Alberto Fernández, Axel Kicillof y Horacio Rodríguez Larreta no esperaron ni a que terminara el encuentro para resolver que el anuncio de entrada a una fase otra vez bien estricta de la cuarentena debía esperar al viernes, por la delicadeza del mensaje y la coordinación de medidas que, en la previa, ya se presentaban como de compleja implementación.
Es que el Presidente, el gobernador y el jefe de Gobierno se enfrentan al anuncio más crucial desde el inicio de la pandemia: la vuelta atrás después de cien días de confinamiento, de fatiga social y crisis económica y ante una eventual saturación del sistema sanitario, que este jueves llegó al 54% de ocupación de camas de terapia en el AMBA. Una bomba de tiempo que, mal comunicada, puede estallar en cualquier momento y poner en duda la autoridad de los tres gobernantes.
En ese sentido, Fernández, Kicillof y Rodríguez Larreta resolvieron que el anuncio de hoy será grabado cerca del mediodía y que la cuarentena estricta empezará a partir del miércoles 1: desde ese día comenzará a regir el nuevo DNU. Utilizarán el lunes y el martes de la semana próxima para concientizar sobre la implementación de las nuevas-viejas medidas. Pero las restricciones al transporte comenzarán desde el próximo lunes. El gobernador quería que se instrumentaran lo antes posible.
El jefe de Estado pidió, de hecho, prudencia en la filtración de los trascendidos hasta este viernes para evitar azuzar el malhumor y la ansiedad de la sociedad.
Tal como publicó este medio en las últimas horas, Fernández, Kicillof y Rodríguez Larreta resolvieron, después de más de tres horas de reunión en Olivos, que los comercios que permanecerán abiertos a partir de la semana próxima serán solo los esenciales -es decir, supermercados, almacenes y farmacias, entre otros-, que la actividad al aire libre en la Ciudad dejará de estar permitida, que los menores sí podrán salir los fines de semana, como ahora, y que habrá muy fuertes restricciones al transporte público, reservado solo para trabajadores esenciales, como personal de salud o de las fuerzas de seguridad.
A última hora, todavía había debate sobre las limitaciones en el transporte público de colectivos y trenes. A los mayores controles -se habían relajado en las últimas semanas- se suma la discusión sobre qué actividades serán consideradas como esenciales a partir de la próxima semana. Será una de las claves del anuncio de mañana.
Esta etapa estricta del aislamiento se prolongará, en principio, durante al menos dos semanas. El anuncio de este viernes buscará ser específico en ese punto. Para dar certidumbre de inicio y cierre del confinamiento.
“No hay puntos de discordia”, desdramatizó a Infobae uno de los colaboradores de los tres gobernantes mientras esperaba, en un salón contiguo, novedades sobre la cumbre, que tuvo lugar en la oficina del Presidente del edificio de Jefatura de la quinta de Olivos.
Pasadas las 20, se sumaron algunos colaboradores de Nación y las dos jurisdicciones, como Ginés González García, Carla Vizzotti, Vilma Ibarra, Carlos Bianco y Santilli.
No estuvieron, llamativamente, los ministros Mario Meoni, Juan José Méndez y Alejo Supply, de Transporte de Nación, Ciudad y Provincia, respectivamente. El rubro más discutido.
En la previa, el gobernador bonaerense había sido el principal promotor de avanzar en una etapa mucho más estricta del aislamiento para tratar de contener el avance del coronavirus en el Gran Buenos Aires. “Hay que cerrar todo”, repitió en los últimos días. El miércoles por la tarde, Kicillof dedicó casi toda su agenda a obtener vía Zoom el aval político de los intendentes del conurbano. Prepara, en ese sentido, una puesta en escena provincial junto a algunos de los jefes comunales cuando le toque dar los detalles de la nueva fase del confinamiento en la Provincia.
Cuando Rodríguez Larreta llegó a Olivos junto a Diego Santilli, pasadas las 17, el Presidente ya había recibido el consejo sanitario de los especialistas que lo asesoran desde mediados de marzo de restringir al máximo la movilidad para contener la propagación del virus. El jefe de Gobierno ya había decidido, en la noche del miércoles, que solo presionaría por la continuidad de las salidas para menores de los fines de semana. Para el resto, no tenía mucho margen.
A pesar de la insistencia de un sector de su gabinete, encabezado por los ministros José Luis Giusti y Martín Mura, de Desarrollo Económico y Hacienda, respectivamente, el jefe de Gobierno no presentó mayor resistencia para que bajen las persianas los comercios que volvieron a abrir promediando la cuarentena. La inquietud pasaba por el nivel de cumplimiento de las medidas.
Rodríguez Larreta si insistió, en las últimas horas, en estirar el inicio de la nueva fase del aislamiento lo más adelante posible. Según fuentes al tanto de las conversaciones en Olivos, la decisión de fijar al miércoles -si es que no hay cambios hasta mañana al mediodía- como puntapié de la cuarentena más rígida fue el punto de acuerdo entre las administraciones porteña y bonaerense. Kicillof llegó a Olivos con la idea de empezar lo antes posible. El gobernador monitorea hora a hora la ocupación de camas de UTI.
“Nosotros queríamos entrar en el cierre de las actividades con el transporte ya funcionando solo para esenciales”, explicaron fuentes del Gobierno de la Ciudad. Remarcaron, una y otra vez, que después de las dos semanas de esta nueva etapa volverán a abrir las actividades. Pase lo que pase.
Durante la semana se multiplicaron los trascendidos en torno a cómo sería el nuevo esquema del transporte público. Primero se habló de “cerrar todo”, como tiró Sergio Berni, el ministro de Seguridad bonaerense. Después fue la Casa Rosada la que se refirió a la posibilidad de que los colectivos no transiten entre la Ciudad y la Provincia, es decir de forma interjurisdiccional. Todavía era motivo de debate esta noche, a pesar de que los tres ministros de Transporte no coincidían con la idea.
El anuncio de este viernes irá en línea a limitar el uso del transporte solo para los trabajadores esenciales que pudieron utilizar trenes, subtes y colectivos cuando se decretó el aislamiento por primera vez, el 20 de marzo pasado. Ahora se agregan los trabajadores bancarios.
“Nadie se levanta de la cama y se mete en un colectivo porque sí”, justificaron desde uno de los tres despachos ante este medio en alusión a esa posibilidad. Resaltaron que, por caso, al volver a cerrar comercios, revisar los permisos y recategorizar a los trabajadores esenciales, la demanda bajará de forma inevitable.
Pero agregan que cortar el transporte entre ambas jurisdicciones pondría en peligro el traslado de, por ejemplo, enfermos y policías. El 80% de los agentes de la Policía de la Ciudad residen en el Gran Buenos Aires. Menos del 20% de los pasajeros pasan de una a otra jurisdicción. Y buena parte del millón de personas que, según las estadísticas oficiales, se mueven en el Área Metropolitana, lo hacen dentro del Gran Buenos Aires: unos 700 mil pasajeros.
Para colmo, los trenes presentan serias deficiencias en el control en las estaciones de algunos conglomerados del Gran Buenos Aires. Y hay empresas de colectivos que empiezan a evidenciar las consecuencias de la crisis con choferes contagiados. Además, entre el 25% y el 30% del personal de la UTA está licenciado por encontrarse dentro de los grupos de riesgo.
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