“Es una nueva generación de dirigentes que llegan a los cargos públicos pensando en una Argentina distinta, sin las injusticias del presente”. Alberto Fernández participó este viernes un acto en Quilmes y dejó en claro quiénes encabezarán la renovación del peronismo en los próximos años.
El Presidente aseguró que verse allí escoltado por Máximo Kirchner, Wado de Pedro, Axel Kicillof, Gabriel Katopodis, Mayra Mendoza, Sergio Massa y Malena Galmarini le daba “tranquilidad”.
La flamante presidenta de AySA incluso se llevó un párrafo aparte de halagos. “A Sergio siempre le decía que lo mejor que tiene el massismo es Malena”, bromeó Fernández, y destacó que la funcionaria “viene de una familia que ha sufrido mucho la persecución”.
Malena Galmarini (45) estuvo siempre rodeada de políticos. Es hija de dos reconocidos dirigentes del peronismo bonaerense: Fernando Galmarini, secretario de Deportes del Gobierno de Carlos Menem, y de la ex diputada nacional Marcela Durrieu.
Licenciada en Ciencias Políticas, Malena milita dentro del PJ desde los 18 años y a principios de 1998 fue designada en su primer cargo: subdirectora de la Juventud dentro del Ministerio de Salud y Acción Social de la Nación. Tres años después conocería a su marido, Sergio Massa, y continuaría su carrera en Tigre, su bastión político. Allí fue concejal y secretaria de Política Sanitaria.
Tras alejarse del kirchnerismo y a pesar de las fuertes críticas que le hizo a Cristina Fernández, Galmarini fue una de las primeras en promover que Massa participara de la unificación del peronismo.
Sergio Massa (48) nunca ocultó sus intenciones presidenciales. A modo de reconocimiento, Alberto Fernández dijo públicamente más de una vez que es el hombre de su generación que “más se preparó” para el cargo.
Ambos fueron funcionarios del mismo gobierno, pero la relación entre ambos se afianzó cuando el actual presidente integró el equipo de campaña del Frente Renovador en las elecciones que consagraron a Mauricio Macri. Massa había abandonado el kirchnerismo en 2013 con fuertes críticas hacia Cristina Fernández -al igual que hizo Fernández- e intentó liderar a los sectores del peronismo que no se encolumnaban detrás de la ex presidenta.
Sin embargo, el experimento de “la ancha avenida del medio” no logró amasar un caudal de votos suficiente para ser electoralmente competitivo. El rechazo a la gestión macrista hizo el resto y terminó de abonar el terreno para la unidad del peronismo.
Otro político joven que hoy ocupa un lugar clave es Eduardo “Wado” de Pedro (43). El dirigente de La Cámpora, conocido por su bajo perfil y su habilidad para tejer acuerdos, cuenta con el apoyo incondicional de Cristina Kirchner y jugó un rol clave en su acercamiento con Alberto Fernández. También negoció la inclusión de Massa y el Frente Renovador a la alianza antimacrista.
El ministro de Interior es hijo de Enrique De Pedro y Lucila Révora, dos militantes peronistas desaparecidos durante la última dictadura, y comenzó con su militancia en H.I.J.O.S., una agrupación de derechos humanos que lo acercó a la política territorial. Ya dentro del kirchnerismo, se desempeñó como vicepresidente de Aerolíneas Argentinas, diputado nacional, secretario general de la Presidencia y miembro del Consejo de la Magistratura.
A pesar de ser considerado un kirchnerista duro, dirigentes de todas las vertientes del peronismo reconocen su vocación de diálogo y capacidad para alcanzar acuerdos.
Además de De Pedro, hubo otra camporista que logró proyección. Mayra Mendoza (36) -la única mujer de la mesa chica de la agrupación- fue electa intendenta de Quilmes y le aportó a la agrupación una importante base para el trabajo territorial en la provincia de Buenos Aires.
Su militancia comenzó en ese distrito y allí se inició en la función pública con el concejal Oscar Batallés. Luego, trabajando para el senador José Eseverri se unió al espacio denominado Compromiso K.
En su rol de diputada nacional, Mendoza fue un fiel exponente de la línea dura del kirchnerismo. Pocos días antes de asumir como intendenta también generó revuelo en las redes sociales con un tatuaje de Néstor Kirchner en su brazo izquierdo. Pocas dudas quedaron sobre sus lealtades políticas.
Gabriel Katopodis (53) conduce el poderoso Ministerio de Obras Públicas. Una cartera fundamental por los volúmenes de inversión que maneja y por la importancia que reviste para aceitar la relación del Ejecutivo con los gobernadores. Durante la campaña, Alberto Fernández repitió hasta el cansancio que la obra pública sería uno de los motores para “encender la economía”. Se descartaba que elegiría a un hombre de su máxima confianza.
Su militancia en el peronismo comenzó a los 18 años cuando ingresó en la Facultad de Derecho y lo llevó a realizar trabajo social en villas porteñas junto con los denominados “curas villeros”. Allí conoció a su actual esposa y logró forjar un fuerte vínculo con el Padre José María “Pepe” Di Paola con quien tiene más de 30 años de amistad.
Katopodis llegó a la intendencia de San Martín en 2011 aliando con el kirchnerismo, en 2015 renovó bajo el sello del Frente para la Victoria y en 2019 obtuvo el récord de votos (54,85%) en ese distrito. La gestión quedó trunca por el llamado de Alberto Fernández.
El gobernador Axel Kicillof (48) se muestra como el mejor exponente de la visión política y del estilo confrontativo del kirchnerismo. En las últimas elecciones hizo valer con efectividad su capacidad de traccionar los votos de Cristina Kirchner y se quedó con la gobernación bonaerense.
Doctor en Economía y docente de la UBA, comenzó su militancia en la universidad, donde conoció al actual senador Mariano Recalde y Wado de Pedro. De la mano del primero ingresó en Aerolíneas Argentinas y luego pasó a la Secretaría de Política Económica y Planificación del Desarrollo.
Durante el segundo mandato de Cristina Kirchner le llegaría su cargo de mayor responsabilidad. Al frente del Ministerio de Economía fue una de las caras más visibles del último período del kirchnerismo, para muchos el más radicalizado.
Aunque a pesar de todo, nadie podrá nunca detentar una mayor sintonía con Cristina Kirchner que su propio hijo, Máximo (43). Cultor de un bajo perfil, el diputado jugó fuerte para lograr la unidad del peronismo y batalló contra las posturas más intransigentes dentro de su propio espacio.
El fundador de La Cámpora ganó protagonismo como sostén de su madre tras la muerte de Néstor Kirchner tanto a nivel afectivo como político. Su agrupación acaparó espacios y sumó puestos clave. Cuatro años después de salir del gobierno, hizo valer nuevamente el peso de su jefa política para el armado de las listas del Frente de Todos y en el organigrama de gobierno.
El peso propio del apellido Kirchner hace de Máximo una figura cantada para la renovación del peronismo en 2023.
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