Abad represente esa renovación. ¿El motivo? Entiende que el legislador será la extensión del mandato de Salvador, lo que implica que siga gobernando el partido un sector, que para él y su equipo, fue sometido durante la gestión de Vidal.
“La renovación no es un cambio de nombres, sino que la persona que vaya a conducir tengan el conocimiento y la trayectoria para poder llevar adelante el partido. Abad es el segundo de Salvador. Que cambien lo que vaya a decir no implica que no sean lo mismo. Ellos llevaron el partido a la sumisión”, le aseguró a Infobae un dirigente de vinculo fluido con el intendente de San Isidro.
Posse considera que los dirigentes del radicalismo que estuvieron en el esquema ejecutivo y legislativo durante la época de María Eugenia Vidal dejaron que el partido pierda lugar en la alianza. No pelearon por puestos en la estructura política, no estuvieron en el punto neurálgico del poder, no tomaron decisiones, no se opusieron a medidas económicas como el aumento de tarifas, no lograron inclinar la balanza frente al predominio del PRO. Un espejo de lo que sucedió a nivel nacional. Su discurso público estará pincelado por esa idea. No pueden conducir la UCR los mismos que no lograron romper los límites que el partido de Macri les impuso en los últimos cuatro años.
El jefe comunal juega su propio partido en la coalición. Respeta los liderazgos internos pero no trabaja para fortalecerlos. De los intendentes del conurbano con peso propio es el único que no está en la mesa de Vidal, donde se sientan Néstor Grindetti (Lanús), Julio Garro (La Plata), Jorge Macri (Vicente López) y Diego Valenzuela (Tres de Febrero). En la Legislatura bonaerense también juega aparte. Comparte el padrinazgo de un bloque de cinco diputados con Emilio Monzó. Los dos rompieron el bloque de Juntos por el Cambio pocos días después del inicio de la presidencia de Alberto Fernández.
La historia reciente describe las diferencias del presente. Aunque en el medio existan algunos asteriscos, como el acercamiento entre Vidal y Monzó, que llevaban largos meses sin hablarse y se reencontraron en la reunión organizada por Rodríguez Larreta. En la actualidad Abad está bajo el ala de la ex mandataria bonaerense y es un dirigente que expresa el consenso dentro la Legislatura. Lo contrario a Posse, a quien en el vidalismo todavía no le perdonan la fractura del bloque en la Cámara baja y haber puesto en riesgo la integridad del espacio político luego de la derrota electoral.
Abad es una figura joven, con influencia dentro del esquema provincial de la oposición e integrante de la mesa de negociación con el peronismo en la Cámara baja, donde destacan su predisposición para los acuerdos. En este tiempo donde los intereses políticos se discuten en las noches - mientras en el día se gestiona la pandemia -, el dirigente de Mar del Plata cosecha respaldos desde diferentes sectores dentro del partido. Algunos de los que se anotan detrás de su candidatura son Mario Negri, Luis Naidenoff y Gerardo Morales.
Posse es impulsado por dos pesos pesado del radicalismo: Martín Lousteau y Enrique “Coty” Nosiglia. Además, tiene el respaldo de un puñado de dirigentes históricos, entre los que se destacan Federico Stonari y Juan Manuel Casella. Cerca del intendente están seguros que el fuerte de ellos serán los votos en la primera y tercera sección electoral. Los cordones más poblados del conurbano. Asumen también que les costará hacer pie en el interior.
En el sector de Abad dan por descontado que tendrán un gran apoyo en las urnas en los municipios del interior bonaerense, advierten que ganarán en la tercera sección electoral y esperan hacer un buen papel en la primera sección. “Tenemos un acompañamiento territorial fuerte. Nos acompañan la mayoría de los intendentes, concejales y presidentes de los comité”, sostienen cerca del legislador vidalista.
Abad cree que si Posse gana la elección, la coalición política recibirá un golpe muy duro debido a que el jefe comunal es la cara visible de la ruptura del bloque en la Legislatura. “Nosotros somos garantía de que la alianza continúa. El radicalismo garantiza la unidad de la coalición”, le dijo el diputado provincial a sus colegas radicales en los últimos días.
La elección debería haber sido en julio pero la pandemia la dejó sin efecto. En noviembre se vencen los mandatos de las autoridades actuales, por lo que los comicios deberían ser antes. En la sede bonaerense de la UCR apuntan a octubre como el mes posible. Hasta ese entonces la rosca política entrará en acción para garantizar votos, la logística para el día de los comicios y los apoyos para fortalecer el mensaje hacia adentro de mundo radical.
Abad es una figura joven que ganó terreno en el esquema provincial de la oposición y que se va a mostrar como la cara de un proyecto renovador. Posse se va a parar sobre su experiencia como gestor, su recorrido en la política y su mirada crítica sobre la gestión de Cambiemos en el país y el territorio porteño. La autocrítica descarnada como técnica de adhesión.
En ambos sectores del radicalismo descuentan que las elecciones tendrán impacto en la convivencia de la coalición y que al ganador le abrirá las puertas para influir en la conformación de las listas de candidatos radicales en las elecciones de medio término. Más que los cargos partidarios, lo que se pone en juego es el rol que tendrá el partido en la discusión que tiene por delante Juntos por el Cambio sobre el proyecto político buscará construir en esta nueva etapa como socio del PRO y la Coalición Cívica.
“Quiero que el radicalismo sea un socio pleno en la coalición, que esté presente en la toma de decisiones. No quiero más sometimientos como los que tuvimos en los últimos cuatro años”, repite Posse a quien lo quiera escuchar. “Desde el 2015 comenzamos a actuar con vocación de poder. Dejamos atrás una etapa en la que estábamos en el llano. Queremos que el partido crezca dentro del espacio”, suele decir a Abad en sus charlas informales en los pasillos de la Legislatura.
Abad tiene una desventaja frente a Posse. Es menos conocido que el intendente. Por eso su tarea deberá estar enfocada en mejorar su nivel de conocimiento en la provincia. Posse tiene una desventaja frente a Abad. El discurso de la renovación del partido es difícil de asociar a un rostro que ya tiene un recorrido político extenso.
El radicalismo va a definir en los próximos meses el camino que quiere tomar. De lo que todos están seguros en el partido es que necesitan tener más influencia y poder de decisión dentro de Juntos por el Cambio. En la provincia de Buenos Aires hay cerca de 630.000 afiliados. Probablemente voten menos de la mitad. La discusión está abierta. La elección también. Y la interna se disputará, no como en el peronismo, donde la unidad suele predominar sobre la competencia. Ahora resta esperar que pase la cuarentena y que la pandemia deje de ser el tema de cada día.
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