La idea surgió de manera informal, pero tomó fuerza en las últimas horas: si el Gobierno sigue demorando la nueva convocatoria al comité de crisis que integra junto con la CGT y la UIA, ¿por qué los empresarios y sindicalistas no empiezan a reunirse igual sin la presencia de los funcionarios?
No hay un ánimo “destituyente”, pero sí muy pragmático entre quienes analizan esta variante “autómoma" del comité de crisis para aportarle a Alberto Fernández ideas para salir de la cuarentena y superar la crisis socioeconómica. El problema para hacerlo de manera tripartita es que la Casa Rosada no convocó más a los otros dos sectores para avanzar en esa instancia de diálogo y, mientras tanto, la debacle económica se hace más contundente con el correr de las semanas.
Del “nuevo” comité de crisis no sólo participaría la UIA en representación del empresariado sino también el resto del Grupo de los Seis: la Sociedad Rural, la Asociación de Bancos Argentinos, la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, la Cámara de Comercio y la Cámara de la Construcción.
La propuesta de darle un ritmo sostenido a las reuniones “bipartitas”, sin embargo, no causa tanto entusiasmo en la UIA. “¿Para qué nos serviría si los dirigentes de la CGT terminan aprovechando para pedir que se extienda la doble indemnización? ¿Cómo garantizar que será un diálogo constructivo y que no nos usarán para presionar al Gobierno?”, se preguntó un empresario.
De todas formas, en la UIA tienen previsto analizar en las próximas horas esta propuesta de un comité de crisis bilateral. Ambas partes sienten, desde sus posiciones, que los funcionarios no les prestan atención. El desafío será, en caso de que avance la iniciativa, que no se interprete desde el oficialismo como un desafío a la autoridad del Presidente. No es esa la intención, aunque sí, en la práctica, diseñar un menú de opciones para descongelar la economía y ofrecérselo al Gobierno.
El comité de crisis en su versión original sólo tuvo hasta ahora dos reuniones: su debut fue el 7 de abril, en la Casa Rosada, donde estuvieron, además de la entidad industrial y la central obrera, la Cámara de Comercio y una comitiva gubernamental liderada por el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, e integrada por dos ministros (el de Transporte y el de Desarrollo Productivo) y otros funcionarios.
Luego de ese encuentro, el Gobierno, la UIA y la CGT compartieron dos videollamadas. En la última, realizada el 27 de abril, se firmó el acuerdo marco para suspender trabajadores a cambio de una compensación económica equivalente al 75% del sueldo neto.
El último contacto tripartito fue el 7 de mayo, cuando el presidente Alberto Fernández convocó a empresarios del Grupo de los Seis y sindicalistas de la CGT a la quinta de Olivos: con la excusa fue apoyar la posición argentina para renegociar la deuda, también hablaron de la poscuarentena.
La semana pasada, la CGT decidió pedirle al Gobierno que desempolvara el comité de crisis para coordinar medidas dirigidas a reactivar la economía y se lo transmitirá al jefe de Gabinete y al ministro de Trabajo, Claudio Moroni, aunque imagina que su propuesta no despertará mucho entusiasmo en la Casa Rosada. “Sería necesario que comité de crisis tuviera el mismo rango y la misma importancia que el comité de epidemiólogos que asesora al Presidente”, se ilusionaban en la central obrera.
Por eso el “plan B” que se analiza es oficializar el diálogo bilateral y luego llevar las conclusiones al Gobierno. En realidad, ya hay experiencias de ese tipo que podrían profundizarse: el titular de la UOCRA, Gerardo Martínez, estuvo varias veces con el presidente de la UIA, Miguel Acevedo, y uno de sus vicepresidentes, Daniel Funes de Rioja, para consensuar los protocolos de seguridad dirigidos a reanudar las actividades en el AMBA, donde menos se flexibilizó la cuarentena.
Este comité de crisis bifronte podría convertirse en un buen ejercicio para el Consejo Económico y Social, siempre que pueda concretarse ese entre tripartito. Alberto Fernández lo prometió el 10 de diciembre, cuando asumió, y lo reiteró hace quince días ante la la UIA y la CGT, en Olivos.
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