El 20 de enero de 1942, en una mansión ubicada en el distrito berlinés de Wannsee, se reunieron 15 jerarcas nazis. La conferencia la encabezó Reinhard Heydrich, el número dos de siniestra SS (la policía política del régimen genocida) y entre otros, el coronel de la SS Adolf Eichmann. A este militar se le atribuye la creación del sistema de vagones de transporte de prisioneros y a Heydrich el perfeccionamiento de las cámaras de gas. Ambos son considerados los arquitectos de la solución final de la cuestión judía, en alemán Endlösung. Ese día, relatan los historiadores, se diseñó el Holocausto llevado adelante durante la Segunda Guerra Mundia. La implementación del plan de exterminio significó el despiadado asesinato de unos 11.000.000 de víctimas del pueblo judío, gitanos y otros grupos étnicos. Fue la peor masacre de la historia.
Según un informe publicado en 1999 por la Comisión para el Esclarecimiento de las Actividades del Nazismo en Argentina (Ceana), al menos 180 criminales de guerra obtuvieron refugio y protección en el país después de la derrota del nazismo en manos de los Aliados. Varios líderes del Tercer Reich escaparon a través de la llamada “ruta de las ratas” que comenzaba en la frontera alemana-suiza, continuaba por los puertos de Génova y Barcelona, hasta culminar en algún punto de la costa argentina. Entre los más notables, el periodista Román Lejtman menciona en su documental emitido por la señal Infinito en abril de 2003, a Erich Priebke, Josef Menguele y Adolf Eichmann.
Hace 60 años, exactamente el 11 de mayo de 1960 se llevó a cabo la Operación Garibaldi. Ese día una decena de agentes israelíes del Mossad, que se habían instalado en la Argentina a principios de ese mes con el objetivo de ubicar a Eichmann, secuestrarlo y trasladarlo a Israel lograron su objetivo sin que nadie se enterara.
El genocida nazi, que en el país se hacía llamar Ricardo Klement, vivía como un vecino más en una modesta casa de la calle Garibalde, en San Fernando. Eran casi las 20 cuando bajó, como todos los días, del colectivo 203. Volvía de trabajar en la empresa de capitales alemanes Mercedes Benz. Comenzó a caminar por esa zona mal iluminada del conurbano bonaerense. Su esposa lo esperaba en la vivienda. Los agentes de inteligencia que habían llegado de manera clandestina al país, lo abordaron, uno de ellos lo empujó, lo tumbó contra el piso de tierra y lo inmovilizó.
Avejentado, flaco y débil, el asesino de masas no ofreció resistencia.
Después de 16 largos días de mantenerlo en cautiverio y de grabar sus confesiones, el jerarca nazi fue retirado del país a bordo del avión de la aerolínea israelí El Al. El avión había aterrizado en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza con la delegación oficial del Estado de Israel que participaría en los festejos por los 150 años de la Revolución de Mayo. Lo trasladaron camuflado como si fuese un piloto de la tripulación.
Desde entonces no existen más vuelos directos entre ambos destinos.
El 23 de mayo de 1960 el ex coronel de la SS llegó a Jerusalén. 24 horas después, la noticia estaba en la primera plana de todos los diarios del mundo. Por primera vez, Israel juzgaría a uno de los responsables del Holocausto. Fue condenado a muerte. El 1 de junio de 1962 fue ahorcado.
Un vuelo histórico
Desde esa fecha a la actualidad, solo dos aviones de El Al operaron en tierras nacionales. La primera fue el 11 de septiembre de 2017. Ese día, arribó al país el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu. Al día siguiente, entre rechazos y salutaciones, el entonces presidente Mauricio Macri lo recibió en la Casa Rosada. Esa visita de 48 horas no solo estuvo enmarcada por el hecho que desde 1960 una aeronave de la línea aérea de ese país no llegaba a la Argentina, sino porque fue la primera visita de un premier israelí, desde la creación de ese Estado, en mayo de 1948.
El impresionante operativo de seguridad por el segundo vuelo histórico de El Al comenzó a las 00:30 del pasado 3 de junio y terminó a las 04:15 del otro día en el Aeropuerto Internacional Ministro Pistarini. Así figura en los registros de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), a cargo de José Glinski.
Las características de ambos eventos se dan en marcos completamente distintos. El último fue un vuelo de repatriación de 43 argentinos que habían quedado varados en Tel Aviv por el cierre de fronteras como consecuencia de la pandemia del coronavirus. También llegaron, a pesar de las restricciones imperantes por el COVID-19, 98 rabinos desde Israel convocados para certificar la faena de carne kosher.
Tal como publicó Infobae, frigoríficos de Argentina retomarán la producción de carne bovina kosher para exportar a Israel después de esta verificación. El país es un exportador mundial líder de carne bovina a ese Estado, uno de sus clientes más importantes, particularmente en momentos en que la demanda de China y la Unión Europea ha caído drásticamente por los efectos de la pandemia mundial.
“Lo primero que hay que entender es la importancia de las exportaciones (...) Por ello celebramos el haber podido acelerar la llegada los rabinos para certificar la carne bovina en este contexto”, había expresado el canciller Felipe Solá.
Del amplio operativo participaron efectivos de los agrupamientos Complejo y Preventivo; de las especialidades Grupo Especial de Asalto Táctico (GEAT), Grupo Especial de Protección (GEP), Agentes Federales Embarcados (AFE), Grupo Especial de Control de Explosivos (GEDEX), Unidad Operacional Antiterrorista (UOA), Canes y el Centro Regional de Videovigilancia (CREV).
Por orden de la ministra de Seguridad, Sabina Frederic, durante las 24 horas que duró el operativo se controlaron vehículos y personas que ingresaron al aeropuerto. Se redujeron las vías de acceso para hacer efectivo el control. Se solicitó documentación de vuelo y permisos aeroportuarios. Se implementó un control vehicular en la calle de empleados.
También se patrulló la autopista Ricchieri, los estacionamientos del aeropuerto y la zona pública. Si se encontraban vehículos u objetos abandonados en la zona los inspeccionaba personal de explosivos. Por último se implementó un sistema de custodia y protección del avión de la aerolínea El Al, en coordinación con personal de seguridad del Estado de Israel, desplegando un patrullero para custodia permanente de la aeronave y un scan-móvil para control con rayos X.
En total participaron 232 efectivos.
El avión había partido al medio día del 2 de junio pasado en un vuelo directo a Buenos Aires.
El cónsul argentino en Tel Aviv, Ezequiel Páez, afirmó a la Agencia AJN: “Los vuelos comerciales a la Argentina están interrumpidos y hoy por hoy se autorizan exclusivamente para repatriar a ciudadanos argentinos. En este caso, y mediante una coordinación con el sector privado que manifestó la necesidad de que viajen matarifes para certificación kosher de carnes argentinas que se exportan a Israel, se logró el despacho de un avión chárter, en el que afortunadamente pudieron viajar 43 ciudadanos argentinos y residentes extranjeros en Argentina”.
A diferencia de otros casos de repatriación de varados, en este caso, todos los argentinos que viajan este vuelo tenían un certificado de negatividad del COVID-19 que se gestionó a través del servicio de emergencias israelí Magen David Adom, que tomó las muestras para que se hagan los análisis unos días antes del viaje. No obstante, todos quedaron en cuarentena, tal como lo dispuso el ministerio de Salud de la Nación, a cargo de Ginés González García.
Lo histórico del arribo del avión de El Al al país quedó plasmado en un hecho diplomático de importancia, fue la propia embajadora de Israel en Argentina, Galit Ronen, quien recibió al avión y a las delegaciones de argentinos que volvían al país demorados por el coronavirus y a los casi 100 rabinos.
Como el secuestro del nazi Eichmann en la Argentina de los años ’60 y su vuelo y ejecución en Jerusalén, seis décadas después, este arribo y despegue del avión de El Al también hizo historia, esta vez en el marco de la segunda pandemia que azota al siglo XXI.
Seguí leyendo: