“Lo de siempre. Los argentinos antiperonistas que no nos quieren”, dijo Alberto Fernández cuando le preguntaron ayer su opinión sobre el Banderazo convocado para rechazar su proyecto de expropiar Vicentin. Y remató: “Quiero salvar a la empresa, los que manejaron Vicentin son unos facinerosos, y resulta que el dictador soy yo. Estoy harto”.
Alberto Fernández recuerda que Matías Kulfas, cuando aún no era ministro de Desarrollo Productivo, recibió a Sergio Nardelli, CEO de Vicentin. La compañía ya estaba en virtual cesación de pagos, y Nardelli solicitó a Kulfas que “el Estado entrara a la empresa, porque sino iba derecho a la quiebra”. Kulfas escuchó en silencio, no prometio nada y quedó en contestar.
Con el pedido informal de Nardelli, el futuro ministro de Desarrollo Productivo llegó a las oficinas que Alberto Fernández ocupaba en Puerto Madero antes de asumir en la Casa Rosada. Kulfas trasmitió el mensaje de Nardelli, y Alberto Fernández ordenó que siguiera ese tema “de cerca”.
Ya a cargo del Ministerio de Desarrollo Productivo, Kulfas preparó un informe al Presidente de la Nación. Ese dossier mostraba las presuntas irregularidades financieras y patrimoniales cometidas por Nardelli y sus consejeros de confianza. La documentación contable fue completada por las constancias de los créditos concedidos por el Banco Nación a Vicentin.
“Es todo un escándalo. Muchas irregularidades. Con fondos que han desaparecido, y nadie sabe ahora adonde están”, sintetizó el jefe de Estado en Olivos. Alberto Fernández asume que hubo connivencia dolosa entre Vicentin y el Banco Nación -cuando estaba manejado por Javier González Fraga-, y por eso ordenó a Claudio Lozano -actual miembro del directorio de esa entidad pública- que envíe toda la información a la justicia federal.
Lozano ya declaró ante el fiscal Gerardo Pollicita, que tiene delegada la causa que investiga supuestas irregularidades del Banco Nación al otorgar a Nardelli y Alberto Padoan, también directivo de Vicentin, una sucesiva línea de crédito que acumuló 18.500 millones de pesos.
“Ponen a Vicentin como una empresa ejemplar, eso ocurrió en las manifestaciones de hoy (por ayer). Pero no saben, o no quieren enterarse, que su directorio encabezado por Nardelli son unos ladrones que se quedaron con la plata pública. Me cuestionan a mí, por mi idea de expropiar, y no preguntan cómo Vicentin se quedó con la plata de los productores”, aseguró el Presidente mientras miraba en su celular la información que publicaba Infobae y otros portales sobre el banderazo.
Alberto Fernández sonrió satisfecho cuando se enteró que las presuntas irregularidades cometidas por Vicentin también estaban bajo la mirada atenta de los acreedores internacionales de la empresa en concurso. Nardelli tomó créditos por 500 millones de dólares, y la pregunta se repite una y otra vez en el exterior: adónde están los fondos y para qué se utilizaron.
Un comité formado por seis instituciones financieras internacionales: IFC (Corporación Financiera Internacional, parte del Grupo del Banco Mundial), FMO (Banco de Desarrollo controlado por el Estado holandés), ING, Rabobank, Natixis y Credit Agricole solicitó a la justicia de New York un proceso de Discovery para determinar qué sucedió con esos 500 millones de dólares.
“El Banco Mundial, los bancos holandeses, capitales canadienses, quieren saber qué paso con sus líneas de crédito. Y yo estoy en la misma situación, pero respecto al Banco Nación. No tengo una posición ideológica sobre la expropiación. Sigo pensando que es la única solución a este asunto tan complejo”, reflexionó ayer Alberto Fernández.
El Presidente estaba en la quinta de Olivos junto a Martín Guzmán y Santiago Cafiero. Trabajaron toda la tarde para diseñar las próximas etapas de la negociación de la deuda externa, mientras atronaban las cacerolas y los bocinazos a favor de Vicentin y su continuidad jurídica como empresa privada.
En la intimidad de Olivos, Alberto Fernández reveló una situación inesperada que protagonizó el veedor oficial Gabriel Delgado con las autoridades de Vicentin. “Le ofrecieron el 70 por ciento de las acciones”, comentó el presidente. Y completó: “El 70 por ciento, al precio de un dólar”.
-¿Y qué vas a hacer?-, le preguntaron al jefe de Estado.
-Nada. Es cómo que un Presidente de los Estados Unidos negocie la quiebra de una empresa manejada por Al Capone. Sería horroroso. Te quedás sin ética republicana. Te quedas sin nada. Vicentin está manejada por una banda de facinerosos. No hay nada que hacer. Si ellos se quedan con la empresa, quiebra. Así de fácil.
Alberto Fernández habilitó la vía judicial propuesta por Omar Perotti para salir de la encrucijada política de la expropiación. El gobernador de Santa Fe propuso al juez del concurso comercial, Fabián Lorenzini, que permita una intervención colegiada de Vicentin en lugar de mantener al directorio liderado por Nardelli. Esa intervención tendría dos miembros del Poder Ejecutivo y el restante designado por Perotti.
“No se qué va a pasar. El juez no tiene coraje y aplica una mirada muy particular del derecho. Yo avise: si la propuesta de Perotti no camina, lo que queda es la expropiación”, adelantó el Presidente cuando ya se habían Cafiero y Guzmán.
Alberto Fernández tiene la ley de expropiación redactada y aguarda la decisión de Lorenzini para ejecutar su plan inicial. Esa iniciativa establece la creación de un holding mixto encabezado por el Estado Nacional y con distribución de acciones para Santa Fe, Cordoba, Entre Ríos y los productores agropecuarios que fueron supuestamente defraudados por Vicentin. Habría capitalización de la deudas y lanzamiento en la Bolsa de Comercio.
“Tengo el proyecto y la decisión de sancionarlo. No me importan las movilizaciones: son los antiperonistas de siempre. Yo puede explicar, y quizás lo haga en una conferencia de prensa, todas las irregularidades cometidas por Vicentin. Se trata de un tema paradójico: ellos me piden que entre a la empresa para salvarlos, y después salen a las rutas para putearme porque propongo la expropiación. Ya me van a dar la razón. Es cuestión de tiempo”, concluyó el Presidente cuando ya era noche en Olivos.
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