Mientras trabaja y cumple estricta cuarentena solo en su casa de Garín, Lino Barañao accedió a una entrevista con Infobae. El ex ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación analizó el momento que atraviesa el mundo frente a la pandemia del coronavirus y elogió las medidas que adoptó la administración de Alberto Fernández para evitar que se disparen los contagios.
—¿Cómo recibió la noticia de la existencia del coronavirus?
—Que iba a haber una pandemia era algo que todos lo daban por sentado. Ya se venía hablando de esto desde hace mucho tiempo, hasta hay películas. Pero creo que nadie pensó en las consecuencias sociales: esto del confinamiento no estaba en los escenarios que se manejaban. Se pensaba que podía haber muertes, que podía haber problemas para conseguir la vacuna. Pero nadie pensó en que íbamos a tener que estar encerrados tanto tiempo. Por eso todas las películas que ves no tienen este componente, que tal vez es lo más descriptivo y lo que diferencia esta amenaza de otras que hemos tenido. Hemos tenido avisos de que esto podía ocurrir. El SARS y el MERS eran todos virus que se originaron en un lugar lejano, pero que el lugar lejano pudiera llegar acá a Occidente, por el hecho de que hoy el transporte por avión hace que las enfermedades se globalicen muy rápidamente…
—¿Cuándo pensó que esto sería realmente peligroso?
—Me parece que fue cuando empezó en Italia, porque ahí me di cuenta de que “somos Italia”, [y pensé]: “Si no hacemos algo, esto va a ocurrir acá”. Me empecé a preocupar cuando llegó a Europa, cuando empezaron a llegar los números de muertos y empecé a hablar con gente que sabía, con amigos que estaban en el tema, y ahí pensé: “Menos mal que no soy ministro”.
—¿Está seguro? ¿Cómo se imagina que hubiera sido si esto le hubiera ocurrido durante su gestión?
—Estaría altamente preocupado, como calculo que está el actual ministro. Sentí un alivio de que esto no ocurriera unos meses antes. Creo que hubiera sido más difícil, porque no sé si la comunidad científica hubiera apoyado tan manifiestamente como apoyó en este caso. De todas formas hay que destacar que el hecho de que la comunidad pueda responder en forma tan rápida indica que la situación no era tan desastrosa como se pensaba. En esos cuatro años logramos, a pesar de la seria reducción presupuestaria, mantener un nivel de actividad que hoy permite que la comunidad reaccione rápidamente. Hay que destacar no solo al Poder Ejecutivo, sino que el Ministerio organizó esta comisión COVID-19, por la que se liberaron fondos rápidamente para financiar este proyecto. Me parece que hubo una respuesta en tiempo y forma destacable. Y me parece que esto es valorado por la sociedad. La mejor manera de defender un presupuesto en ciencia y tecnología es demostrar que cuando se los necesita los científicos están presentes.
—¿Cómo actuó, para usted, el Gobierno frente a la pandemia?
—Actuó muy rápidamente. Quiero destacar que es la primera vez que un Gobierno se apoya en los científicos. En el pasado hemos tenido oscilaciones, apoyos a la ciencia, pero acá es un Gobierno que está tomando decisiones racionales basadas en el conocimiento científico. No solo a nivel de la pandemia: la deuda externa también la está manejando un científico, un economista académico. Y eso es bastante inédito en la historia argentina.
—¿Cómo cree que hubiera sido el escenario actual si Macri hubiera sido reelecto?
—Y, habría sido mucho más difícil, sinceramente. Primero porque creo que hubiera cedido a las presiones de grupos económicos que priorizan la actividad comercial a la salud. Y segundo, porque creo que hubiera sido difícil lograr esta coherencia de todo el arco político que se logró ahora, que es necesario para atender otras necesidades de esta crisis. Creo que hubiera sido mucho más grave.
—¿Cómo ve a la Argentina frente a esta crisis?
—Espero que esta crisis sirva para hacer cambios trascendentales. Einstein decía que las crisis son el único momento donde uno puede hacer cambios profundos. Lo más estúpido es negarse o no aprovecharlas. Me parece que tenemos que aprovechar que la Tierra se aplanó, no que perdió densidad, pero Argentina estaba varios escalones por debajo, y ahora todos bajaron. Me decía un empresario italiano: “Ahora todos somos Argentina”. No estamos tan lejos. Tenemos que ser inteligentes y aprovechar las oportunidades que se nos dan, porque el mundo está un poco más a tiro que antes, paradójicamente. Sobre todo porque haber logrado este manejo que hizo el Gobierno de la crisis tan racional, nos hace subir puntos en la región. Que pongan a la Argentina como ejemplo, sobre que toma decisiones basadas en la ciencia, no es poca cosa. No es solamente resolver la pandemia. Es presentarla como un país diferente y confiable en este sentido.
—Hoy estamos en una nueva etapa de cuarentena, esperando supuestamente el pico. ¿Va a llegar ese pico? ¿Y cuándo cree que llegue?
—Probablemente no haya un pico: si uno ve las curvas, no siguen un crecimiento exponencial. La curva está bastante aplanada, los tiempos de duplicación se extienden, lo que se trata es de extender esto de forma tal que primero no se sature el sistema de salud; y segundo, hay que poner especial atención en lo que son los barrios carenciados, hacer un monitoreo más específico ahí, porque las condiciones son muy distintas de lo que puede ser otra zona del conurbano o de la capital.
—¿Cómo ve el uso de los tan cuestionados testeos y de los sistemas de diagnósticos actuales?
—Lo que se está haciendo es lo correcto. Hay mucha discusión absurda sobre que habría que hacer más testeos. Merece destacarse la rápida y efectiva respuesta de investigadores del CONICET en el desarrollo de sistemas de diagnóstico. En total hay ya tres kits. El de la Dra. Andrea Gamarnik permite detectar y tener una estimación cuantitativa de los anticuerpos. Esto último es muy importante para seleccionar a aquellos recuperados que pueden ser donantes para la terapia con inmunoglobulinas, una de las más promisorias hasta el momento. El segundo es el NEO KIT desarrollado por investigadores del Instituto Milstein, que permite tener resultados de manera más rápida y sencilla. El tercer kit es el que ha que desarrollado la empresa CASPR, incubada en la Facultad de Agronomía de la UBA, que se basa en la tecnología de CRISPR (la que Bill Gates recomendó y permite detectar al virus con un procedimiento similar al eva-test. Cabe destacar que recientemente el New York Times destacó que hay dos compañías compitiendo, una en EEUU y otra en Buenos Aires. La empresa CASPR ya a solicitado la aprobación por la FDA en USA lo que le permitiría acceder a los mercados globales. Esto demuestra claramente que el sistema científico estaba activo y listo para responder en tiempo y forma a una demanda acuciante de la sociedad.
—¿Hasta cuándo hay que continuar con la cuarentena?
—Fijate que no hay una experiencia previa a esto, nadie sabe cómo salir de esta pandemia. La gran ventaja que tenemos es que estamos quince días, un mes atrás de aquellos que están implementando esto. No hay una receta, está claro que hay que salir, que hay que salir gradualmente y que, sobre todo, hay que preservar a la población de riesgo. Porque el virus va a seguir estando, no hay mucha evidencia de que vaya a desaparecer.
—Un experto italiano dijo que cuando aparezca la vacuna, ya el coronavirus no va a existir. ¿La vacuna es la única solución?
—La vacuna es la solución. La vacuna o alguna terapia farmacológica que aplicada en forma temprana evitará las complicaciones que llevan a una persona a depender de un respirador o que finalmente fallezca. Sobre todo por el tema de la fibrosis pulmonar, que una persona muera por falta de oxígeno lamentablemente.
Lo que nos está faltando es mayor conocimiento de por qué se muere la gente. Hay muy pocas autopsias. Sabemos que la gente se infecta, después tiene complicaciones. Pero todavía hay una cantidad de cosas que no entendemos. Sabemos cómo entra el virus, pero por qué termina habiendo consecuencias cardiológicas y en el sistema circulatorio, por qué la gripe no se produce, por ejemplo, con el coronavirus, no se sabe.
—¿Cuándo calcula que va a aparecer la vacuna?
—Va a tardar en llegar. El aliciente es que hay 80 vacunas que se están probando, con mucha plata atrás, es el esfuerzo económico más alto que se han hecho en materia de salud alguna vez. Bill Gates dijo que febrero, aunque tal vez sea una fecha un poco optimista, y no quiero ser aguafiestas, pero puede que tarde un poco más. En lo personal creo que no va a ser antes de febrero del próximo año.
—¿Llegó el coronavirus y el mundo cambió un 100%?
—Yo soy bastante escéptico. La economía mundial funciona sobra la base de cifras de dinero inconmensurable para nuestra capacidad de comprensión; pensar que hay una pandemia de este tipo y que va a modificar el orden económico, que va a caer el sistema liberal, me parece, no como una inyección de lavandina de Trump, pero tan improbable como eso.
No digo tener una versión conspirativa sobre todo, pero tampoco caer en la inocencia de que con esta pandemia todo cambia. Lo que la ciencia indica es que si uno quiere encontrar algo, no tiene sentido el capricho. Lo que hay que entender es cómo funciona el sistema y ver por dónde le podemos entrar.
—Si lo llamaran del Gobierno para colaborar, ¿lo haría?
—Estoy colaborando a mi manera, estoy en grupos de WhatsApp consiguiendo proveedores de recursos, aportando desde otro lado. En lo personal estoy más abocado a lo que viene después. Hoy hay gente que sabe, se están tomando las medidas correctas, no tengo mucho más que aportar que apoyar a esta empresa que tiene un nuevo sistema de detección de virus que es interesante. Pero sí me parece que puedo aportar para lo que viene, con toda mi experiencia acumulada, por las intenciones que tengo, por la credibilidad que tengo, sobre todo afuera, puedo lograr un modesto aporte a que lo que viene después, a que esta nueva normalidad nos beneficie.
—A su criterio, ¿esta pandemia llegó para enseñarnos o para desnudarnos qué específicamente?
—No sé si desnudó, pero confirmó que estamos todavía en un proceso de desarrollo incipiente si somos benévolos. Tenemos todavía poblaciones que están viviendo con necesidades básicas insatisfechas. Y esas poblaciones son vulnerables, y es un porcentaje muy alto respecto de otros países. Pero también evidenció las responsabilidades de la comunidad científica, es un Gobierno que toma decisiones basadas en evidencia. No es una realidad muy común en los países. Veamos lo que pasó en Inglaterra, lo que pasó en Estados Unidos…
—¿Cuánto se va a tardar para que surja esa nueva normalidad?
—Yo creo que sobre fin de año empezaremos a poder circular y podremos retomar parte de nuestras rutinas. Creo que hay una presión que va a ir en aumento, pero sí va a haber cambios a futuro dos años más cuesta arriba. Lo que tenemos que tratar es de que en esta vuelta a la normalidad avancemos algunos casilleros. Vuelvo a lo mismo, porque parece que todo se reduce a recuperar todo lo que vamos a perder, hay una visión un poco negativa, en gran parte, de la gente. Yo creo que no tenemos que retomar lo de a río revuelto, ganancia de pescadores. Me parece que hay oportunidades que se van a abrir.
—¿Qué es lo que viene después de esto?
—Cambios en la forma de relacionarnos públicamente, se ha hablado mucho del contacto físico y todo lo demás, que nos gusta tanto. Va a cambiar la proporción del trabajo, va a haber gente que pueda trabajar desde su casa. Por ahí también impacte en la educación. Hay un señor, Salma Kahn, que hace videos educativos y que dice que todo el sistema educativo está mal, que no tiene sentido que la gente tenga a los chicos escuchando al maestro porque los distrae […] y después van a sus casas a resolver los problemas solos sin poder consultar a nadie. Hay que darlo vuelta, el chico tiene que estudiar con videos en su casa a su ritmo y compartir y resolver problemas con el maestro.
Me parece que podemos ir avanzando un poco hacia eso, obviamente en las materias que se puedan. No vas a enseñar medicina con aula virtual, porque hay cosas que son insustituibles. Me parece que puede haber cambios en la enseñanza.
—¿Qué mensaje le gustaría dejarles a los jóvenes científicos?
—Les diría que la actividad de los científicos es una de las más gratificantes, porque combina todos los placeres más grandes que puede tener un ser humano, por lo menos para aquellos que tengan curiosidad. El primero es satisfacer la curiosidad. Es algo que decía el famoso físico Richard Fyenman: “El placer de entender cómo funcionan las cosas”.
La otra se da cuando, como consecuencia de eso, podés ayudar a otro. Es esa conexión altruista, es decir: “A mí me pagó un sueldo el Estado para que yo entienda el universo”, pero yo puedo devolver eso porque ahora puedo hacer, por ejemplo, un kit como el que hizo Andrea Gamarik para crear los anticuerpos contra el COVID-19.
Sus gestiones como ministro y su relación con Cristina Kirchner
—¿Cuáles fueron las mayores diferencias de sus dos gestiones como ministro?
—Fueron gestiones muy diferentes. No solo desde la visión ideológica, también desde el modo de gestionar. En el caso de los dos períodos con Cristina fue una relación mucho más directa, más radial. Tal vez con menos interacción entre los ministerios, pero hubo una mayor disponibilidad presupuestaria, obviamente. No tanto del tesoro nacional, que eso no fue tan distinto, sino que pudimos gestionar fondos de organismos bilaterales de crédito, como del BID, del Banco Mundial, que nos permitieron hacer muchas cosas. Y la diferencia es que nosotros teníamos autonomía para decidir sobre esos fondos. Y con el cambio de administración eso cambió, pasó a una administración del presupuesto muy centralizada y muy preocupada por el balance, lo que afectó muchísimo. Y nos afectó mucho también la diferencia del tipo cambiario y del poder adquisitivo de los salarios. Y también es obvio que el papel que se le dio a la ciencia fue muy distinta.
—¿Cómo quedó su relación con Cristina Kirchner?
—No he vuelto a hablar. Creo que la última charla fue cuando ella me autorizó continuar en el nuevo período.
—¿Cristina quería que usted continuara?
—Sí. Digamos, yo la consulté porque en ese momento era el ministro de Ciencia de su gestión. Y ella me dijo que sí, que siguiera, que mantuviera a la gente y que mantuviera el presupuesto, lo que conseguimos, así que no se despidió a nadie del Conicet, mantuve a todo mi equipo. Y el presupuesto sufrió las restricciones que sufrió toda la administración pública en el gobierno anterior. No es que hubo un plan manifiesto de reducir el presupuesto de Ciencia; se redujeron todos los presupuestos. A nosotros nos pegó bastante más porque gran parte de los gastos que tienen los investigadores son en dólares.
—Cuando al Ministerio lo cambiaron de categoría y lo degradaron al rango de Secretaría, ¿cuál fue su reacción?
—Reaccioné mal. Confieso que pensé que era momento de irme. Pero no iba a haber ninguna consecuencia práctica. Lo que se me garantizó es que el presupuesto no se iba a alterar, y, de hecho, no se ahorró plata por esa decisión. Y quedaba un período para terminar una cantidad de cosas que nos había involucrado a todos durante mucho tiempo, y yo quería terminarlas. Con el diario del lunes uno tal vez piensa que habría actuado diferente. Pero me parece que eso ya a esta altura es anecdótico.
Lo importante sería, ahora, que con esta disposición para resolver estos problemas coyunturales de la pandemia se aproveche a la comunidad científica para resolver los dos problemas centrales que sigue teniendo el país, que son la generación de empleo de calidad y la generación de divisas. Dos problemas que existen pero que se van a ver agravados en el futuro.
—¿Por qué cree que durante esta nueva gestión no lo convocaron?
—Para todo ese espacio, que yo haya seguido fue un hecho imperdonable. Yo tampoco era el ministro de Ciencia que Scioli tenía pensado para Nación, ya se había designado a Daniel Filmus como ministro. O sea que yo ya no tenía continuidad en el Gobierno anterior. Y, además, me parece que ya había cumplido un ciclo, me parece que dieciséis años en la gestión en un área es más que suficiente para poder llevar adelante un proyecto. Sigo trabajando, pero desde otro ámbito, con el mismo objetivo de mostrar que la ciencia y la tecnología sirven para promover el desarrollo económico y social del país.
Su presente y la intimidad de la cuarentena
—¿De qué vive hoy?
—Soy profesor full-time en la Facultad de Ciencias Exactas. Estoy dando clases virtuales ahora, he aprendido a desenvolverme con las nuevas tecnologías. Soy investigador del Conicet.
Ahora lo que estoy tratando es de trabajar con nuevas entidades que tienen como objetivo apuntar a resolver los dos problemas que tiene el país, que son el empleo y la generación de divisas.
Una de las iniciativas tiene que ver con armar una catalizadora de cadenas globales de valor. En este caso, de lo que se trata es de encontrar productos en el exterior que puedan ser producidos aquí en Argentina, sobre todo por pequeños productores, por pymes, y facilitarles el acceso a ese mercado para que puedan tener un ingreso digno y, sí, capturar el valor de las exportaciones.
—¿Un libro?
—En busca de Spinoza, de Antonio Damasio.
—¿Una serie?
—Actualmente estoy mirando muchos documentales y música por YouTube, poco Netflix.
—¿El mejor día de su vida?
—Fueron muchos. Como siempre, el nacimiento de mis hijos y el nacimiento de la vaca clonada, fue el logro más impactante de mi carrera... Tengo más videos de la vaca que de los nacimientos de mis hijos (risas).