Nora Cortiñas repudió la prisión domiciliaria de un represor de la ESMA: “Me molesta profundamente"

La referente de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora se opuso a la decisión de la Justicia de mandar a su casa a Carlos Capdevila, partero en el centro clandestino durante la última dictadura

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Nora Cortiñas
Nora Cortiñas

La prisión domiciliaria dictada en favor de Carlos Capdevila, un médico que ofició de partero en el centro clandestino de detención que funcionó durante la última dictadura militar en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), provocó el repudio de una de las personalidades más importantes de las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Nora Cortiñas. “Me molesta profundamente”, remarcó la referente de la lucha por los Derechos Humanos en Argentina.

“Que les den lavandina y limpien su calabozo. Si los tienen bien aislados no tienen por qué bajarles la condena”, comentó Cortiñas a Infobae desde su casa en la zona oeste del Conurbano, a horas de cumplirse los 43 años de las célebres rondas de las Madres en Plaza de Mayo.

La decisión del juez Daniel Obligado para mandar a su casa al genocida se fundamentó en que el condenado por crímenes de lesa humanidad es un preso de los considerados de riesgo debido a la pandemia de coronavirus que asola el mundo.

El magistrado le concedió el arresto domiciliario a uno de los parteros de la maternidad clandestina de la ESMA al considerar que estaba expuesto frente al contagio del coronavirus, por tratarse de una persona de casi 70 años y que tiene varios problemas de salud en su historial médico.

Capdevila, a la izquierda, en
Capdevila, a la izquierda, en segunda fila, durante uno de los juicios por delitos de lesa humanidad (Télam)

“Nuestros desaparecidos siguen desaparecidos. La condena la tienen, tuvieron juicios a derecho, a veces ni les dieron la pena que se merecían. Y si tienen miedo porque están hacinados en la cárcel que los separen y les den lavandina, jabón y alcohol en gel para que mantengan su higiene”, consideró Cortiñas, de 90 años, madre de Gustavo, desaparecido en abril de 1977 en la estación de trenes de Castelar.

Para esta referente de los DDHH, la Justicia debería determinar “aislarlo debidamente” en lugar de mandar a Capdevila a su casa. “Pero además, en los penales hay hospital”, remarcó.

Capdevila fue condenado por varios hechos de apropiación indebida de menores, también por aplicación de tormentos y otros delitos de lesa humanidad cometidos en la ESMA. En enero de 1993, la Armada inició un expediente con su caso.

Según el informe médico que llegó a manos del juez Obligado, el represor Capdevila tiene hipertensión arterial, cáncer de próstata y problemas motrices, entre otros problemas de salud. Además, el juez Obligado evalúo que Capdevila no está debidamente aislado en la Unidad 31 de Ezeiza, donde cumple condena, e incluso comparte lugares comunes con otros detenidos.

(Gastón Taylor)
(Gastón Taylor)

Ante el pedido del represor Capdevila, el fiscal Leonardo Filippini se opuso a concederle el arresto domiciliario pero finalmente el juez se lo otorgó bajo otros argumentos. El fiscal había considerado que en el lugar de detención dónde se encontraba Capdevila estaba bien atendido. Pero el juez Obligado tuvo en cuenta que Capdevila es uno de los 1.280 presos que informó el Servicio Penitenciario Federal integra el grupo de presos de mayor riesgo de contraer coronavirus, en este caso tanto por su elevada edad y por sus problemas de salud preexistente.

“La Justicia está medio equivocada. No tiene en cuenta que hubo juicios, que se cometieron crímenes horrorosos de lesa humanidad, que nos siguen ofendiendo además del daño que hicieron”, se enojó Cortiñas en diálogo con Infobae e insistió: “Tienen que cumplir la condena completa, para eso luchamos tantos años”.

Capdevila cuenta con al menos tres condenas por violación a los derechos humanos, todas cometidas en el centro clandestino de detención que funcionó en la ESMA. El genocida recibió en 2011 una condena a 20 años de prisión sumada a otra de 15 años también por delitos de lesa humanidad y otra última de 10 años de prisión que ya había agotado.

“Me molesta profundamente. Cuando les dan domiciliaria a los genocidas me siento mal con la Justicia. Si hubo juicio y se comprobaron los delitos aberrante no hay más lugar que la cárcel", comentó Cortiñas.

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