El titular de la Cámara de la Pequeña y Mediana Industria Metalúrgica Argentina (CAMIMA), José Luis Ammaturo, pidió al Gobierno que “deje volver a la normalidad” al sector y denunció que existen “presiones” de representantes de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) a empresarios que acordaron suspensiones con el pago del 75% del salario neto para que paguen el 100%.
En una entrevista con Infobae, estimó que el 50% de las 22.000 pymes metalúrgicas están actualmente en actividad, pero advirtió que “la situación del sector es complicada" porque “hoy las empresas están trabajando a pérdida, con aumentos de costos, pagándole a personal no productivo porque pertenecen a grupos de riesgo y teniendo que vender a precios fijos”.
Ammaturo dijo que solamente el 52% de las pequeñas y medianas empresas metalúrgicas pudieron ser aceptadas dentro del programa de ayuda estatal para pagar la mitad de los sueldos y reclamó “universalizar las normas, simplificar los trámites y unificar resoluciones que se contraponen entre Nación y Provincia porque la burocracia destruye a las pymes”.
Propuso, además, una “modernización del sistema laboral” con el fin de permitir “la generación de empleo”, para lo cual solicitó “un gran acuerdo” para “ayudar a los empresarios y no perjudicar a los trabajadores”.
“Lo que uno le puede pedir al Gobierno es que dejen a las empresas hacer lo que saben, que es producir -destacó-. Las industrias no son focos infecciosos y podemos tomar recaudos para que no haya contagios, pero que nos dejen volver a la normalidad”.
-¿La normalidad es solamente que vuelva la actividad en un 100% al sector pyme metalúrgico?
-Cuando hablamos de los metalúrgicos hay que aclarar que es un sector bastante transversal y que está ligado a varias industrias. Hay empresas que producen para actividades esenciales como la alimentación o la industria farmacéutica, por ejemplo, pero en general están todas castigadas por el parate económico. En estos momentos se suma la complicación de si reanudan o no las tareas porque las pymes se distribuyen mayoritariamente en los grandes centros urbanos, en el AMBA, Rosario, Córdoba y Mendoza. Además, todos los días sale un decreto o una reglamentación nueva, e incluso a veces se contrapone lo que legisla la Nación respecto de la Provincia de Buenos Aires. Las pymes necesitan las cosas sencillas y hoy todo es complicado.
-¿Cómo es el mundo pyme metalúrgico, en números?
-En la Argentina hay aproximadamente 22.000 pymes metalúrgicas, que tienen unos 200.000 empleados. De ese total, según una encuesta que hicimos entre las empresas del sector, estimamos que hoy está en actividad el 50 por ciento. Algunas han empezado a trabajar igual a puertas cerradas porque las municipalidades les complican mucho la habilitación.
-Aun cuando se arriesgan a una clausura.
-Sí, es la realidad. Muchos reanudaron las tareas con pedidos que eran anteriores al comienzo de la cuarentena y se preguntan qué harán cuando cumplan con esos trabajos. Y hay empresas que, por más que las habiliten, no tienen a quién venderle la producción. Por ejemplo, uno de nuestros socios es la única fábrica en el país que produce los ganchos que se usan para fijar las hojas en las carpetas o biblioratos, pero las escuelas no empezaron las clases y la justicia no está trabajando. Hay empresas vinculadas con sectores que no están funcionando a pleno o en los que cayó mucho la actividad, como en la construcción o en Vaca Muerta. Ya llevamos 80 días de cuarentena y debemos pagar los sueldos y las cargas laborales. Cuesta mucho mantener el plantel.
-Pero el Gobierno instrumentó un programa para pagar el 50% del salario de los trabajadores a las empresas en crisis. ¿Cómo impactó en el sector pyme metalúrgico?
-De acuerdo con nuestros registros, se pudo inscribir y fue aceptado sólo el 52 por ciento de las empresas. Es que tenían que demostrar la baja en la facturación y hubo problemas con la clave fiscal, pero la AFIP no estaba abierta para solucionarlo. Igual, es una ayuda importante para muchas empresas que estaban totalmente paradas.
-En el caso de las empresas con personal sin tareas, ¿ayudó el acuerdo que firmaron las cámaras metalúrgicas con la UOM para suspender a los trabajadores y pagarles el 75% del sueldo neto?
-Sí, por supuesto. Pero todos los días recibimos llamados de nuestros socios para advertirnos que hay presiones del sindicato para que se pague el 100 por ciento de los salarios, pese a haberse firmado el acuerdo que establece el 75% del neto.
-¿Con qué argumento los presionan de esa manera?
-Que no se hicieron las comunicaciones al debido tiempo. Algo lógico porque el acuerdo con la UOM se firmó el 30 de abril: ¿cómo puedo avisar si antes de eso no sabía que se iba a firmar algo así? Por eso ninguna de las pymes hizo la presentación en el Ministerio de Trabajo para notificar que suspendía personal por motivos de fuerza mayor y entonces el gremio presiona a las empresas para que se pague el 100% de los salarios ya que no se hizo la comunicación oficial correspondiente.
-¿Empezaron a hablar con la UOM del aumento salarial para este año?
-No hay ninguna conversación sobre las paritarias. Tendríamos que haber cerrado el 30 de marzo para pagar el 1° de abril, pero no hay nada hablado. Sólo se logró el acuerdo para suspender y reducir el salario de la gente que no está trabajando.
-¿Qué le pediría al Gobierno para las pymes metalúrgicas?
-Lo que uno le puede pedir al Gobierno es que dejen a las empresas hacer lo que saben, que es producir. Las industrias no son focos infecciosos y podemos tomar recaudos para que no haya contagios. Es cierto que el transporte del personal es un tema complejo, pero los costos de las empresas no dan para pagarlo. De todas formas, pedimos que se tomen las medidas necesarias para volver a la normalidad porque tarde o temprano deberemos hacerlo. Esa luz en el fondo del túnel nos hace bien porque, si no, muchos de nuestros industriales pyme van a bajar los brazos. Es sencillo: si una pyme tiene que mantener la actividad con 8 o 10 empleados que utilizan 6 u 8 tornos, hace números y llega un momento en el que no puede pagar los sueldos si no hay trabajo, así que le convendrá vender las máquinas que tiene y cerrar la fábrica hasta que mejore la situación.
-¿Ya está sucediendo eso?
-No, pero escucho esos planteos y es lo peor que puede pasar. Por eso el Gobierno tendría que fijar medidas para ir normalizando la actividad y pensar en el día después de la pandemia: ¿podemos creer que cuando se termine vamos a tener todo resuelto? Imposible. Las empresas que están trabajando lo hacen a pérdida, con aumentos de costos, pagándole a personal no productivo porque pertenecen a grupos de riesgo y teniendo que vender a precios fijos. Pensar en el día después es pensar cómo poner en marcha la rueda de la economía, y en ese sentido no observamos nada. Además, habría que universalizar las normas, simplificar los trámites y unificar resoluciones que se contraponen entre Nación y Provincia, por ejemplo, porque la burocracia destruye a las pymes.
-No parece una visión muy optimista.
-Soy optimista, pese a todo. La Argentina no ha sido afectada mayoritariamente por el coronavirus porque las medidas que tomó el Gobierno son las adecuadas. Si salimos rápidamente de este aislamiento, el país tiene las condiciones para empezar a recuperarse. Somos productores de alimentos, de energía. La devaluación encubierta nos hizo un poco más competitivos. Y tenemos una actividad industrial importante, algo que no existe en otros países de Latinoamérica, que servirá como un motor.
-¿Qué nos haría falta?
-Una modernización del sistema laboral que ayude a crear puestos de trabajo. Las leyes laborales argentinas fueron hechas pensando que la Argentina era una gran industria. Se trabaja de lunes a viernes, ocho horas por día, pero desde hace 70 años hubo grandes cambios en las modalidades del trabajo. La gente quizá trabaja desde su casa, en una computadora, no necesita hacerlo durante ocho horas encerrada en un determinado lugar. Deberíamos permitir trabajos parciales y particulares. Hoy, si una empresa quiere tomar un empleado para que trabaje cinco horas un domingo, no lo puede hacer. En otras partes del mundo es posible. Y son puestos de trabajo. Ese es el gran cambio que se puede producir en la Argentina. Para hacerlo tiene que haber un gran acuerdo para ayudar a las empresas y no perjudicar al trabajador. Las empresas son reticentes a incorporar personal y hay que generar puestos de trabajo. No puede ser que el mayor empleador sea el Estado. Somos los privados los que debemos generar empleo.
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