José María Di Paola, más conocido como el Padre Pepe, atiende todo el día a los vecinos de villa La Cárcova en José León Suárez. Llegan al Hogar de Cristo que dirige para pedir alimentos, otros le preguntan por el final de la cuarentena porque quieren salir a trabajar cuanto antes, hay drogadependientes que atender, ancianos, chicos, enfermos. Y este referente barrial no para un minuto. En un momento del día se hace un hueco y sostiene sin vueltas: “Esta crisis es mucho peor que la del 2001. En la cuarentena la gente sabe que hay que quedarse en el barrio por su salud. Pero no sé cuánto tiempo más van a aguantar encerrados con la angustia de estar sin dinero ni changas”.
El Padre Pepe se convirtió desde hace muchos años en el claro referente de los curas villeros que el Papa Francisco avala desde el Vaticano y mantiene un apoyo pleno del Gobierno. Pero esas variables no condicionan a este sacerdote de una de las villas más grandes del conurbano a la hora de cuestionar al Estado, marcar diferencias o plantear propuestas concretas de ayuda social en este momento de pandemia de COVID-19 y crisis económica.
“Esto es más complicado en las villas que en la crisis del 2001 porque el encierro lo supera todo y la tensión que se vive por ello es grande en la gente que no tiene trabajo”, explica por teléfono el Padre Pepe a Infobae desde villa La Cárcova.
Este cura villero filmó hace unas semanas un video con el presidente Alberto Fernández en la residencia de Olivos para pedirles a los sectores vulnerables que cumplan con la cuarentena bajo el lema “Quedate en tu casa, quedate en tu barrio”. Pero esa tampoco parece ser una barrera que le impide al Padre Pepe expresar abiertamente: “Espero que no haya desbordes por la cuarentena. Hasta ahora no vi nada de eso. Aunque es importante que la ayuda del Estado se multiplique en los barrios para contener a la gente”.
Di Paola elogió las medidas que están tomando el Ministerio de Desarrollo Social y el de Salud para frenar la pandemia. De hecho, en los 180 Hogares de Cristo que hay en todo el país como el que lidera Pepe en José León Suárez llega ayuda del Estado de diferentes maneras.
“La ayuda del Ejército y los alimentos que nos envía el Estado sirven mucho. Aquí la gente empezó a tomar conciencia de verdad. Incluso muchos vecinos se ofrecen como voluntarios para repartir alimentos y fumigar con agua-lavandina los barrios”, dice este cura villero que en el 2009 tuvo que abandonar la Villa 21-24 de Barracas por las amenazas que recibió de los narcotraficantes y tuvo que “exiliarse” por unos años en Santiago del Estero.
En villa La Cárcova ya se preparó una capilla para utilizar como centro de aislamiento preventivo en caso de un brote de coronavirus. Allí el Padre Pepe trabaja con el doctor Héctor Lanza en el acondicionamiento del lugar y el trabajo de asistencia social a la gente que llega a pedir alimentos o remedios.
En el Hogar de Cristo que atienden cada vez hay más jóvenes con problemas de droga. “No podemos dejarlos en la calle. Hay que recibirlos y cada vez son más”, dice Di Paola. No sólo esto. También asegura que muchos centros de atención a drogadependientes de la Ciudad de Buenos Aires o la provincia de Buenos Aires cerraron y la gente recurre a los Hogares de Cristo. Estos mismos centros de atención que además de villa La Cárcova funcionan en todo el país y donde hay 5 personas en el servicio por cada hogar para atender a chicos con problemas de consumo de drogas.
En el centro de León Suárez el Padre Pepe dice que atienden a más de 100 chicos y hay 50 internados, mientras que en La Matanza hay más de 300 y en la Villa 21 superan los 100 jóvenes que van a pedir ayuda.
A la vez, en el comedor que hay en villa La Cárcova los curas villeros reciben hoy a 3.000 personas por día. De una semana a la otra se multiplica la cantidad de gente que llega a pedir comida. “Les damos comida y tratamos de atender a todos pero a veces no basta con eso”, dice Di Paola.
Es que hacia el futuro inmediato el Padre Pepe tiene un deseo: “Esperamos que pronto se vaya flexibilizando la cuarentena y que se empiece a habilitar gradualmente algunos trabajos porque la gente necesita trabajar y tener dinero”. Ese es el gran problema. La asistencia social y alimentaria no resulta ser suficiente en los barrios en medio de la pandemia. La gente quiere trabajar, volver a hacer changas. “El circulante de dinero ayuda a reactivar el ánimo y la economía en el barrio. Y eso se logra sólo con trabajo”, dice el Padre Pepe.
En este punto el sacerdote de las villas marca un punto de inflexión: “En muchos países avanzados la gente puede quedarse en sus casas sin problema en cuarentena. Pero en Argentina y en muchos países de América latina eso es más complicado porque el factor económico es muy importante”.
Hacia el final de la charla con Infobae el Padre Pepe habló de otro aspecto de la coyuntura. Las salidas de los presos. “En muchas cárceles que vamos a llevar alimentos vemos que hay un hacinamiento terrible. Hay una superpoblación en las cárceles que no permite el aislamiento social previsto para frenar el coronavirus. Y la función del Estado debe ser velar por eso”.
En este sentido, el Padre Pepe cree que “sería sensato liberar a algunos presos para descomprimir las cárceles. Se puede hacer de manera ordenada, con casos puntuales donde haya problemas de salud o los que tengan juicios paralizados. Pero resolver el hacinamiento en las cárceles y descomprimir la angustia de las familias ayudaría mucho en los barrios”.
Di Paola termina la charla y vuelve al trabajo en el barrio. Dice que no recibió ningún mensaje del Papa Francisco por lo que está sucediendo en la Argentina o el mundo por la pandemia. “No sé mucho más de él de lo que salió en los medios”, sostiene.
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