Alberto Fernández busca romper el cerco temático de la cuarentena, pero la foto con Insfrán no ayuda

El Presidente habla de post-pandemia, frente a la fatiga colectiva por el aislamiento. Volvió a las giras para reafirmar su juego con los gobernadores. Llenó de elogios al formoseño. Y habló de rediscutir el sistema de coparticipación: ¿alerta para Rodríguez Larreta?

Alberto Fernández con Gildo Insfrán, sin reparos por el coronavirus. Los temas expuestos allí también mueven el tablero.

Alberto Fernández empezó a hablar de algo que lo preocupa en medio de la advertida angustia o fatiga social por la cuarentena: se refirió muy genéricamente a la agenda post-pandemia. Se trata de un gesto que intenta ir saliendo del monotema del corononavirus. Un clásico fue la referencia por ahora vaga a una reforma tributaria. Algo parecido y sin precisiones deja trascender Martín Guzmán, tomado a su vez por la deuda, el otro renglón dominante. En paralelo, desde el Gobierno insisten con que finalmente estaría al salir el proyecto de reforma judicial. La intención de marcar temario incluiría así el costado político y no sólo económico. En los dos rubros, la foto con Gildo Insfrán no ayuda.

El Presidente decidió retomar la visita a provincias como parte de la misma estrategia para romper el cerco temático de la cuarentena, según se define en el círculo más próximo a Olivos. Había estado en Tucumán y Santiago del Estero, y esta semana agregó Formosa y Misiones. La imagen con el eterno jefe formoseño no fue la mejor: abrazo y charla sin respetar medidas elementales de la cuarentena. Es sabido que los gestos desde el más alto nivel del poder son mensajes, y este caso –fuera de la obviedad del ejemplo- pesa la sensación de que el poder se autoexime de las normas generales, en este caso duras individual y colectivamente. No fue todo. La postal y los dichos superaron esa consideración inicial.

El elogio enorme del Presidente al gobernador fue realmente llamativo, sobre todo teniendo en cuenta que la platea hace rato dejó de ser la que está a la vista y pasó a ser global. Insfrán cuenta en décadas sus tiempos como gobernador. Es récord de reelecciones. Maneja el peronismo y el Estado provincial como si fueran la misma cosa. Y entiende su poder territorial también como un juego personal y directo frente a los sucesivos presidentes. Es un peronismo que ni siquiera podría ser definido como “ortodoxo” –jugó con Carlos Menem, Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner- sino más bien como un paternalismo descarnado, con carga socialmente coercitiva.

Otra postal de las visitas del Presidente, con lectura interna: junto al satiagueño Gerardo Zamora.

En la época de Néstor Kirchner, aún cuidándolo como parte del armado nacional, entraba en la categoría de “pejotismo”. Una manera de descalificar a la estructura tradicional del PJ o de colocarla en un nivel de socio pero no de eje principal de lo que más ampliamente se definía como kirchnerismo. Por supuesto, la crítica era salvada con la categoría superior de aliados tácticos, que en el caso de Duhalde había llegado hasta el escalón de aliado estratégico hasta la ruptura en la pelea por alinear al peronismo bonaerense.

Para quienes hacen lectura más extremadamente interna, las visitas de las dos últimas semanas tendrían valor a la vez en el juego con Cristina Fernández de Kirchner. Estuvo con uno de sus principales aliados iniciales, el tucumano Juan Manzur. Se vio con el santiagueño Gerardo Zamora, aliado de origen radical –también con estilo de dueño del poder provincial- que tejió políticamente con CFK: su esposa, Claudia Ledesma Abdala, ocupa la presidencia Provisional del Senado. Y coronó junto a Insfrán, con terminación negociadora también en la Cámara alta: el formoseño José Mayans es el presidente del bloque oficialista.

Lo dicho en Formosa mostró al mismo tiempo más tela política. El Presidente pareció descartar la idea de canjear asistencia estatal a empresas por acciones del Estado en las empresas –propuesta de la legisladora kirchnerista Fernanda Vallejos- y aludió de manera amplia a la oportunidad de reformas estructurales que abriría la pospandemia. Sumó una crítica a la aplicación a trabajadores del impuesto a las Ganancias, tema de arrastre en los últimos gobiernos. Y dejó un título sobre la necesidad de una reforma tributaria, tema señalado pero nunca jugado a fondo también en varios gobiernos.

La reforma tributaria, aún sin precisiones, parece condicionada además por al menos dos cuestiones: la entrada en la “nueva normalidad” –es decir, finalizada la cuarentena y con algún tipo de plan frente a la enorme crisis- y la resolución de la deuda. Eso mismo en materia impositiva –sin dar pistas concretas- sugirió Guzmán ante algunos de sus interlocutores del Gabinete.

Más sugerente fueron las declaraciones presidenciales sobre la idea de rediscutir la coparticipación federal. Rubro especialmente sensible sobre todo desde el punto de vista político y en la relación con la Ciudad de Buenos Aires. Hasta pocos días antes de la cuarentena, la tensión entre la Casa Rosada y Horacio Rodríguez Larreta pasaba por una amenazante poda a los recursos porteños.

Horacio Rodríguez Larreta, ahorade buena sintonía con el Presidente. ¿Puede volver la pulseada por la coparticipación?

Hubo charlas entre el Presidente y el jefe de gobierno de la Ciudad, también a nivel ministerial y hasta de técnicos. El discurso oficialista, en los momentos más ásperos, giraba en torno a la “injusticia” entre un distrito rico y una provincia empobrecida. CFK y Axel Kicillof empujaron en esa línea. Desde las cercanías de Rodríguez Larreta alertaban que tal medida afectaría directamente y mucho a la seguridad. Se hablaba de un recorte de unos 35.000 millones de pesos.

Hoy no hay margen, según quedó claro desde el arranque de la etapa de aislamiento social. La baja de la recaudación, muy fuerte a escala nacional y también local, es significativa. El coronavirus ha provocado una combinación grave: necesidades de asistencia estatal y caída profunda de la producción y el consumo. Con todo, queda alguna marca prepandemia, de ajuste, como lo exponen las jubilaciones. La estrategia para negociar la deuda en el marco de la crisis de arrastre imponía más allá del discurso restricciones presupuestarias.

Un reflejo de aquel cuadro era la pulseada con la Ciudad por los recursos coparticipables. Por supuesto, el Presidente aludió a la reforma del sistema de coparticipación como un tema para la post-pandemia, pero lo hizo volviendo sobre la idea de ciudades ricas –del nivel de Bélgica, dijo- frente a distritos que tienen ingresos comparables a países muy pobres.

El interrogante es si el horizonte que imagina el Presidente incluye batallas y alianzas como las expuestas en Formosa.

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