Primero fue un llamado de alerta del representante de Naciones Unidas en Argentina y ahora Juan Murillo González, delegado para América del Sur de ACNUR, la Agencia de la ONU para los refugiados, planteó sus objeciones ante la liberación de presos por la pandemia del COVID-19 en la Argentina al sostener tajante: “El hacinamiento y las condiciones antihigiénicas y acceso a la salud en las cárceles también es un tema sanitario. Pero no todos los delitos son iguales, y es necesario distinguir entre delitos menores y delitos graves, como parte de la respuesta estatal frente a este balance entre los temas sanitarios y de seguridad ciudadana”.
No son las únicas advertencias o alertas que emitió este delegado de ACNUR en Buenos Aires. También González Murillo explicó a Infobae que los refugiados, en su mayoría venezolanos, que están en la Argentina están sufriendo gravemente los efectos de la pandemia. “El coronavirus incrementa la vulnerabilidad de los refugiados, teniendo que recurrir a ingresos irregulares o terminar en manos de redes de tráfico ilícito o de trata de personas”, dijo este costarricense que lleva más de tres años en el país como representante de ACNUR.
Murillo González trabaja en ACNUR desde hace más de 27 años y en 2018 fue designado por el Alto Comisionado como Representante Regional para el Sur de América Latina con base en Buenos Aires, Argentina y al hablar en detalle de los refugiados y migrantes venezolanos en medio de la pandemia dijo que muchos de ellos han perdido sus empleos y sus medios de vida y se encuentran en una situación de calle, sin acceso a albergues, alimentación, kits de higiene y servicios de salud.
La oficina de ACNUR en Argentina se estableció en 1965. Actualmente es una oficina regional y está a cargo de las operaciones de ACNUR en Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay. Hasta diciembre de 2019, en Argentina había 12.368 personas refugiadas, solicitantes de la condición de refugiado y otras personas de interés, y 173.343 personas refugiadas y migrantes venezolanas.
-¿Cuál es la situación actual de los refugiados en la región ante el avance del COVID-19?
-Se trata de una crisis no solo sanitaria sino humanitaria que nos afecta a todos por igual, pero que impacta de manera desproporcionada a las personas más vulnerables de nuestra sociedad, entre ellas a los refugiados y los solicitantes de la condición de refugiado. Por un lado, las fronteras están cerradas, lo cual obstaculiza que las personas que necesitan protección internacional como los refugiados puedan salir de sus países e ingresar a los distintos países donde buscan protección. No pueden presentar sus solicitudes de reconocimiento de la condición de refugiado en las fronteras ni acceder a asistencia humanitaria. Esto incrementa su vulnerabilidad, teniendo que recurrir a ingresos irregulares o terminar en manos de redes de tráfico ilícito o de trata de personas. Ante la pandemia muchas personas refugiadas han perdido sus empleos y medios de vida para generar sus ingresos, y hoy se encuentran en una situación de calle. Por ello requieren acceso a albergues, a asistencia humanitaria, alimentos, kits de higiene (agua, jabón). No logran acceder a los programas sociales nacionales porque no tienen documentación o no cumplen con todos los requisitos, como la residencia de dos años en el caso de Argentina. Asimismo, la situación de aislamiento obligatorio incrementa las probabilidades de que las mujeres refugiadas y los colectivos LGBTIQ sufran violencia de género. Es por esto que los servicios específicos, de seguridad, salud y apoyo psicosocial son esenciales sobre la base de las necesidades en función de la edad, el género y la diversidad. El coronavirus afecta el ejercicio de derechos por parte de las personas refugiadas y también dificulta la obtención de una solución duradera para su problemática. Por ejemplo, dificulta la integración local en los países receptores y por otra parte, los programas de reasentamiento y de admisión humanitaria están suspendidos en todo el mundo hasta nuevo aviso. Nos mantenemos en estrecha comunicación con las personas refugiadas a través de sus comunidades y sus asociaciones mediante el uso de distintas herramientas tecnológicas de comunicación como WhatsApp, llamadas telefónicas y correo electrónicos. Igualmente, nos contactan en los distintos países a través de la página ayuda.acnur.org
-¿Cree que la ACNUR puede tener un rol activo para agilizar trámites de pedidos de refugio en estos momentos?
-Desde el ACNUR se promueve la adopción de procedimientos simplificados así como los reconocimientos colectivos para personas que provienen de un mismo país. Por ejemplo, el caso de las personas venezolanas. Valoramos como buenas prácticas que los países establezcan excepciones frente al cierre de sus fronteras para las personas refugiadas e igualmente que permitan que las solicitudes de reconocimiento de la condición de refugiado puedan ser formuladas de forma remota. También en algunos países las entrevistas a las personas solicitantes de la condición de refugiado se están realizando a través de distintas herramientas tecnológicas, aprovechando la conectividad del internet o la comunicación en línea.
-¿Qué opinión tiene sobre la liberación de presos en Argentina con la excusa del coronavirus?
-Es necesario establecer un balance entre los temas de seguridad, salud y derechos humanos. La pandemia nos afecta a todos por igual y el hacinamiento y las condiciones antihigiénicas y acceso a la salud en las cárceles también es un tema sanitario. No obstante lo anterior, no todos los delitos son iguales, y es necesario distinguir entre delitos menores y delitos graves, como parte de la respuesta estatal frente a este balance entre los temas sanitarios y de seguridad ciudadana.
-¿Creen que se ven vulnerados los derechos de los argentinos que están varados en el exterior y no les da respuesta el Estado?
-Nos consta que el Estado argentino a través de la Cancillería y su servicio consular está haciendo grandes esfuerzos por atender a los argentinos varados en distintos países del mundo. Es una situación muy compleja ante el cierre de fronteras en distintas partes del mundo y la falta de vuelos internacionales de las compañías aéreas.
-¿Qué rol tiene hoy la ACNUR ante la situación de varados en el exterior por la pandemia?
-Nuestro mandato es con respecto de personas refugiadas, solicitantes de asilo, desplazados internos y personas apátridas. Respecto de las personas varadas (argentinas o de otra nacionalidad) en distintos países del mundo, interponemos nuestros buenos oficios para servir de puente entre las autoridades de los países, principalmente en aquellos países donde no existe representación consular del país de origen de las personas varadas. En razón de nuestro mandato como Agencia de la ONU para las personas refugiadas, no tenemos programas específicos para personas varadas, ya sea que se trate de turistas, migrantes o residentes en el extranjero.
-¿Aumentó el nivel de refugiados en América latina?
-En los últimos años el número de refugiados se ha incrementado en América Latina principalmente respecto de los nacionales de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Colombia y Venezuela. En el caso de las personas venezolanas, se trata de más de 5.1 millones de personas refugiadas y migrantes. Entre ellas, más de un 1.6 en Colombia, 900 mil en Perú, 450 mil en Chile, y 170 mil en Argentina. El desplazamiento forzado continua en épocas de pandemia. La pandemia no discrimina pero subsisten la persecución, la violencia, la inseguridad y las violaciones de derechos humanos que están a la base de las necesidades de protección internacional de las personas solicitantes de la condición de refugiado y refugiadas.
-¿Hay denuncias de incumplimiento de Argentina por pedidos de refugio?
-No. ACNUR valora el liderazgo regional de Argentina en materia de protección internacional de refugiados. Argentina tiene el marco normativo más avanzado en materia de protección de refugiados de toda la región. Siempre ha sido líder regional en materia de protección internacional de refugiados con altos estándares de derechos humanos, y se ha caracterizado por la adopción de políticas públicas en materia de protección de refugiados, la aplicación de la definición regional de refugiado, la implementación de programas de reasentamiento y vías complementarias como el denominado Programa Siria y de patrocinio comunitario. Actualmente, en tiempos de pandemia, Argentina permite que las personas formulen sus solicitudes de reconocimiento de la condición de refugiado por vía remota completando un formulario en línea, y esto representa una buena práctica regional, que reconocemos en el ACNUR y que esperamos que sea replicado por otros países latinoamericanos.
-¿Cuál es la situación de los venezolanos que piden refugio en el exterior?
-En general, la respuesta de los distintos países de América Latina es muy generosa ante los pedidos de protección internacional como refugiados de los venezolanos. Hay países que aplican la definición regional de refugiado recomendada por la Declaración de Cartagena, otros que hacen reconocimientos grupales o colectivos como Brasil y Paraguay, otros que aplican procedimientos simplificados (Argentina y Uruguay). También hay países que han facilitado la regularización migratoria, la obtención de la visa MERCOSUR y de distintas residencias o visas humanitarias. Ante la pandemia, hoy nos preocupa que muchas de las personas refugiadas y migrantes venezolanos han perdido sus empleos y sus medios de vida y se encuentran en una situación de calle, sin acceso a albergues, alimentación, kits de higiene y servicios de salud. ACNUR y sus socios estamos incrementando la respuesta operacional para garantizar acceso a asistencia humanitaria, albergues, comida, kits de higiene y servicios de salud para las personas más vulnerables, entre ellas los solicitantes de asilo y refugiados. Su inclusión en programas nacionales de asistencia y salud es igualmente una prioridad. Hoy más que nunca se requiere solidaridad, resiliencia, cooperación internacional y responsabilidad compartida. Debemos estar unidos para afrontar juntos esta situación humanitaria, que nos involucra y nos concierne a todos por igual sin ninguna distinción. De esta crisis humanitaria, todos juntos vamos a salir fortalecidos como personas más solidarias y resilientes.
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