Poco más de noventa días después de la primera vez que decretó la cuarentena, la noche del jueves 19 de marzo, Alberto Fernández analiza junto a Horacio Rodríguez Larreta y Axel Kicillof cómo endurecer la cuarentena en la Ciudad y el Gran Buenos Aires ante el aumento del número de contagios y que la sociedad acompañe la decisión.
Ayer, el Presidente, el Gobernador y el jefe de Gobierno compartieron información sanitaria e intercambiaron opiniones durante un largo rato en el mediodía de Olivos, un encuentro del que no se difundieron fotos ni comunicados oficiales ni se ventilaron, casualmente, demasiados detalles. Solo trascendió el acuerdo de las administraciones porteña y bonaerense, con el apoyo de la Casa Rosada, de anunciar mayores restricciones hacia el fin de semana. A última hora, el reporte diario del Ministerio de Salud confirmó el récord de 2.146 contagios: 1.037 en la Provincia y 1.024 en la Ciudad.
El dilema, entonces, es cómo avanzar otra vez hacia un confinamiento más estricto y que la sociedad no lo desautorice. “La cuarentena hace rato que no existe más”, se sinceró ayer por la tarde en declaraciones televisivas Sergio Berni. “El retroceso tiene que tener un día de inicio y final, la gente sabe que tiene que hacer ese esfuerzo y que no se va a ir postergando en el tiempo”, agregó el ministro de Seguridad bonaerense.
Es la principal opción que se barajó en el cónclave del viernes, en La Plata, hasta donde viajaron el jefe de Gobierno junto a Fernán Quirós y Diego Santilli para conversar con el gobernador, Daniel Gollán y Berni, un rato después de que Rodríguez Larreta confirmara que segundo hisopado era negativo.
Más allá de las diferencias, la suerte de la Ciudad y la Provincia está atada. El colapso de un lado impacta en el otro. Y viceversa.
“Con 15 días de fase 1 podríamos acomodar la curva”, explicó Quirós anoche por televisión en alusión al “estrés” del sistema de salud.
El jefe de Gobierno y su ministro de Salud arrastran desde hace semanas un fastidio evidente por la administración de la crisis por parte de Kicillof y algunos intendentes del conurbano frente al avance del virus. Al gabinete porteño llegan a diario filmaciones caseras por WhatsApp de aglomeraciones de vecinos en algunos de esos distritos del Gran Buenos Aires. Lo mostró, sin sonrojarse y con evidente preocupación, por ejemplo, la intendenta Mayra Mendoza con una imagen de la peatonal Rivadavia de Quilmes atestada de vecinos.
“No podes volver a endurecer lo que nunca estuvo duro”, reconocen desde un municipio populoso de la tercera sección electoral.
Fue parte de la charla que mantuvieron el martes pasado el jefe de Estado y Rodríguez Larreta a solas, en Casa Rosada, antes de que el jefe de Gobierno se aislara preventivamente por el resultado positivo de María Eugenia Vidal, con quien almorzó el viernes anterior a ese encuentro. Al día siguiente, el Presidente recibió en Olivos a Santilli y a Kicillof. Cuarenta y ocho horas más tarde, la comitiva porteña visitó La Plata.
Está previsto un nuevo encuentro en Olivos antes del fin de semana, con los últimos datos de la evolución de contagios de estos días, para tomar la decisión final. Si la evolución confirma la tendencia se anunciará la vuelta atrás.
Ayer por la noche, el jefe de Gobierno todavía analizaba con su equipo los pasos a seguir. ¿Suspender el ejercicio al aire libre? ¿Las salidas de menores de los fines de semana? ¿O volver a restringir actividades comerciales?
De los 140 mil comercios de la Ciudad, unos 20 mil siguen con la persiana baja, incluidos los de los shoppings. Ayer, una comitiva de peluqueros presentó protocolos a Santilli y al ministro José Luis Giusti, de Desarrollo Económico, pero se fueron “decepcionados”.
Las proyecciones en torno a la actividad comercial de la Ciudad son alarmantes. En términos reales, la recaudación del Estado porteño cayó 35% en marzo y 40% en abril. Los aguinaldos de los empleados públicos con salarios más altos -un 20% de la masa total- se abonarán en forma desdoblada, según confiaron fuentes oficiales. Se acordó el mismo esquema con Nación y Provincia.
El miércoles, Rodríguez Larreta tiene previsto encabezar un encuentro de gabinete ampliado. Podría dar algunos indicios. Un día después reunirá por última vez a su comité de crisis antes de definir la nueva cuarentena junto a Alberto Fernández y Kicillof.
El gobernador tiene muchas menos vacilaciones que su colega porteño: fue el primero en insistir con dar marcha atrás.
Por lo pronto, los esfuerzos están orientados en estos días a controlar el uso interjurisdiccional del transporte público solo para trabajadores esenciales, una medida que ya regía en los papeles pero que en los hechos no se cumplía. Una restricción aún mayor figura en el análisis de los funcionarios.
El temor del Presidente, el gobernador y el jefe de Gobierno pasa, por caso, por definir un confinamiento más rígido que no tenga el suficiente respaldo de la sociedad y desacredite esa decisión. La fatiga social atraviesa por igual la discusión interna de las tres administraciones. Hay diferencias en cómo gestionar ese malhumor. Pero la eventualidad de la saturación del sistema sanitario borra los límites geográficos entre la Ciudad y la Provincia.
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