Salvo por dos breves interrupciones del sistema la primera sesión del Senado de la Nación realizada en forma remota, la primera de la historia y del Congreso, tuvo un saldo positivo para el oficialismo. Como era previsible hubo intercambio de opiniones alivianadas por un formato que dificulta la atención y la audición. “No nos agrada a ninguno pero no hemos encontrado otra forma”, se sinceró en el cierre la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner que resistió siempre la posibilidad de una sesión presencial en el marco de las restricciones por el COVID-19. Hubo además algunas chicanas previsibles pero aún así el Frente de Todos se llevó el aval para una veintena de Decretos de Necesidad y Urgencia de Alberto Fernández. Además de que por primera vez en dos meses se realizó una sesión, consensuada, que duró un poco más de cinco horas.
Juntos por el Cambio acompañó la mayoría de los DNU y tuvo posiciones divididas respecto al decreto que estableció el cierre de fronteras y dejó a miles de argentinos varados en otros países y al DNU que prohibió los despidos sin causa por un lapso de 60 días. En el primer caso hubo 21 votos negativos como el de Julio Cobos, Martín Lousteau, Alfredo De Angeli, Luis Naidenoff, Humberto Schiavoni, y las abstenciones de Guadalupe Tagliaferri, Esteban Bullrich y Gladys González. Bullrich se opuso al freno a los despidos que en cambio sus compañeros de bancada votaron a favor (Cobos, Lousteau y Eduardo Costa, por ejemplo) o se abstuvieron.
El tiempo se distribuyó en forma proporcional a la representación de cada fuerza política en el Senado. Cinco minutos para Alberto Weretilneck, único senador por Juntos Somos Río Negro; veinticinco minutos para el interbloque Parlamentario Federal que se repartieron casi a la mitad entre Clara Vega y Juan Carlos Romero; 105 para Juntos por el Cambio y 150 para el Frente de Todos. La lista tuvo 23 oradores, un tercio de la integración del Senado que tuvo asistencia perfecta en la primer sesión remota de la historia argentina.
Sin barbijo y con saludos con la mano desde lejos Cristina Kirchner abrió la jornada cuando los senadores estuvieron logueados y ya había quórum. A su lado se sentó el prosecretario parlamentario, el radical Juan Pedro Tunessi y la secretaria administrativa María Luz Alonso. No estuvo en cambio el peronista Marcelo Fuentes, ex senador y actual secretario parlamentario.
La vicepresidenta se retiró a los 36 minutos del inicio de la sesión luego de que fuera aprobado el protocolo de funcionamiento y los decretos que firmó como titular de la cámara alta el marco del aislamiento social preventivo y obligatorio decretado por el COVID-19, entre ellos el que estableció la prórroga de los plazos parlamentarios para que los proyectos y postulaciones que necesitan Acuerdo no pierdan estado. Fue unánime el voto de los senadores: 71 a 0. El restante, único ausente, es el senador José Alperovich que está en uso de licencia por una denuncia por violación presentada en su contra.
Como suele ocurrir ofició de informante Anabel Fernández Sagasti, senadora por Mendoza y vice del bloque del Frente de Todos. Su discurso tuvo frases fuertes hacia la oposición y contrastó con la mayoría de quienes la siguieron en la lista de 26 oradores, incluidos los discursos de cierre. Por ejemplo atribuyó a algunos opositores una “amnesia selectiva de lo que recuerdan o no: hubo 20.000 trabajos perdidos y 16 empresas cerraron cada día durante los cuatro años del gobierno de Juntos por el Cambio”, dijo. Sobre los 20 Decretos de Necesidad y Urgencia que se sometieron a debate, aseguró que demuestran que la actual gestión apuntó a salvaguardar la salud y la economía de los argentinos. “Estas medidas deben ser discutidas y no debe haber operaciones de prensa”, advirtió. Enseguida Cristina Kirchner, de quien es una de las senadoras más cercanas, le avisó que había hecho uso de todo su tiempo disponible y la obligó a poner fin al discurso. La titular del Senado fue implacable con el uso del tiempo, especialmente con los propios y más allegados como Mariano Recalde y Oscar Parrilli a quienes les fue avisando para que no se excedieran.
En la primera línea de bancas se sentaron los únicos senadores habilitados para estar presentes: Claudia Ledesma Abdala, vicepresidenta provisional que ocupó el lugar de CFK durante gran parte de la sesión; el radical Martín Lousteau, vicepresidente; y los vices primero y segunda Maurice Closs del Frente Renovador de la Concordia y Laura Rodríguez Machado del PRO. Los cuatro se colocaron sus barbijos cada vez que salieron del recinto pero como Cristina Kirchner y Abdala de Zamora no lo usaron mientras estuvieron sentados ni cuando hicieron uso de la palabra.
Sólo hubo otras cuatro personas cerca del estrado. Taquígrafos y técnicos estuvieron en los salones contiguos, como los equipos del Registro Nacional de Identidad que certificó que cada senador sea quien debe ser. Lo mismo ocurrió con los senadores a distancia.
Cristina Fernández retomó la conducción de la sesión a las 17.28, justo cuando le tocaba el turno para hablar a la tucumana Silvia Elías de Pérez. Un clásico en el Senado es el cruce entre ellas. No defraudaron. CFK le dio la palabra esta vez, a diferencia de otras, llamándola primero por su apellido y luego por su nombre. La dirigente radical le dijo “presidente”. La vicepresidenta sorprendió: no la reprendió como es habitual pero al término de los diez minutos de los que dispuso la tucumana la saludó usando el género masculino: “Gracias senador”.
Además de los cuatro senadores que estuvieron en el recinto, hubo trece en sus respectivos despachos. Fernández Sagasti, Mariano Recalde, Jorge Taiana, Martín Doñate del Frente de Todos y los opositores Luis Naidenoff, Humberto Schiavoni, Esteban Bullrich y Gladys González. Paradójicamente fueron Bullrich y Naidenoff quienes sufrieron un corte de sistema que se solucionó y pudieron retomar sus respectivos discursos. En sus domicilios particulares hubo 21 senadores y 33 estuvieron en organismos oficiales provinciales. El correntino Pedro Braillar Poccard tuvo problemas de conectividad en los ensayos, por lo que viajó y participó desde su oficina.
Un tercio de los senadores hizo uso de la palabra. Desde San Luis el peronista Adolfo Rodrírguez Saá planteó que “estamos en el camino correcto” y autoelogió al cuerpo que integra. “La clase política ha demostrado madurez, me siento orgulloso de ser argentino, me siento orgulloso de ser político”, remarcó.
El radical Lousteau afirmó en cambio que “el sector de la clase media de la sociedad es el gran abandonado” y agregó que “nadie los ve y están en un gran agujero negro”. Tuvo sus minutos de presidente del Senado cuando CFK necesitó pararse y Claudia Abdala se había retirado. La participación fue breve y coincidió con el discurso de Juan Carlos Romero, del bloque Federal.
La bonaerense Gladys González que le ganó la elección a CFK junto a Esteban Bullrich dos años atrás, planetó que “nos mandan a lavarnos las manos y más de cuatro millones de argentinos no pueden porque no tienen agua potable, nos dijeron que nos quedáramos en asa y ahí se expusieron enormes dificultades”. Más dura estuvo desde la banca Rodríguez Machado que se preguntó “cómo puede ser que el Presidente nos diga o se mueren todos o se quedan sin trabajo y nos quedamos todos con un sabor amargo”. Varios senadores del Frente de Todos les respondieron con cifras de desocupación y caída de la actividad industrial y de pymes en los cuatro años de gestión de Mauricio Macri.
El cierre estuvo a cargo como es habitual de José Mayans, jefe del bloque del Frente de Todos. Su privilegio: gozó de 40 minutos para dar su discurso después del de Luis Naidenoff, jefe del interbloque de Juntos por el Cambio. Mayans habló desde la deuda al precio del barril de petróleo y calificó como “ridícula” la travesía que realizó y anunció por los medios y las redes sociales la oposición cuando dos semanas atrás exigían sesionar y viajaron en auto hasta la Capital. “Es una falta de respeto”, dijo sin empacho y señaló que “la verdadera travesía es la de los trabajadores de la salud”. Como muchos, elogió a Alberto Fernández por la conducción de la crisis. “Imagínense si tuviéramos un Bolsonaro”, consideró antes de calificar al presidente de Brasil como “irresponsable”.
Se votó a las 19.25 después de varias explicaciones de la vicepresidenta. “Si no entienden les repito, estoy siendo un poco maestra en los últimos tiempos”, se impacientó. Tras la votación Tunessi leyó cada voto. A las 19.36 se dio por concluida la sesión.