Ginés González García no quiere adelantarse a la decisión que Alberto Fernández anunciará a partir del viernes. “Tenemos una situación que no hace para nada que tengamos que pensar en cambiar, así que en realidad le estoy diciendo que sí”, confirmó de todos modos el ministro de Salud sobre la prórroga del aislamiento que el Presidente se encamina a oficializar antes del domingo, según trascendió, por dos semanas más, con especial atención en el área metropolitana.
En el análisis sanitario en vísperas de la extensión de la cuarentena, la preocupación del Gobierno sigue centrada en los barrios más vulnerables de la Ciudad y del Conurbano bonaerense, que se transformaron en los principales focos de contagio del coronavirus, por ahora con más énfasis en territorio porteño, según los registros oficiales.
“Es una decisión presidencial. Tenemos ahí una situación que no hace para nada que tengamos que pensar en cambiar. Pero los matices empiezan de otra manera. Estamos pensando en si va a haber algún matiz para barrios vulnerables, pero eso se decidirá...”, resaltó el ministro de Salud este mediodía en una entrevista con Infobae vía Zoom, a dos meses del primer anuncio presidencial de confinamiento.
—¿O sea que podría haber algún tipo de segmentación en esos barrios?
—Estamos pensando en alguna cosa de ese tipo, para ponerle más energía a ese escenario...
González García fue uno de los cuatro ministros, además del jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, que ayer viajó hasta La Plata para participar junto a Axel Kicillof, buena parte de su gabinete y el jefe del bloque del Frente de Todos en Diputados, Máximo Kirchner, de un encuentro agendado para analizar con exclusividad la realidad de los casi 1.800 asentamientos bonaerenses, y armar la logística para tener mucha más presencia en esos lugares.
Es que, en vísperas de la extensión del aislamiento, el aumento de casos de COVID-19 en los sectores más carenciados, más marcados por ahora en la Ciudad, inquietan a la administración de Kicillof, a la Casa Rosada y al Gobierno porteño. Hoy a las 19, el jefe de Estado, el gobernador y Horacio Rodríguez Larreta tienen previsto conversar sobre el tema en la reunión pautada en Olivos.
Según el último registro de la Ciudad, de los 226 nuevos casos de coronavirus, 141 pertenecen a barrios carenciados. Es decir, más del 60%. El foco disparó, entonces, una creciente disputa entre las adminstraciones porteña y bonaerense que hasta incluyó un tuit del ministro de Salud provincial, Daniel Gollán, que señaló con un mapa del Gran Buenos Aires cómo el epicentro de contagios se centraba en la Ciudad. Después se sumaron intendentes del PJ del ala dura del kirchnerismo.
Este martes, Carla Vizzotti, la secretaria de Acceso a la Salud, se refirió en su habitual mensaje matutino a la polémica en torno a los testeos de uno y otro lado de la avenida General Paz: los funcionarios porteños habían insistido en que la diferencia de casos en esos enclaves humildes se explicaba por los hisopados realizados, además de una densidad poblacional mucho más marcada en comparación a la Provincia.
“Sólo en la última semana, en toda la ciudad de Buenos Aires se hicieron entre 500 y 650 testeos diarios y el porcentaje de positividad es superior al 30 por ciento. En la provincia de Buenos Aires se hicieron entre 650 y 950 testeos por día y el porcentaje de positividad es un poquito mayor al 10 por ciento”, explicó la funcionaria. “El número de testeos va a aumentar a medida que se identifiquen casos sospechosos. Lo importante es buscarlos activamente para poder detectar los brotes de forma precoz", agregó.
González García trato de no sumarse a los cruces entre las administraciones provincial y porteña. “Dos o tres veces por semana tenemos un comité donde nos juntamos Nación, Provincia y Ciudad y trabajamos juntos. Ayer estuve con el gobernador Kicillof y el jefe de Gobierno de la Ciudad, en persona. La relación la veo muy buena y sinérgica”, remarcó el ministro en diálogo con este medio.
Pero sí deslizó críticas por la falta de “un sistema de vigilancia que detectara más rápido lo que pasaba” especialmente en el Barrio 31, en Retiro, el más afectado por el coronavirus en la ciudad de Buenos Aires.
—Cuando empezó a avanzar el virus en el país había una enorme preocupación por el Conurbano bonaerense, y la realidad es que hoy las alertas están puestas en la Ciudad, que dobla en casos a la Provincia. ¿Qué cree que falló allí? ¿Aconsejaría, como sugirieron funcionarios bonaerenses, aislar a la Ciudad para contener el virus?
—Aislar no, aislar no. Eso es muy difícil... Lo que se puede hacer es volver, a lo mejor y si es necesario, un estadío para atrás. Pero aislar no me parece que sea posible o razonable desde el punto de vista democrático. Faltó un sistema de vigilancia que detectara más rápido lo que pasaba. Se combinó además en la 31 con una conflictividad política vinculada con la falta de agua que impidió el trabajar coordinadamente porque había tensión con esto (N. de la R.: en las últimas semanas hubo fuertes cruces entre el Gobierno de la Ciudad y la empresa estatal AYSA, conducida por Malena Galmarini). Sí la consecuencia es que se llegó un poquito tarde, ¿y qué significa llegar tarde? Que se había diseminado mucho el virus, por eso tanta casuística. En la 31 ahora me parece que está en una curva de descenso, pero se expandió, y eso significó la enorme casuística que hubo, con además las dificultades de toda la logística que se necesita para esa situación... Pero de eso se aprende.
—¿Cuál es la situación hoy, a dos meses de la aplicación del aislamiento social, preventivo y obligatorio?
— Hoy la cobertura entre los que se están internando es casi mitad y mitad. Eso significa que estamos entrando en otro sector social. Hemos pasado también de individuos de riesgo, como eran los viajeros y los entornos, por distintos estadíos. Ahora estamos entrando en algo peligroso, que son los barrios vulnerables. La capacidad de expansión del virus le da una potencialidad a la magnitud que pueda tener la pandemia en esos lugares muy fuerte. Se ha visto en estos días en la 31. Por eso ahora estamos enfocando mucho más a los barrios. El problema no es solo la detección precoz, el aislamiento de los contactos, si no claramente la logística que implica eso.
— ¿Estamos ya en el famoso pico de la curva de contagios?
—Para mí no llegó el pico. No me gusta adivinar mucho. Yo siempre dije que le tenía más miedo a junio que a mayo. Pretendemos que no haya pico, y si lo hay que sea un piquito. Lo peor, en el sentido del número de casos y sus consecuencias, todavía no lo hemos sufrido. Pero la capacidad resolutiva del sistema de salud, con respecto a lo que era hace dos meses, es brutal. Lo digo así sin que el adjetivo me parezca exagerado: es brutal.
—¿Le preocupa que empiecen a acentuarse más las diferencias entre la Ciudad y la Provincia?
—Ayer estuve con el gobernador Kicillof y el jefe de Gobierno de la Ciudad, en persona. La relación la veo muy buena y sinérgica. Después bueno, hay alguna cosita que tiene que ver con obviamente donde hay un flujo tan brutal de gente que vive en un lado y trabaja en el otro... En la medida que la Ciudad amplíe su apertura, obviamente circula más gente y circula un poco más el virus. Pero también es cierto que la Provincia está tomando medidas para evitar la circulación de gente. Son ajustes que uno va haciendo todos los días. Este es un país federal... El tema es cuando pasa en los barrios vulnerables, toda la logística que uno tiene que tener para sacarlo, aislarlo, llevar la familia a otro lado, mantener la comida sistemáticamente, que se queden relativamente tranquilos con el cuidado del barrio, que no los van a intrusar. Se agrega una problemática social muy compleja.
—En las provincias que no registran casos, ¿se podría volver a la “normalidad”?
—Algunos cambiaron, como Córdoba. Cada distrito también sabe mejor que nadie lo que está pasando. Nosotros vamos con el pie en el freno, no en el acelerador. El cumplimiento en los protocolos y las nuevas reglas de juego en industrias es muy bueno. Esa parte me parece que ha sido bien exitosa para recuperar un poco la vida económica. La otra parte, vuelvo a decir, no puedo decir que haya cambios que no sea en la vulnerabilidad de los barrios. Son distintas las realidades. En provincias hay largamente, más de la mitad de las provincias, que hace mucho tiempo no tienen un caso. Algunas ya quieren seguir avanzando. Ahí tratamos de decir que vayamos despacito, es un diálogo que recién está comenzando, siempre se agudiza cuando faltan dos o tres días. En general, las autoridades locales son cuidadosas, quieren cuidar lo que consiguieron. En términos generales la actitud es de cuidado.
Desde hoy, el Presidente empezará con la ronda de consultas con los gobernadores, los especialistas del comité de emergencia que lo asesora y sus funcionarios más cercanos que terminará, como en los últimos dos meses, con el anuncio de prórroga de la cuarentena diferenciado entre el interior del país y el área metropolitana.
Fernández ensaya, en ese plano, un equilibrio entre la administración porteña y Kicillof, cuyas diferencias metodológicas se acentuaron desde el último anuncio en Olivos tras el que, por ejemplo, Rodríguez Larreta habilitó más actividades y las salidas espaciadas para menores.
Antes de la entrevista con el ministro, fue el propio gobernador el que echó más leña al fuego, a pesar de que el diálogo entre las tres administraciones es recurrente y necesario. “Si en la Ciudad van a abrir los comercios, que no vaya a trabajar la gente de la provincia de Buenos Aires”, deslizó horas antes de reunirse con Rodríguez Larreta y el jefe de Estado.
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