Alberto Fernández abrió un inesperado conflicto político con Donald Trump al cuestionar su decisión de ocupar la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y bloquear el crecimiento geopolítico del UNASUR, un foro regional diseñado por Néstor Kirchner, Hugo Chávez y Lula da Silva para contrarrestar la influencia de Washington en la Organización de Estados Americanos (OEA).
La critica presidencial a la agenda geopolítica de los Estados Unidos aparece cuando es necesario que el Departamento del Tesoro influya en la negociación de la deuda externa que continúa trabada entre el gobierno argentino y el poderoso fondo BlackRock, que tiene llegada directa al Salón Oval.
“Y los EEUU rompieron el UNSAR y crearon el PROSUR. También hicieron todo lo posible para que la CELAC desaparezca. Y tampoco les alcanzó eso. Ahora fueron por el BID y todo el continente salió a apoyar que los EEUU, por primera vez en la historia también presida el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Y nos hemos quedado dos países al margen de ese apoyo: México y nosotros”, opinó Alberto Fernández en una video conferencia que organizó la Universidad de Buenos Aires (UBA) y lideró Lula Da Silva.
Trump rechaza la importancia del multilateralismo y juega toda su influencia política en las relaciones bilaterales. El Presidente de los Estados Unidos eliminó la ayuda americana a la Organización Mundial de la Salud (OMS), se retiró del Acuerdo de París sobre Cambio Climático y abandonó a la UNESCO.
En este contexto, la Casa Blanca sólo privilegia los organismos multilaterales que cumplen con su propia agenda global. No tiene problemas con el Grupo Lima, que intenta destronar a Nicolás Maduro de Venezuela, y apoya las gestiones de la OEA para encontrar una salida al líder populista que sucedió a Chavez en Caracas.
Trump teme el avance de China en la región a fuerza de créditos blandos y un programa de cooperación sostenido por billones de dólares destinado a infraestructura (puertos, carreteras y comunicaciones) para los países pobres y mediados de América Latina. Xi Jinping considera que puede consolidar la influencia de Beijing ocupando los espacios que Washington cede por la ausencia de distribución de fondos públicos a tasas neutras.
La estrategia de avance chino, basada en la aplicación del softpower y las necesidades regionales, intenta ser bloqueada por Trump en todos los escenarios posibles. Y desde esta perspectiva defensiva, el Presidente de los Estados Unidos decidió ocupar la dirección del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), una pieza multilateral en América Latina que distribuye créditos blandos y voluminosos en todo el continente.
Trump eligió a Mauricio Claver como su candidato a la dirección del BID. Claver es su principal asesor de seguridad para América Latina, conoce a Alberto Fernández y tiene relación fluida con Gustavo Beliz, secretario de Asuntos Estratégicos. El candidato americano tuvo un encontronazo con el presidente argentino cuando abandonó su ceremonia de asunción al enterarse que había invitado a Jorge Rodríguez, vicepresidente de Venezuela e influyente consejero de Maduro.
Alberto Fernández cuestionó la reacción de Claver, pero habilitó a Beliz que use su influencia en la Casa Blanca para tener un backchannel con el Salón Oval que ocupa Trump. Paradojas de la diplomacia secreta: Claver trasmite habitualmente la información de Beliz a Trump, y no dudó en revelar al secretario argentino que sería titular del BID. Beliz felicitó en tono florentino: él era candidato al mismo puesto, estaba respaldado por México, y buscaba los votos para coronar una posición que Alberto Fernández pretendía para la Argentina.
Trump quiere controlar el BID para bloquear los avances regionales de China. Y nominó a Claver para dedicarse sin problemas a su propia campaña electoral. El líder republicano pensó que Alberto Fernández anunciaría su respaldo a Claver, y que la elección en el BID era un tema superado.
No sucedió: Beliz continúa en carrera, apoyado por Andrés Manuel López Obrador y Maduro, y encima el jefe de Estado argentino cargó contra las decisiones geopolíticas de la Casa Blanca.
Ya en el Departamento del Tesoro hacía ruido que Beliz continuara en campaña contra Claver, en plena negociación de la deuda externa, y las declaraciones presidenciales de ayer añadieron más sorpresas a la posición zizagueante de Alberto Fernández.
En Washington no entienden cómo Martín Guzmán pide ayuda al Tesoro para alinear a BlackRock en la negociación, y a su vez el presidente argentino cuestiona a Trump que, en definitiva, tiene el poder necesario para empujar a los acreedores privados que aún dudan del ministro de Economía y su estrategia de reestructuración de la deuda externa.
El embate de Alberto Fernández contra la agenda geopolítica de Trump no terminó en el BID y su decisión de bloquear la CELAC y el Unasur. También incluyó a Jair Bolsonaro, presidente del Brasil. Bolsonaro es una aliado regional de Washington, odia a Lula y tiene una relación diplomática inexistente con la quinta de Olivos.
En pocos días habrá una cumbre del Mercosur, y la intención de los países socios es fortalecer el bloque regional en un contexto económico gravísimo por la pandemia del COVID-19. Podría ser la primera vez que Alberto Fernández y Bolsonaro coincidan en un foro multilateral, pero las opiniones del Presidente frente a Lula ponen en suspenso esa alternativa política.
Alberto Fernández confirmó su presencia en la cumbre virtual. Bolsonaro aún se resiste en participar de la cumbre del Mercosur junto al único presidente de la región que cuestiona públicamente su plan contra el COVID-19 y su alineamiento automático con Washington.
“Sorprendidos”, fue la respuesta de un vocero de la Casa Blanca cuando Infobae preguntó sobre las opiniones de Alberto Fernández cuestionando las decisiones de Trump y elogiando a Chávez, Correa y Evo Morales, los líderes históricos del populismo en América Latina.