Nicolás Dujovne habló con Mauricio Macri el jueves. Intercambiaron impresiones sobre la coyuntura vía llamada de WhatsApp. No es un vínculo diario ni rutinario, como el que mantuvieron hasta agosto de 2019, pero es frecuente. Antes de la derrota en las PASO, de que las proyecciones electorales de Cambiemos se hicieran trizas contra la realidad y de que tuviera que dejar su cargo, el ministro de Economía emblema de la anterior gestión y el entonces presidente habían entablado una relación estrecha y caprichosa. Igual que con Marcos Peña: con el ex jefe de Gabinete, Dujovne sí habla seguido. Son amigos.
Macri, Dujovne y Peña sostuvieron hasta la derrota un programa económico criticado por los aliados y hasta por Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal, integrantes de la mesa chica del poder. El Gobierno se ilusionó entonces con dar vuelta en octubre la caída de agosto. Ya era tarde.
La noche del lunes 26 de agosto del 2019, diez días después de renunciar en forma oficial -había pensado en irse la mismísima madrugada de las PASO- y tras una disparada del dólar, el ex ministro se despidió de su equipo con un asado en su casona del barrio porteño de Belgrano, donde pasa la cuarentena desde mediados de marzo. Después de que corrieran varias botellas de vino tinto, el anfitrión, que fue la cara visible del préstamo que Macri acordó con el FMI para tratar de darle viabilidad a su programa de gestión, confesó que recién a partir de esos días había empezado a dormir de corrido.
En los últimos tiempos de su gestión, Dujovne incluso había tenido que cambiar la rutina: los escasos metros que separaban su despacho de los de Macri o Peña, en Casa Rosada, tenía que hacerlos en auto. Prefería no caminar más, para evitar los insultos.
Ahora volvió a la consultoría, su viejo rol. Mientras se ultiman los detalles del acuerdo que la Argentina pretende cerrar con sus acreedores, y el Congreso avanza en la investigación de la deuda tomada por la anterior gestión, con especial foco en la fuga de divisas, el ex ministro de Macri aconseja desde la casona familiar de Belgrano a su cartera de clientes, en su mayoría fondos de inversión del exterior, que lo fueron a buscar un tiempo después de dejar la función pública.
“Tiene mucho menos clientes que antes, es más selectivo”, aseguran en su entorno. Por el aislamiento decreto el 20 de marzo por Alberto Fernández ante el avance feroz del coronavirus, el ex funcionario dejó de ir a su oficina de la recova, en Retiro. Cuentan que prefiere no escribir informes para que no se filtren.
Dujovne no es demasiado autocrítico de su paso por la función pública, una cualidad que comparte, en líneas generales, con Macri y Peña. A pesar de que el ex jefe de Gabinete empezó a cruzar en las últimas semanas algunos mensajes de teléfono con ex funcionarios y dirigentes aliados a los que les preguntó en qué creían que se había equivocado. Algunos no sabe por dónde empezar.
El ex ministro de Economía sabe, de todos modos, que cualquier definición suya sobre la coyuntura económica es dejarle al oficialismo la pelota en el área frente al arco y sin arquero. Dujovne no tiene pensado hablar. De hecho, declinó la oferta de este medio a través de sus ex colaboradores.
Es que hasta en la oposición hay cuestionamientos a cómo llevó adelante Macri la economía. El economista fue el ministro del área con mayor permanencia. “Había cosas en las cuales había mucha claridad hacia dónde había que ir. No había la misma claridad en términos del programa económico", opinó su ex colega Rogelio Frigerio hace dos semanas en una entrevista con este medio.
“No le parece atinado hablar. No está para salir en el programa de (Marcelo) Longobardi", resaltaron cerca del ex titular de Hacienda. Una crítica directa a los ex funcionarios del área económica de la anterior administración que cada tanto ensayan soluciones a la crisis por radio o televisión.
El ex ministro no forma parte del “comité del día después", un llamativo espacio de ideas encabezado por Federico Pinedo que pretende discutir la agenda productiva, social y económica una vez que pase lo peor de la pandemia. Dujovne pretende seguir en política, pero por fuera de la estructura partidaria.
Habla, en ese sentido, con Patricia Bullrich, la presidenta del PRO. Y con Guillermo Dietrich, uno de los ex ministros que también sigue cerca del llamado “sector duro” del partido.
En 2018 había habido ruido en la relación entre Dietrich y su par de Economía por la renegociación de los contratos de autopistas de los accesos norte y oeste, del área metropolitana, a cargo de la empresa española Abertis, que hasta el 2017 había sido socia de Sideco, el holding de la familia Macri. Dujovne no firmó porque la normativa vigente lo amparaba. Pero sus asesores legales le aconsejaron que podía tener problemas judiciales en el futuro si lo hacía. Según publicó Perfil en enero, la Justicia, que investiga esa concesión, quiere saber efectivamente si el ex funcionario se negó a convalidar dicho acuerdo.
Según pudo saber este medio, el ex funcionario aprovecha el aislamiento para hacer gimnasia y recuperar los vínculos familiares que había relegado por su paso por la función pública mientras asesora a sus clientes.
Dujovne no conoce a Martín Guzmán. Según su entorno, lo considera un “dogmático”. El funcionario está abocado a tiempo completo a resolver la renegociación de la deuda que, en buena medida, heredó de la anterior gestión. Pero el ex ministro de Cambiemos sí valora su “calidad humana”: según ex asesores, le cayó bien que Guzmán haya llamado a algunos de sus viejos colaboradores para pedirles el lugar y agradecerles por el trabajo.
En términos políticos, Dujovne no sobrevivió al naufragio del programa económico de Macri, apoyado exclusivamente desde mediados del 2018 en el acuerdo “stand-by” con el Fondo Monetario Internacional firmado en junio de ese año y extendido cuatro meses después hasta los 57.000 millones de dólares. Fue anunciado por el ex ministro y Christine Lagarde en la sede del consultado argentino en Nueva York. El entonces presidente se había vuelto al país unas horas antes, después de declarar en una cena de gala que ansiaba que los argentinos “se enamoren” de la titular del organismo.
Pero su paso por el ministerio le permitió al ex ministro amalgamar contactos, tanto en el FMI como en organismos o bancos centrales de otros países. Antes de la cuarentena, viajó y se encontró en el exterior con algunos de ellos.
Más allá de su asesoramiento, Dujovne lleva de todos modos una vida sin sobresaltos. Cuando asumió, a principios del 2017 en reemplazo de Alfonso Prat Gay, declaró un patrimonio de $97 millones. En su última declaración jurada, del 2019, la fortuna se elevó a $275,7 millones. El más rico de la era Macri.
De ese monto declaró, en esa rendición final, $56,5 en “títulos y acciones en el exterior”. Una de ellas, Florentine Global, fue registrada en las Islas Vírgenes Británicas. En el 2017 eran $20,6 millones.
En marzo del 2018, en un seminario en Madrid, el funcionario pasó un momento incómodo ante la pregunta del moderador. "¿Cómo espera que vayan las inversiones a Argentina si usted mantiene su patrimonio offshore?”, lo cuestionó el presentador. Dujovne no supo qué contestar. Cuatro meses después, en julio, durante una presentación en el Congreso, el economista aseguró que repatriaría el resto de sus activos en el exterior.
En febrero pasado, ante una consulta de Infobae, el ex ministro subrayó que todo su dinero estaba “declarado y en blanco”. El argumento para no repatriar sus fondos es, cuanto menos, llamativo: “Había empezado a traer una parte, pero me iban a cuestionar si elegía tal o cual banco, y decidí que cuanto menos cambios o movimientos en mi patrimonio siendo ministro, mejor”.
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