Con un total de 459 casos, Chaco se instaló como la provincia con mayor cantidad de contagios después de Buenos Aires y Ciudad de Buenos Aires. Semanas antes, Córdoba y Santa Fe superaban en casos a la provincia del noreste argentino pero la lucha contra la pandemia no se mostró igualmente efectiva, quizás por la dura batalla política que subyace entre el gobernador Jorge Capitanich y el intendente de Resistencia, Gustavo Martínez.
Desde el principio, ambos plantearon una estrategia distinta. El 14 de abril, el mismo día que el gobernador habilitaba los trámites para pagar y emitir facturas de los servicios de electricidad y agua provinciales, provocando un amontonamiento y ruptura del distanciamiento obligatorio en las filas de los locales comerciales (con obvio impacto directo en la capital), el intendente brindaba un mensaje a la población diciendo: "Recién estamos ingresando en la etapa más complicada de la pandemia, porque Resistencia es la que ciudad que tiene más contagiados por habitantes en la Argentina y también es una de las ciudades que tienen más fallecidos por habitante en la Argentina”.
Y pedía tomar "muy en serio el aislamiento social”, dando por sentado que Capitanich promovía lo contrario en cada anuncio para habilitar nuevas actividades, como el que hizo el sábado para autorizar la realización de celebraciones religiosas, como misas y culto. “No haré nada que signifique un retroceso del esfuerzo hecho hasta ahora”, declaró después de duras críticas que recibió a través de las redes sociales, en lo que parecía ser un freno de la medida.
Los choques entre el gobernador Capitanich y el intendente Martínez tienen un trasfondo en la interna peronista chaqueña. Capitanich era el intendente de Resistencia hasta el 10 de diciembre último, en tanto el gobernador era Domingo Peppo, un aliado de Martínez. Como presidente del Concejo Deliberante de la capital, le marcó la cancha a la gestión de Capitanich, en tanto su esposa, Eli Cuestas, respaldaba a Peppo como presidenta de la Legislatura unicamerical de Chaco.
Martínez era un factor de poder fuerte detrás del trono de Peppo quien, en determinado momento de la lucha política nacional y ante denuncias de corrupción, fue llamado por el Frente de Todos a Buenos Aires para pedirle que se bajara de la candidatura a gobernador, a cambio de ser recompensado con la embajada argentina en Paraguay, un pacto que se concretó.
Martínez ya había ganado las PASO del PJ a intendente de Resistencia, mientras Capitanich respaldó como sucesor a un candidato que perdió. Fuera del acuerdo, el candidato oficial del PJ a la intendencia en la capital no obtuvo el respaldo de Capitanich en la campaña que, de todos modos, ganó fácilmente. Fue gracias al respaldo de Peppo. En tanto, su mujer pasó de ser presidenta de la Legislatura a legisladora rasa.
Mientras tanto, la situación epidemiológica es complicada. Ayer se oficializaron 32 casos, un número récord. Y Chaco no logra salir del caos que se generó con los primeros casos que se dieron en el Hospital Perrando, de Resistencia, que terminó con 60 profesionales infectados. El Ministerio de Salud provincial no pudo controlar el desorden y en pocos días el Centro de Diálisis Fresenuis, el Sanatorio Modelo, el Sanatorio Antártida y el Sanatorio Chaco, es decir, casi todo el sistema privado de salud de la provincia, informaron contagios de su personal.
Y por si faltara algo, el Sindicato de Trabajadores Municipales de Resistencia que encabeza Jacinto Sampayo –un aliado de Capitanich– realizó una protesta gremial que mantuvo a la administración pública de la ciudad paralizada argumentando que el intendente estaba reteniendo aportes sindicales y mutuales a favor del Municipio. “Delirante, lo único que hicimos fue dejar de pagar en efectivo para hacerlo a través de transferencias bancarias”, explicaron a Infobae cerca del intendente.
Junto a la ministra de Salud, Paola Benítez, Capitanich se reunió hoy por la mañana con la Mesa Interreligiosa y acordó que en el plazo de 72 horas deberán confeccionar un protocolo de seguridad e higiene que regule el desarrollo de las celebraciones religiosas en la provincia. “Lo hacemos en consonancia con el ingreso en la fase 4 establecida por el Gobierno nacional”, aseguró el gobernador, aunque no todos en su provincia creen que la situación de Chaco pueda asemejarse a la del resto del país, donde casi no se registran casos.
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