La convivencia entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner como fórmula de poder generó innumerables especulaciones desde el día que se anunció su conformación. Y a poco más de un año de ese episodio, Beatriz Sarlo hizo un análisis en el que incluyó una pizca de autocrítica: “Tengo que admitir que me equivoqué”.
“Creí que era posible conformar a la dama (por la vicepresidenta) con menos de lo que tiene en este Gobierno y no fue posible; con menos gente nombrada, menos políticas que se impulsan...", evaluó la escritora, quien de inmediato aclaró que esa mirada no tiene que ver con un rechazo personal a todo lo que promueva el ala K: “Por ejemplo, con lo que propone Máximo Kirchner como impuesto a las grandes fortunas estoy completamente a favor”.
“Yo tenía una fantasía equivocada, que ella se iba a convertir en una embajadora internacional de su propia ideología, como le gusta tanto la figuración y los vestidos... que podía aspirar a la UNASUR; cometí ese error, no (creí) que se iba a quedar tejiendo en la casa y haciendo maldades. La realidad es que se quedó en la casa tejiendo en serio”, apuntó la escritora, antes de remarcar que “en la democracia, el que aporta la mayor cantidad de votos es el que después va a mantener una hegemonía política”.
En ese contexto, Sarlo consideró que “(Cristina Kirchner) lo quiere de socio (a Alberto Fernández) en este momento, con una carga simbólica muy fuertemente puesta en ella y con la factura del día a día político puesta en Alberto, pero con ministros puestos por ella que le responden; ese es el reparto de poder que se ha hecho”.
Además -en declaraciones al canal TN- señaló que el escenario actual, con la pandemia de por medio, tiene un doble efecto en la figura de la vicepresidenta: “Por un lado la favorece porque nadie se acuerda de que ella tiene un juicio oral en marcha por el cual puede ser comprobada su corrupción, eso ha pasado a segundo plano (por el coronavirus); por otro lado la perjudica, por el hecho de que no le da la capacidad de maniobra que podía tener en condiciones económicas, sociales y políticas más tranquilas”.
La intelectual también hizo una breve referencia a la figura de Axel Kicillof: “Su estilo puede no gustarme en absoluto, conserva algo de su pasaje como presidente del centro de estudiantes del Colegio Nacional de Buenos Aires, pero no tiene importancia si a mí me gusta, lo que tengo que hacer es reconocer que tiene un estilo. La mayor parte de la gente piensa que soy una vieja pedante, pero eso no me afecta. Soy de las mujeres de estilo rudo”.
En cuanto a la lucha contra el Covid-19, Sarlo recordó que “en 1865 hubo epidemia de fiebre amarilla, miles de muertos en la ciudad de Buenos Aires y eso no quitó un éxito económico, educativo y de consolidación nacional de esa presidencia”. Por eso, agregó: “Me niego a pensar la historia como catástrofe. Sirve para hacer filosofía barata, aunque hay filósofos que son carísimos y suelen pensarla como catástrofe. Pero me parece que no sirve ni siquiera para encarar el presente”.
“Te imaginas que los ingleses, mientras Hitler los bombardeaba, hubieran vivido su propia historia como catástrofe... que la Reina, en vez de sacar a pasear a sus hijas por los escombros para que vieran lo que pasaba, se hubiera metido en la mejor cama de Buckingham diciendo ‘ay, Dios mío, la que nos tocó...’”, ejemplificó en la misma entrevista.
“Hoy es muy difícil ser optimista, porque uno aprende de la historia pero el presente lo vive de otro modo; si el presente es trágico para algunos, es muy difícil salir de la tragedia”, finalizó.