Nancy Pazos se ríe y recuerda que militó en el Partido Comunista con apenas 14 años. Tras reconocer su “pecado original”, aclara que ahora vive en un barrio privado en Pilar pero asegura que sus orígenes en el seno de una familia de clase obrera de Villa Soldati todavía influyen en su forma de analizar la realidad.
Según su visión, fue la mala comunicación del Gobierno -y no la medida en sí- lo que desencadenó el cacerolazo en contra de la expropiación de Vicetin ya que permitió que la oposición movilizar a la clase media “desclasada”.
En una entrevista con Infobae, la periodista y conductora elogió a Máximo Kirchner y a Horacio Rodríguez Larreta. Tampoco se guardó nada a la hora de criticar a Santiago Cafiero y a Mauricio Macri.
-¿Qué crees que pasaría si el Gobierno anuncia algún tipo de marcha atrás con la flexibilización de la cuarentena?
-Yo soy muy partidaria de que la cuarentena realmente estuvo muy bien. Soy militante pro cuarentena. Entiendo al que tiene que laburar o al que siente que quiebra su empresa, pero creo que el resultado está a la vista. En cuanto a su capacidad para implementar una medida así, creo que tiene que ver con cómo puede coordinar el trabajo con Horacio Rodríguez Larreta. No pasa por si tiene poder político, sino más por si lo puede convencer a Rodríguez Larreta. Si toman una medida en conjunto el poder está. Lo que no puede pasar es que el Presidente diga blanco y el jefe de gobierno porteño haga negro. Sería tirar por la borda el esfuerzo que hicieron hasta ahora.
-Con el correr de las semanas, la oposición hizo sentir con más fuerza sus críticas. ¿El Gobierno tuvo algo de responsabilidad por mala gestión o simplemente resurgió la grieta que no estaba saldada?
-Posiblemente es un error es comunicación más el paso del tiempo y el hartazgo. De más está decir que la oposición tiene una idea distinta. Cuando se habla de qué hubiera pasado con la pandemia si Macri fuera presidente, a mí me parece que por una cuestión de personalidad e historia de vida hubiera tomado medidas más temerarias para no afectar tanto la economía. Es contrafáctico, pero está claro que el manejo hubiera sido distinto porque Macri siempre estuvo más cercano a los que propone el establishment. Lo económico hubiera pesado más, no sé si hoy los shoppings y comercios estarían cerrados.
-Más en la línea Bolsonaro-Trump
-Digamos que sí. Aunque obviamente la legitimidad de las medidas va a estar dada por los números. Cuando te das cuenta de que comparados con Brasil, en relación a la población, deberíamos tener 300 muertos por día, queda claro que lo que estuvimos haciendo es exitoso. Me parece que los problemas que tiene el Gobierno son otros. En el manejo de la pandemia, si lo tengo que calificar, lo apruebo.
-Parecería que desde hace algunas semanas desde el Gobierno están intentando confrontar con Macri, “subirlo al ring”, ¿te parece una jugada inteligente?
-Macri es un actor de la realidad, por más que no esté hablando y haga un juego parecido al que hizo Cristina Kirchner. Subirlo al ring a Macri es una obviedad. Pero el gran tema es otro. Yo me siento más cómoda con un discurso más moderado, me parece que es algo que Alberto Fernández vendió en la campaña y que le calzó bien a él. Para analizar la política hay que ir a un momento inicial, que es cuando un gobierno gana las elecciones. Alberto ganó de forma contundente haciéndonos ver que sus formas eran diferentes. Cuando él entra en esa línea la sociedad se siente más calma y contenida. El tema es qué pasa cuando viene la confrontación, que es algo que también está en la génesis de este gobierno, porque muchos lo votaron por espanto al proyecto liberal de Macri que pulverizó a la clase media y a los laburantes. La gente termina huyendo hacia el peronismo, a pesar de las causas de corrupción, sintiendo que eran los únicos que podían devolverles poder ir al cine una vez por semana. Lo que siento es que hoy se está analizando la realidad como si Cristina Kirchner no hubiera ganado las elecciones, pero Cristina ganó. Por más que no hable en público, existe. Y no es la causa de todos lo males, porque cuando la gente fue y votó, sabía lo que estaba votando. La gente votó sabiendo, y me parece que de eso no nos hacemos cargo.
-¿Por qué creés que Santiago Cafiero abandonó un poco ese tono conciliador?
-No tengo una sola respuesta para eso. Lo que pasó con Cafiero fue que, por un lado, él levantó un poco el perfil. Básicamente, porque hoy tenemos un presidente que parece ejercer en lo cotidiano más como jefe de Gabinete. Por ende, tenemos un jefe de Gabinete que no existe o hace de Secretario General. Por eso creo que intentaron empezar a darle carnadura en lo público. Y así, para mi gusto, se mandó dos o tres “mocos”. Entonces podés leerlo de dos maneras. El propio Cafiero, que sentía que alguien le está respirando en la nuca porque se cuestionaba su rol, intentó tomar carnadura política. Subirse a una caballo para por lo menos tener un rol y no necesitar a La Cámpora para que salga a azuzar lo que fue el macrismo y que no nos olvidemos lo horribles que fueron. O realmente la pifió. Hay que tener en cuenta que cuando Alberto armó su Gabinete convocó a gente con experiencia en la política salvo dos excepciones: Santiago Cafiero y Martín Guzmán. Cuando hoy muchos critican a Cafiero en el fondo están cuestionando a Alberto Fernández. Ese es el tema, Alberto decidió ser su propio jefe de Gabinete. Y el cansancio que tiene después de apenas seis meses de gobierno denota que no fue una buena decisión. ¿Por qué todo el mundo percibe que la estratega del gobierno es CFK? Porque Cristina tiene tiempo de pensar. Alberto está tan metido en todas las cuestiones del gobierno que eso le quita tiempo alejarse y poder pensar cada situación de manera más estratégica. Algo que en los últimos años había desarrollado de manera muy impresionante. Me impresiona ver a alguien con quien he tenido miles de charlas políticas durante los últimos años, tener tantos equívocos a la hora de la ejecución. Creo que tiene que ver con que no se da el tiempo suficiente para poder pensar estratégicamente.
-¿No puede ser una división del trabajo con CFK?
-No, si fuera una división del trabajo sería un equívoco. Porque él es el presidente y toma las decisiones. Debería tener más tiempo para poder pensar. Cuando empezó el gobierno fue una de las primeras cosas que yo detecté: se tardaba mucho tiempo de nombrar cargos no tan relevantes porque Alberto quería saber a quién ponían. Un presidente no puede estar atento a quién va a conducir Radio Nacional. Un ser humano no puede estar en todo. La segunda cosa que me dio cuenta es que habían desaparecido de su agenda las charlas políticas. A veces noto que les falta carnura política, a veces están haciendo macrismo, entendido como falta de ejecución. El hecho de que hayan tenido problemas para comprar comida no es de peronismo, les está faltando peronismo. El peronista llega al gobierno y se hace del poder, y va por todo. Entonces entiendo que al presidente le falta un cuerpo de ministros que sean sus fusibles. Él está siendo el fusible, está saliendo a respaldar a los ministros. También lo noto demasiado pendiente de lo que dicen los periodistas y dando demasiadas notas. Debería hablar menos con los periodistas y más con la política. Él ganó esta elección por política y la política no se hace a través de los medios de comunicación. Un ejemplo, cuando anuncian la expropiación de Vicentin, yo lo sentí flojo. Una semana antes a mí un dirigente de La Cámpora me había contado el proyecto, y me lo contó diez veces más convencido de lo que parecía Alberto en la conferencia de prensa. En esa conferencia dice que le contó el proyecto a CFK el domingo a la noche, y me pareció muy poco creíble. No había necesidad de bajarle el precio a la influencia del pensamiento de Cristina. ¿Por qué le pesa contar que CFK es parte de las decisiones que toma el Ejecutivo?
-¿El Gobierno se buscó un problema innecesario con la expropiación?
-El problema no fue tanto estratégico-político sino más bien comunicacional. Tomaron una decisión de fondo sin explicarle el cómo y el por qué ni a los ministros. Entonces nadie tenía herramientas para salir a enfrentar lo que se vino. ¿Por qué todo el mundo se rasgó las vestiduras? Yo lo hubiera hecho si la expropiaba Macri, porque no estaba en el pacto con sus votantes. Pero ahora lo quieren ver a Alberto como alguien distinto a la persona que en su momento acompañó Néstor y Cristina Kirchner. El peronismo tiene dentro de su génesis la estatización y una junta nacional de granos. ¿Por qué nadie puso el grito en el cielo cuando un banco estatal le prestó un montón de plata a una empresa que estaba en cesación de pagos. Si la decisión es buena o mala, lo dirá el tiempo. Lo que nunca entendí es por qué el apuro en hacer el anuncio. Por otro lado, creo que el establishment tiene que hacer una lectura menos maniquea de este gobierno. Si van a apostar a que Cristina y Alberto se peleen van por el camino equivocado.
-En las redes cuestionaste la participación de la clase media en el cacerolazo, incluso usaste el término “desclasados”.
-(Risas) Yo tengo formación marxista, tengo un pecado original: milité a los 14 años en el Partido Comunista. Y aclaro que ahora vivo en un barrio privado en Pilar (risas).Yo hablo de desclasados porque en los últimos tiempos lo que para nosotros era la clase media, empobreció mucho. Entonces, como el gobierno comunicó mal, la gente hizo una especie de click con la 125 (retenciones móviles a las exportaciones). Porque la comunicación fue un espanto, la defensa fue un espanto y algunos silencios fueron un espanto, todavía estoy esperando que Sergio Massa se pronuncie, por ejemplo. A mí me sorprendió el cacerolero de supuesta clase media. Discutí en Twitter con una persona que me decía que salió a defender a la clase media. Pero los dueños de Vicentin son ricos, y además afanaron. En realidad para mí, para ser clase media tenés que ganar 300 mil pesos por mes. El que gana 200 mil pesos no llega a la clase media argentina de toda la vida que hacía viajes afuera y se compraba su casa. Tenemos que asumir que la mitad de la Argentina hoy es clase obrera. Hoy la está pasando mal hasta el tipo que alquila un departamentito en Belgrano.
-¿Cómo crees que va a terminar la disputa entre el ala dura y el ala conciliadora dentro de Juntos por el Cambio?
-Todo va a depender de si Horacio se anima.
-¿Rodríguez Larreta no se anima o solo es una cuestión de timing?
- A las personas que durante toda la vida tuvieron un jefe, les cuesta mucho dejar de tener un jefe. Ojalá se anime, yo lo conozco desde que tenía 18 años, antes incluso que a Diego Santilli (con quien estuvo casada), y creo que desde la cuna soñó con ser presidente. Ojalá la Argentina fuera un país donde oficialismo y oposición no fueran tan antagónicos.
-Con una tendencia más centrípeta.
-Claro, la nueva generación viene para ahí. La misma Cámpora ha tenido en los últimos tiempos un crecimiento exponencial, hay que reconocer que ahí hay un proyecto determinado de poder, con cuadros, con política y con laburo. Estuvieron cuatro años en el desierto y volvieron más fuertes. Lideraba por un chico que jugaba a la Play Station en Olivos, toda una construcción por la que no escuché a nadie pedir disculpas.
-¿Cómo lo caracterizarías a Máximo?
-La verdad que me sorprendió. Es un tipo que te puede sostener una conversación política durante cuatro horas, algo que no pasa habitualmente en la nueva generación de políticos. Tiene un mix de su padre y de su madre, pero claramente apuesta a la construcción colectiva y transversal. Porque lo que más me asombra es su contacto con el resto de la clase dirigente y con el empresariado. El management de Clarín conoce a Máximo en persona, aunque no lo cuenten. Eso te habla de construcción de poder. Máximo seguramente será una versión superadora de sus padres. Yo apuesto mucho a la nueva generación, Máximo por un lado, Horacio por el otro.
-No nombraste a Sergio Massa
-Obviamente Sergio también. De todos ellos es el que tiene al Estado más metido en la cabeza. Pero a Sergio le veo más contaminado con los vicios de las generaciones anteriores. Se va de mambo en las operaciones. Pero claramente son una generación diez mejor que sus antecesores.
-Alberto Fernández y Cristina Kirchner son los dos políticos con más poder, ¿quién completa el top 5?
-Hoy la mesa del poder es Cristina, Alberto, Sergio, Maximo y Horacio. Pero hay que ver qué pasa, dentro de lo que es la oposición, yo le prestaría un poco de atención a Mendoza y a Jujuy también cuando llegue el momento. Porque de acuerdo a cómo le vaya a este gobierno el próximo candidato a presidente puede ser un candidato para ganar o un testimonial. Pero insisto en una cosa: el peronismo claramente no pudo sacarse a “mamá Cristina” de encima porque le saca ochenta cuerpos de ventaja a cualquier político. Hay que empezar a rescatar que claramente Cristina Fernández de Kirchner es una ideóloga política y una estratega de aquellas, hay que sacarse el sombrero.
-¿Y Macri?
-Claramente no, es un hombre al que lo seduce el poder y llegó a la política para quedarse. Hay que ver qué pasa con la oposición. Yo creo que la derecha argentina merece ser superada de este recuerdo espantoso que ha dejado Macri, pero el trabajo es de ellos. Yo odio la política judicial, pero cuando empezó la causa del espionaje -además de que me volví loca porque habían espiado a mis hijos- recordé un momento de mi vida personal: cuando mi ex marido Diego Santilli era presidente de la Legislatura había logrado aprobar un récord de leyes. Entonces Macri, que era el jefe de Gobierno, invitó a un legislador de la oposición y en un momento le preguntó: “¿Por qué le votas todas las leyes a Santilli? ¿Cuál es el negocio que tienen ustedes?”. El mismo legislador me lo contó, por eso lo revelo. Santilli le conseguía votos para él, pero claramente Macri es un tipo que no confía en los propios, es un tipo que hace política con información confidencial. Un horror.
-¿Volvés a escribir sobre política?
-Es mi nuevo desafío y estoy segura que es el camino. Volver a mis orígenes. Mis primeras crónicas empezaron en 1988 y nací en el periodismo gráfico. Después la vida me llevó por otros terrenos pero es en la escritura donde me siento mejor. Y creo que este momento merece ser relatado con una voz que entienda el poder de lo femenino. Porque la principal política argentina de este momento es una mujer a quienes los hombres siguen sin entender.
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