El “silencio, por favor” que los jueces suelen repetirle al público esta vez no fue necesario. Alcanzó con la indicación inicial de tener apagados los micrófonos de las computadoras. Tampoco se sintió el formalismo que impone una sala audiencias en tribunales. Tanto fue así que se tomó mate y hasta un gato se cruzó por una pantalla en busca de su dueña que seguía atenta la audiencia. Es la vida cotidiana de cualquier casa que se metió en un juicio oral que por la pandemia del coronavirus se retomó hoy de modo virtual.
Fue en el proceso contra el ex titular de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) Ricardo Echegaray por la presunta importación irregular de un auto diplomático. El juicio había quedado suspendido en marzo por las medidas de aislamiento y se retomó esta tarde a través de la plataforma Zoom, una de las más usadas en esta época de contacto virtual.
Los jueces del Tribunal Oral en lo Penal Económico 1, el fiscal, los abogados, el propio Echegaray, los cuatro testigos que declararon y los nueve periodistas que fueron público estuvieron, mayoritariamente, en sus hogares. Cada uno desde su computadora accedió a la plataforma cuyo ingreso era administrado por los funcionarios del tribunal.
Si bien durante esta etapa de pandemia fueron muchas las audiencias virtuales que se realizaron –con condenas en juicios penales inclusive– esta era la primera que tenía como protagonista a un ex funcionario y del peso que tuvo Echegaray durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner.
“La experiencia fue muy positiva. Estuvo muy bien organizado por el Tribunal y hubo predisposición de todas las partes para hacerlo así”, coincidieron ante Infobae tres personas que participaron de la audiencia. La referencia principal fue a que hubo pocos y solucionables problemas técnicos, principalmente de sonido, y que nunca se dejó de transmitir. Destacaron que la plataforma virtual sirvió para empezar a terminar un juicio chico que está en su etapa final. La audiencia duró dos horas. Pero para los procesos más grandes, donde puede haber controversias entre las partes, lo digital puede ser una complicación porque le quita inmediatez y cercanía a la audiencia.
A las 14, con una puntualidad que pocas veces ocurre en los juicios presenciales, comenzó la audiencia. Diego García Berro, presidente del tribunal, ingresó a la plataforma y saludó a todos. Hasta se permitió una humorada ante el escenario inédito del juicio virtual. “¿Vale tomar mate?”, preguntó sobre algo que en las audiencias en tribunales no ocurre. No fue tan chiste porque su colega, José Michilini, tomó mate, al igual que algunas otras personas.
A medida que cada persona ingresaba a la sala virtual, dos secretarios del tribunal le pedían que probara los micrófonos. "¿Cuando queremos hablar prendemos los micrófonos nosotros o levantamos la mano?, preguntó Martín Arial Duval, uno de los abogados de Echegaray, junto con León Arslanián.
El secretario del tribunal, Lucas Bello, le contestó que iba a ser más visible cuando prendieran los micrófonos. Al público le pidió que las cámaras estuvieran apagadas así los jueces se concentran en la imagen de los testigos y las partes. “Vamos a ir aprendiendo todos con la marcha de la audiencia", agregó a modo de confesión de la novedad que significaba.
Echegaray está siendo juzgado por la presunta irregularidad en el trámite para importar un auto diplomático que hizo en 2006 cuando estaba al frente de la Aduana. Puntualmente de un Mercedes Benz E 350 que solicitó la Oficina Comercial y Cultural de Taiwán en Argentina. El caso tiene un segundo acusado que es Chun Teh Hsieh, ex titular de la Oficina Comercial y Cultural de Taiwán en Argentina. En el inicio del juicio los dos declararon y negaron las acusaciones.
Para la audiencia de hoy estaba prevista la declaración de cuatro testigos, actuales o ex funcionarios de Cancillería, la Aduana y la AFIP. Cada uno fue ingresando a la sala virtual y contestaron las preguntas de las partes. Hubo dos momentos en los que se tuvo que hacer referencia a documentación secreta de la Cancillería. El público fue retirado de la plataforma y cuando finalizó el interrogatorio sobre ese punto volvió.
“¿Nos escucha?”, “¿me repite la pregunta porque tengo como un eco?”, “me voy a sacar los auriculares así me escuchan mejor". Esas fueron algunas de las frases que indicaron los momentos en los que hubo problemas con el audio. En otros la imagen de quien hablaba se congelaba. Pero fueron pocos los inconvenientes frente a la expectativa de que podían ser más.
La audiencia tuvo momentos graciosos o pintorescos, de los que no ocurren en los juicios presenciales. A una empleada del tribunal se le subió el gato a la mesa de la computadora y se le cruzó frente a la pantalla. A Echegaray se lo vio hablando con otro hombre que estaba en su casa y que entró en plano de la computadora. En otros casos quedó la sospecha de si estaban comiendo cuando salían del plano y regresando con el gesto de un movimiento en la boca.
La virtualidad también permitió un relajo en la ropa que se vio, sobre todo en los hombres, que en tribunales usan el riguroso traje y corbata para los juicios. Esa habitualidad no la perdieron el fiscal Marcelo Agüero Vera ni el juez Igancio Furnari, a pesar de que estaban en sus casas. Más relajados sin corbata y algunos sin saco estuvieron los demás. “De la cintura para arriba, que era lo que tomaba la cámara, estábamos todos bien”, bromeó uno de los participantes ante este medio.
En las salas de audiencia de tribunales, los fondos suelen ser de madera oscura o con telones y tienen crucifijos colgados en altura. Pero esta vez fueron reemplazados por una variedad de escenografías hogareñas. Desde fondos con cuadros, ventanales, repisas y muebles hasta las clásicas bibliotecas o la más neutra pared blanca. En esos fondos destacaba el del juez Michilini que siguió la audiencia desde su despacho de los tribunales de Comodoro Py donde tiene una bandera argentina y un cuadro del general José de San Martín.
La declaración de los testigos llevó dos horas. Luego el juez García Berro anunció que el juicio continuará de modo virtual el próximo martes a las 14 cuando los abogados de la Aduana, que actúan como querellantes, inicien sus alegatos, que es la etapa en la que se piden las condenas o las absoluciones de los acusados.
—Presidente, tuve dificultades técnicas durante la audiencia. Lo sustancial lo pude escuchar. Espero que la próxima audiencia mejore —planteó Ariel German, abogado de la Aduana.
—Tal vez sea un problema de su red porque lo vi que aparecía y desaparecía de la pantalla. A los otros no les pasó —le contestó García Berro.
Los juicios en la etapa de coronavirus
Desde el 16 de marzo pasado, cuando se tomaron las primeras medidas contra el coronavirus, los juicios orales están suspendidos. La Justicia comenzó a trabajar a distancia, con medios tecnológicos y con la cantidad de gente estrictamente necesaria en los tribunales.
Es todo lo contrario a un juicio oral en el que las partes tienen que estar presentes. Por ese escenario y porque los jueces creen que el trabajo habitual va a tardar más en regresar que el fin de la cuarentena, muchos tribunales comenzaron a retomar las audiencias de manera virtual. Lo hacen en los juicios que antes de las medidas de aislamiento estaban en su etapa final, en los juicios abreviados –en los que la Fiscalía y la defensa ya acordaron la pena– y para audiencias específicas. Y todo para los casos con pocas partes.
Más complejo es para los juicios grandes, sobre todo los de corrupción, narcotráfico o lesa humanidad. Allí los involucrados son muchos más y la capacidad tecnológica que se requiere es más amplia. Además de que el dinamismo que requiere un juicio oral se podría ver ralentizado.
El Tribunal Oral Federal (TOF) 2 que juzga actualmente a la ex presidenta y actual vicepresidenta Cristina Kirchner por el caso de la obra pública pidió una plataforma al Consejo de la Magistratura de la Nación con conexión para 50 puntos. La respuesta fue que en toda la Justicia tienen para conectar a 122 puertos y que están trabajando con la empresa estatal ARSAT en un sistema más amplio para dar mejor cobertura los juicios.
Otro tribunales orales también pidieron plataformas. Uno fue el TOF 4 para el caso de lavado de dinero al empresario Lázaro Báez, también los TOF 3 Y 5 para dos juicios por narcotráfico grandes.